Capítulo 5

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Clarke despertó repentinamente cubierta de sudor, su instinto le permitió sacar su cuchillo y estar alerta ante cualquier movimiento, había un silencio lúgubre en aquella casa que le hacía sentir que en algún momento algo la iba a atacar, tardó en darse cuenta de que estaba acostada en la cama de Nylah y que su compañera al parecer no había pasado la noche allí, se levantó sigilosamente buscando a la chica rubia pero lo único que encontró fui un rastro de objetos destrozados que confirmaban su mal presentimiento y sentía como a medida que recorría las habitaciones el nudo en su garganta crecía, no había rastro de ella o de su padre y en parte no sabía por cuál preocuparse más. —Clarke... ¿eres tú?— Escuchó finalmente la voz de Nylah saliendo de detrás del mostrador de la tienda, caminó hasta allí y encontró a la chica rubia no como se lo esperaba —¡Nylah! ¿Qué fue lo que pasó? — Preguntó mientras miraba las heridas en la cara de la chica, tenía golpes por todas partes y algunos cortes en su piel. Nylah sonrió ante la preocupación de la chica que antes no mostraba signos de poseer algún sentimiento —No es nada pero tienes que irte — Clarke frunció el ceño ¿a dónde iría? ¿La seguirían buscando? ¿Si la atrapaban realmente la matarían? —Mi padre...él sabe que estás aquí — continuó diciéndole ella— Tienes que irte, te he preparado comida para el recorrido. —Señaló una pequeña bolsa hecha de cuero, Clarke estando todavía sorprendida siguió las órdenes de la chica cogiendo el objeto y preparándose para su huida. —¿Estarás bien? — Le preguntó preocupada, Nylah sonrió por el gesto —Estaré bien. Deberías irte ya antes de que mi padre vuelva. — Respondió acercándose más a ella —Hazme un favor y no te mueras, Wanheda. — le susurró al oído, luego la miró a los ojos y la besó en la boca suavemente.

—Bell, ¿sabes algo de Lincoln?— Preguntó Octavia a su hermano, habían pasado unos días desde su desaparición y a pesar de las advertencias del pelinegro de no salir sola del campamento ella se las había arreglado para salir de éste sin que nadie lo notara. —No, lo siento O. — respondió Bellamy ante la interrogativa de su hermana, no había ningún rastro de dónde fuera que se hubiera metido y de todas formas Lincoln siempre sería un terrestre aún si su propia gente lo estaba buscando por órdenes de la comandante, así que sería bastante descuidado por su parte de dejar alguna huella que indicase que estaba cerca e igualmente por las noches pasaban esos monstruos buscando a sus presas quienes en el proceso tal vez hubiesen borrado cualquier huella que en un momento hubiese habido. Ante su respuesta, ella se rompió por dentro lo único que sentía era esa sensación de que algo iba mal y Lincoln no estaba allí para aliviarla. Respiró profundo yéndose a los establos ya que era el único lugar en el que nadie podía molestarla ni siquiera con sus miradas hostiles, al llegar se sentó en el suelo abrazando sus piernas, pensando en todo lo que había en visto en el bosque, en las cercanías a Tondc e incluso en los restos de aquel poblado pero en sus recuerdos no había nada destacable, su mente estaba bloqueada y en aquel oscuro y solitario lugar por primera vez en meses Octavia se permitió llorar, la desaparición de Lincoln era la gota que había colmado el vaso. No debieron haberse separado.

Lincoln despertó mirando a su alrededor en el lugar en el que se encontraba, estaba aturdido, deshidratado y hambriento tampoco sabía que había pasado, todo en su mente estaba borroso y no había ningún otro recuerdo reciente además del de haberse separado de Octavia al momento en que llegaron a Tondc. Se levantó despacio buscando su cuchillo que estaba escondido entre su ropa y observó con atención en donde estaba, los túneles. Caminó sin hacer ningún ruido pero entre más recorría tuvo que taparse la nariz y la boca, el olor que había era putrefacto y él sabía de dónde provenía, era de los cuerpos inertes de terrestres que habían sido objeto de la experimentación de los hombres de la montaña por no decir que también eran la comida de los carroñeros que todavía merodeaban hambrientos sólo que su castigo era el nunca poder saciar su hambre. Para su fortuna, se sabía el camino de regreso al campamento sólo esperaba no cruzarse con ningún Trikru, ni Azgeda, ni Pauna* especialmente ese último porque le sería bastante difícil huir de aquella bestia.

Octavia salió del campamento de nuevo dirigiéndose  al bosque  cerca del lugar en donde vio por primera vez a las mariposas que brillaban al volar, en donde besó por primera vez a aquel chico dulce llamado Atom y especialmente cerca al lugar en donde conoció a Lincoln después de haber resbalado de una montaña lastimándose la cabeza.
—Octavia kom Skaikru. — Aquella voz tan conocida la sacó de sus pensamientos, cogió la empuñadura de su espada pero antes de que pudiera hacer algún otro movimiento dos guerreros cuyas identidades desconocía la amenazaban con sus armas. —Indra. También es bueno verte. — Dijo la chica levantando las manos en señal de rendición —Vine a hablar contigo — agregó, ella sólo la miró detenidamente ordenando a sus acompañantes que bajaran sus lanzas. —Bien pero ¿te tengo que recordar que Heda no ha levantado la orden de captura a Lincoln o a cualquiera que tenga información de su paradero?— Preguntó la mujer ante el ceño fruncido de ella —¿Qué quieres decir? ¿No lo capturaron ustedes? — dijo Octavia, Indra sólo hizo una mueca pero eso le respondió todo a la chica —Ha habido algunas desapariciones de terrestres en la zona especialmente en Polis —sugirió la mujer entendiendo el silencio de Octavia quién fue alguna vez su aprendiz para ser segundo. —¿Y lo mencionas ahora, Indra? — Preguntó la chica sin dejar que su semblante se rompiera ante la nueva información obtenida —Era algo que Lincoln y yo estábamos intentando averiguar antes de su desaparición. — Octavia suspiró y miró al suelo por unos segundos —¿Quién más sabía de esto? — Preguntó finalmente para saciar su curiosidad —La Canciller. — Respondió Indra secamente, ella guardó silencio esperando que hubiera más nombres que para su sorpresa nunca llegaron —No es un asunto oficial. — Afirmando lo que ya suponía, miró a Indra quién asintió —Trikru va a entrar en guerra con Azgeda. Ya no se puede evitar. — Dijo explicándose la fiel acompañante de Heda —Y están buscando a Wanheda para que los venga a salvar ¿no es así? — añadió Octavia con una sonrisa irónica. —¿Por qué no lo supuse? Ya ni siquiera consideran a Lincoln de su gente. — dijo ella para sí misma. —Bueno, si no van a hacer nada yo misma me encargaré de encontrarlo. — declaró firmemente ante Indra. —Lo encontraremos. Es un traidor...pero me salvó la vida cuando la bomba cayó en Tondc. Él era mi pupilo.— respondió ella poniendo su mano en el hombro de Octavia.

—Entonces ¿podemos comenzar ya con la reunión del Consejo?— preguntó Lexa caminando alrededor de la habitación con los brazos alrededor de su espalda dando a entender su posición como comandante de los 12 clanes. Los líderes de cada uno de ellos asintieron desde sus puestos siguiendo con su mirada a la chica de ojos verdes. —¿Se ha sabido algo de Wanheda? ¿O de la orden de captura que tiene Lincoln kom Trikru? — Dijo dirigiéndose a los presentes quienes empezaron a susurrar —Creímos que estábamos aquí para discutir las desapariciones de nuestra gente. Tú gente.—respondió uno de ellos incómodo por la situación en la que estaban, Lexa lo miró fijamente sintiéndose un poco intimidado. —Y lo haremos pero antes necesitamos a Wanheda, si podemos comandar la muerte no le quedará nada a Azgeda y finalmente podremos preocuparnos por los asuntos tanto de Trikru como del resto de clanes. — Dijo ella segura de que su plan funcionaría—Puede que no tengas corazón, Lexa. Pero al menos eres inteligente.— las palabras de Clarke se vinieron a su mente como lo habían hecho cada vez que tenía que tomar una decisión importante     —¿Necesitamos a Wanheda o tú la necesitas? —Lexa frunció el ceño y la voz que había pronunciado aquella frase salió de donde estaba escondido. Ropa grisácea, pintura de guerra blanca que recubría su piel, escarificaciones en su rostro y sus manos. —Si Azgeda quería unirse a la coalición, podría haberlo pedido. No hacía falta provocaciones en los alrededores de Polis ni mucho menos el tener que esconderse como ratas en las reuniones del Consejo. — dijo Lexa cuyas palabras salían de su boca como veneno. Aquel soldado sólo se burló acercándose peligrosamente a la comandante —Creí que estar en el mando significaba estar solo. ¿O es que estás pidiendo que Azgeda te vuelva a enseñar la lección?— Sin dudarlo ella empuñó su espada y en menos de un parpadeo atravesó al sujeto con ésta, sin que él pudiera reaccionar siquiera, la sacó del débil cuerpo del mensajero de la Nación del Hielo dejando que se desangrara en el suelo, guardó su arma y se sentó tranquilamente en su trono. —Ya que se han acabado las distracciones...ahora sí podemos comenzar. — 

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*Pauna: es el orangután gigante que come gente y animales y que vive en lo que solía ser un zoológico.

Gracias a los que me siguen leyendo, como dije antes lamento demorar tanto actualizando pero mi inspiración ha estado más hundida que el Titanic así que he pasado varios días intentando acomodar mis ideas respecto al fic y he estado tratando de hacer los capítulos un poco más largos :'C so... gracias por su paciencia y por todo lo demás. *ᾠ* 

 

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⏰ Última actualización: May 21, 2016 ⏰

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Del amor y otros pecados. {Clexa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora