Capítulo 1.

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Clarke recordaba constantemente lo que había sucedido en Mount Weather, era una especie de tortura psicológica que su mente le administraba cada tanto mientras palabras como "asesina" o "monstruo" habían quedado marcadas en su memoria; pero a lo que siempre le daba vueltas era a la traición de Lexa, no entendía como después de haber sacrificado tanto cada una se había ido por caminos diferentes; "No puedes detener esto, Clarke", "Que nos volvamos a encontrar", eran algunas de las frases que se mantenían en sus pensamientos antes de que la comandante diera la vuelta reunida con su gente y sin ella, sin robar ni una sola vida; cosa que en su momento había envidiado, mientras que ella misma con tan sólo halar una palanca había extinguido cada una de las vidas que habitaban allí. Al llegar al Campamento Jaha, se había bloqueado por completo, la culpa le comía la consciencia –no podía entrar – aquellos rostros golpeados y con mentes traumatizadas serían el recordatorio permanente de todas las muertes que había causado, directa o indirectamente, toda la culpa estaba en ella...y en Lexa, Clarke necesitaba culpar a alguien más y ese lugar le había correspondido a la comandante, sino fuera por ella, por su traición, por sus principios de no mostrar debilidad, sólo tal vez no sería una asesina en masa y sólo tal vez las palabras de Jasper no estarían tatuadas en su memoria –¿Qué fue lo que hiciste? – Repetía mientras la miraba y luego sus ojos se dirigían a su amada Maya, quién a pesar de todo había arriesgado su vida para ayudarlos y al final había perecido como todos los demás llamados hombres de la montaña; así que sin pensarlo se quedó en la entrada del campamento, le dio un efusivo abrazo a Bellamy y luego se despidió con un "que nos volvamos a encontrar", siguió su camino mirando atrás por última vez pero decidida a luchar contra ella misma y contra sus propios demonios.

Durante tres meses que había estado desaparecida, el Campamento Jaha había cambiado por completo incluso su nombre que ahora era Arkadia, su seguridad había aumentado –un ejército liderado por Kane – y ahora vivían familias enteras quiénes antes habían conformado aquella estación satelital llamada El Arca, en la Tierra podían romper todas esas limitaciones que se habían puesto en el espacio, se podría decir que de alguna forma eran libres y todo parecía ser bastante normal bajo el mando de la Canciller Abby a excepción de la desaparición de Clarke, de las continuas provocaciones de la Nación del Hielo y de las secuelas que habían dejado en muchos de los cien después de su rescate.

– ¿Qué fue lo que hice? – Se preguntó Clarke en voz alta caminando entre la vegetación buscando concentradamente algo con qué alimentarse pero lo que ignoraba es que alguien más la estaba observando desde lejos. Cuando al fin localizó a su presa se movió lentamente entre los matorrales intentando no alarmar al animal y cuando estuvo lo suficientemente cerca le asestó unas cuantas puñaladas en su cuerpo hasta que lo dio por muerto. Cuando se dio cuenta ya había anochecido así que reunió unas cuantas ramas e hizo una pequeña fogata en donde puso lo que había cazado y esperó hasta que estuviese listo, luego comió hasta que estuvo saciada y tomó un poco de agua que había recolectado por el camino y de inmediato apagó el pequeño fuego, desordenó su improvisado campamento y siguió su camino formando un zigzag para asegurarse de que nadie la siguiera.


No había dormido nada y durante el recorrido sólo había descansado unos cuantos minutos, miró el cielo –ya casi amanecería– y a pesar de que todo su cuerpo le pedía descanso, Clarke se rehusó a pensar en ello así que sin más retomó su camino hasta que vio una sombra junto a un árbol y luego vino el crujir de una rama, alarmada pronunció el primer nombre que se le vino a la cabeza.

– ¿Bellamy? ¿Eres tú? – dijo intentando que su voz no temblara tanto. No hubo respuesta alguna y en su pecho surgía un mal presentimiento, un poco temerosa habló de nuevo – ¿Octavia? ¿Lincoln? – De nuevo no se oyó ningún otro sonido que no fuera el de las hojas de los árboles agitadas por el viento, pasó saliva y prestando la mayor atención al paisaje que estaba frente a ella, decidida emprendió la marcha, y siguió de esa forma por un tiempo indeterminado hasta que se cruzó con el cuerpo de un terrestre, no era nada que Clarke no hubiese visto antes hasta que vio algo que si hubiese sabido que era nunca lo hubiera cogido –tarde– tomó el papel que estaba en manos del terrestre y lo abrió, a pesar de lo oscuro que estaba pudo distinguir que decía, había un dibujo de ella y debajo se leía perfectamente en idioma trigedasleng* Se busca Wanheda. Recompensa.

Lo leyó de nuevo, era la tercera vez que lo hacía no podía darse la idea de que alguien le hubiese puesto precio y tampoco pensaba con qué propósito lo hubieran hecho y Clarke hubiese seguido pensativa pero escuchó un sonido demasiado familiar, eran pasos que se acercaban rápidamente mientras escuchaba aullidos parecidos a los de un animal pero ella sabía perfectamente lo que eran. 

Carroñeros. 

Sin esperar más guardó el papel entre sus ropas y corrió tanto como se lo permitieron sus piernas mientras escuchaba a lo lejos como aquellos "experimentos" desgarraban la carne del terrestre muerto y con varios gritos celebraban el haber encontrado su comida; siguió corriendo a pesar de ya haber dejado de escuchar esos terribles sonidos pero entre la oscuridad no se había percatado de un pequeño hundimiento que había en el terreno así que sin más resbaló y su cabeza golpeó en una roca mientras que sus manos intentaban en vano agarrarse de algo para evitar seguir cayendo, y siguió así hasta que el cansancio y el dolor que sentía en su cuerpo por la caída pudieron más hasta que quedó inconsciente tendida entre las hojas.

La comandante sentada desde su trono esperaba paciente la respuesta de alguno de sus súbditos mientras los miraba con expresión seria con sus ojos verdes que daban una sensación intimidante detrás de esa pintura de guerra que hacía una figura parecida a un antifaz. –Y ¿bien?- Habló finalmente cansada de esperar esos 10 minutos de silencio, – ¿Hay alguna señal de Wanheda? – repitió la pregunta que había hecho mucho antes pero todos en la habitación siguieron sin decir alguna palabra –suspiró- y se dirigió a Indra, su fiel acompañante y quién daría de seguro la vida por ella.

–Espero que tú si me respondas – dijo Lexa mientras la miraba fijamente a los ojos, Indra no se inmutó siquiera, estaba acostumbrada a la actitud de su amada comandante, le correspondió la mirada y finalmente dijo las palabras que todos temían decir –No la hemos encontrado, es como si hubiera desaparecido después de lo que pasó con los hombres de la montaña. – Lexa hizo una pequeña mueca de disgusto por sus palabras, sabía que Clarke estaba herida por culpa de su traición pero ella no podía mostrar debilidad, no si quería seguir en el trono; además tenía una guerra pisándole los talones todo por culpa de Azgeda y la reina Nia, quién creía saber todos sus secretos, el amor es debilidad, se repetía constantemente mientras que sus recuerdos con su amada Costia pasaban por su cabeza y de repente, como si hubiera cambiado de capítulo aparecía la imagen de Clarke, la única que se había atrevido a desafiarla, la única que le había hecho abrir los ojos.


Wanheda.

Comandante de la muerte.

Era así como ahora la llamaban, era así como habían puesto una recompensa por ella, era así que además de huir de sus fantasmas ahora huía de caza recompensas decididos a capturarla, la que fue una vez la líder de la gente del cielo ahora deambulaba por profundos bosques atenta de cualquier peligro, no podía quedarse en un lugar por mucho tiempo ni tampoco podía volver al campamento Jaha, estaba cansada de tener que esconderse y estaba cansada de tener que luchar por su vida, ya no sólo sus manos estaban manchadas de sangre, toda ella lo estaba, de la sangre de Finn, de la sangre de aquel terrestre al que le cortó el cuello y lo vio desangrarse hasta morir, de Maya, y de todos esos inocentes que permanecían en contra de los experimentos de Mount Weather, incluso del presidente Wallace que los ayudó a escapar y ella le había agradecido apuntándole con su pistola y apretando el gatillo, había intentado comenzar de nuevo ¿pero cómo hacerlo si su cabeza tiene precio? ¿Cómo hacerlo si sus recuerdos no la dejaban dormir por la noche y tenía que ahorrarse los gritos de las pesadillas por temor a que la descubrieran? Lo había intentado, pintó su cabello con vallas y consiguió ropa terrestre para confundirse con uno, aprendió a cazar, a rastrear y a perderse entre la maleza pero eso parecía no ser suficiente si la seguían buscando y más importante, si la encontraban.


Finalmente despertó, su cabeza dolía terriblemente junto a sus brazos y su espalda; esperó unos minutos en silencio hasta que sintió que el dolor disminuía y se dio cuenta de lo cómoda que estaba, eso la alarmó un poco así que con los ojos todavía cerrados puso cuidado a los sonidos de su alrededor, podía oír la madera crujiendo y quemándose debido al fuego que emitía su calor y había voces cerca de ella, así que con temor abrió los ojos lentamente intentando acostumbrarse a la poca luz que había, vio una silueta frente a ella pero no pudo reconocer ni uno sólo de sus rasgos – Me alegra que hayas despertado – dijo la voz de una joven mujer – curé tus heridas – agregó antes de que Clarke volviera a quedar dormida. 


Continuará... 

Sólo quería agregar que para los que no estén muy familiarizados con los terrestres o algo parecido el idioma trigedasleng es el que habla Lexa y el resto de su gente. ^.^  

 
 

Del amor y otros pecados. {Clexa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora