Capítulo 2.

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-Vamos, O. Será divertido. ¿No estás cansada de estar encerrada? Además, es un baile de máscaras nadie lo notará- Dijo Bellamy con cariño, Octavia pareció pensativa durante un momento y luego habló –Está bien, Bell. Nada malo puede pasar ¿cierto? – Ambos hermanos sonrieron mientras el pelinegro le daba un antifaz y le ayudaba a acomodar su cabello, luego abrió la puerta de la pequeña habitación en la que vivían y se dirigieron a la fiesta en donde el mayor de los hermanos Blake tenía que vigilar mientras que Octavia conocería más personas aparte de su hermano y su madre. Todo iba bien, la música estaba a un volumen alto mientras que adolescentes alborotados bailaban alocadamente junto con sus amigos, ella estaba feliz pero eso no duró por mucho tiempo; la alarma sonó y varios guardias rodearon el lugar, empezaron a pedir las identificaciones y él pudo ver perfectamente como el terror se apoderaba de su pequeña hermana, reaccionó rápido para poder crear una distracción hasta que su superior lo detuvo y se dio cuenta de que realmente estaban en problemas, él sólo era un cadete, un aprendiz, ni siquiera tenía el rango suficiente para pedirle un pequeño favor al hombre que estaba enfrente de él y lo miraba con una actitud autoritaria.
Octavia fue encerrada como un delincuente más.
Su crimen: Haber nacido.

La madre de los hermanos Blake fue flotada.
Su crimen: Haber tenido más hijos de lo que establecía el reglamento.

­El altavoz del campamento sonó despertando al pelinegro, tomó su arma y su chaqueta y se dirigió a la reunión que había convocado Kane; entró al establecimiento y se sentó con el resto de sus compañeros. Pasaron unos minutos hasta que la Canciller entró por el umbral de la puerta acompañada de Marcus, se dirigieron al centro de la habitación y la madre de Clarke tomó la palabra –Como sabrán, hace unos meses mi hija desapareció del campamento- su voz tembló y aún así retumbó por todo el lugar, tomó aire intentando no quebrarse enfrente de toda esa gente miró a Kane y él asintió, -Sé que salimos a buscarla cada día- dijo con su voz gruesa. –Y ella es uno de nosotros pero...- se vio interrumpido por Abby quién parecía ya haber retomado la compostura –Es más que obvio que no quiere ser encontrada.- Suspiró y miro a cada uno de los rostros que la veían atentamente –Como Canciller, admiro sus esfuerzos pero como madre siento que es mi deber encontrarla. – dijo esto último con un hilo de voz, no podía perder a alguien más de su familia, no después del dolor que le había causado la muerte de Jake y el arrepentimiento de haberle contado a Jaha lo que estaba pasando con El Arca.

Dio la breve reunión por terminada y salió apresuradamente, fue al área médica y se dirigió a su escritorio, allí se sentó y contempló el lugar mientras las palabras de Raven venían a su mente –Clarke dejó de ser una niña cuando la enviaste aquí para morir.- Las lágrimas amenazaban por salir pero ella las limpió y se concentró en ayudar a los demás pacientes que descansaban en el lugar.

Bellamy salió de la reunión pensativo, su mente en ese instante sólo se ocupaba de dos cosas: intentar entender a Clarke y de su terrible sueño que era más un recuerdo que él hubiera preferido borrar de su memoria y de la de su hermana. Caminó sin rumbo fijo hasta que vio a Octavia en la puerta principal, corrió a su encuentro; ella lo saludó con una sonrisa. –Bell, me alegra verte – dijo. El pelinegro sólo la miró y vio un rasguño en su rostro, frunció el ceño y antes de que pudiera hablar, ella adivinó su pensamiento. –Oh, no es nada. Es algo superficial – dijo seriamente, él le creyó. Ambos quedaron en silencio por un momento hasta que el tema surgió -¿Has encontrado algo? – dijo el mayor esperanzado. Octavia supo a qué se refería y con un dejo de tristeza en sus ojos negó la cabeza. –Lo siento, Bellamy. Lincoln y yo hemos ido hasta Tondc...bueno lo que queda de ella pero de lo único que había rastro era de carroñeros. Tuvimos que huir, eran demasiados. – Bellamy miró más allá de las puertas que los protegían, estaba decepcionado pero Clarke era importante para él y sin ella, o sin su liderazgo y su instinto de cuidar de todos probablemente nunca hubieran sobrevivido ni al ataque de los terrestres, ni a la niebla ácida de Mount Weather, ni a los mismos hombres de la montaña. Él no perdería la esperanza de encontrarla.

Lincoln esperaba pacientemente en medio del bosque, le había pedido a Octavia que fuera a Arkadia ya que allí estaría a salvo pero no le dijo esto último sino lo insinuó con una excusa tonta mencionando algún asunto que arreglar con Nyko porque de lo contrario sabía que ella no le haría caso. Estaba un poco cansado, en esos últimos tres meses las cosas entre los terrestres y la gente del cielo habían estado un poco tensas desde que Heda había roto la alianza para hacer un trato con los hombres de la montaña, él se había molestado y se había puesto en contra de su propia gente intentando en vano convencer a la comandante de que atacaran juntos, al final lo habían hecho prisionero, lo habían torturado como resultado de haber contradicho a su líder hasta que había logrado escapar y llegar a salvo para refugiarse entre la gente de Octavia. Un ruido lo hizo salir de sus pensamientos y vio la llegada de su invitada. –Indra- dijo a modo de saludo, la mujer se veía un poco molesta. –Lincoln, Heda te está buscando y bien lo sabes. Te mereces tu castigo por haber desobedecido a tu superior.- le dijo con un tono bastante calmado. –Y aún así aceptaste reunirte conmigo, Indra. Ella no se enterará de nuestra pequeña reunión. – intervino el muchacho confiado de que la fiel acompañante de la líder de los terrestres no diría nada. –Sólo acepté porque es importante que la gente del cielo sepa esto. Azgeda no es la única amenaza que existe.- Lincoln la miró confundido – ¿Qué quieres decir con eso? – dijo. Indra no lo miró, parecía estar eligiendo con cuidado sus palabras. –Me refiero a que, sí, es una gran amenaza para todos especialmente para Wanheda pero este bosque esconde muchos secretos. ¿Por qué crees que han estado apareciendo terrestres muertos? – su tono de voz siguió calmado mientras que el muchacho parecía terriblemente sorprendido. –Entonces los rumores son ciertos. – dijo seriamente mirando a la mujer. –La guerra es inevitable. – añadió ella.

Clarke abrió los ojos, sintiéndose mucho mejor que el día anterior a pesar de que su cuerpo todavía le dolía ésta vez pudo observar detalladamente el lugar en el que se encontraba, era una pequeña casa y como notó al mirar por la ventana estaba alejada de la civilización, muy adentro del bosque pero con caminos que servían para poder comunicarse. Se levantó de la cama, asegurándose de que lo que llevaba con ella siguiera en su lugar, sin hacer ningún ruido exploró la habitación y al salir de esta vio la presencia de una joven quién parecía estar cocinando, Clarke avanzó hacia ella sigilosamente hasta acercarse, luego tomó su cuchillo y lo puso en su garganta, amenazándola, la joven mujer no hacía nada más que temblar -¿Quién eres? – Le preguntó Clarke, la chica aún con temor no dudó en responder – Soy Nylah – dijo y luego agregó –Por favor, no me hagas daño. Mi padre no tardará en volver y él no puede saber que estás acá. – Clarke lentamente bajó su cuchillo sin bajar la guardia. –Soy...- se vio interrumpida por la chica –Clarke, lo sé. Eres como una leyenda por aquí- dijo Nylah -¿Lo soy? – Preguntó ella. La chica quién había estado cuidando de ella caminó hasta una mesa y empezó a buscar algo bajo la atenta mirada de Clarke –Lo eres- le tendió un papel como el que ella había encontrado en manos del cuerpo del terrestre – Tengo varios de esos...están por todo el lugar- respondió, Clarke sólo miró el papel pensativa.

-Indra, ¿dónde estabas? – Preguntó Lexa mirándola fijamente mientras apretaba la empuñadura de su espada –Estaba explorando el bosque –dijo sin pensar pero inmediatamente se arrepintió de su respuesta, la Comandante frunció el ceño –Y ¿bajo la orden de quién? – Preguntó de nuevo –Perdona, Heda –le respondió Indra seriamente, su superior se acercó y la miró de nuevo –No te atrevas a desafiarme- dijo. Lexa podía ser joven pero definitivamente no era tonta, sabía que una de las pocas personas de confianza que tenía le estaba ocultando algo y ella de seguro iba a descubrir qué era pero por ahora lo dejaría pasar, no era un buen momento, primero necesitaba encontrar a Clarke antes de que cualquiera la encontrara primero y luego se preocuparía por las acciones de Indra. Se sentó en su trono, concentrándose en el sentimiento de culpa que no había dejado a su cuerpo en paz desde que se había enterado de la desaparición de Clarke; sentía que la historia volvía a repetirse; ella, Heda de los 12 clanes, temida y respetada, sin mostrar piedad ante nadie, sólo valiéndose de los principios y de las tradiciones de los terrestres, hasta que llegó alguien que le permitió mostrarse tal y como era...Clarke, Costia, era igual, las había perdido a ambas pero de diferentes maneras, el amor es debilidad, se repitió mentalmente mientras intentaba pensar en otra cosa pero le fue imposible, estaban a punto de entrar en guerra y sólo había una pequeña posibilidad de evitarla pero para ello no necesitaba el poder de Wanheda como creía, necesitaba a Clarke. 

Del amor y otros pecados. {Clexa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora