Dejó escapar un suspiro con frustración. Esa era la palabra correcta: FRUS-TRA-CIÓN. No tenían nada. Llevaban meses dando vueltas y no tenían nada. Ni una sola pista. Ni un solo sospechoso. Ni un mísero nombre. Sólo lo que el criminal les dejaba: casas vacías, brujas y magos histéricos y quejas al departamento por su ineficiencia. ¿Qué más podían hacer? ¿No se habían sacrificado lo suficiente? Harry estaba desesperado, Ron completamente estresado y ella tenía el conjunto de ambos.
Y los robos seguían. ¿Cuál era el punto de los robos? ¿Dónde se llevaban las cosas? ¿Por qué no las habían vendido en tiendas de empeño? ¿Cuál era la razón? Hermione sacudió su cabeza y dejó de garabatear sobre su libreta, en la misma en que nombres como Victorio Von Barden o Draco Malfoy, eran apenas algunos de ellos que encabezan su lista de sospechosos.
Era sábado, su día de descanso. Un descanso de Potter, de Malfoy y de las malas vibras de Ron. Sin embargo, tenía un pendiente que curiosamente estaba remarcado con un círculo vulgar de color rojo en su almanaque: El Baby Shower de Ginny Potter. Abrió sus ojos con indignación y se colocó de pie inmediatamente.
— Por Merlín, ¿cómo pude olvidarme? — faltaba una hora y media, tenía tiempo de sobra para llegar, pero no tenía un maldito regalo. ¡Por la mierda y la santísima barba de Merlín! Agarró el abrigo colgado en el perchero detrás de la puerta y las llaves de la mesita del otro lado —. Carajo, carajo, ¡Ah! —gritó del susto, de un maldito susto de muerte, eso había sido. Con la mano en el corazón y el alma media salida del cuerpo, se encontró con la serena presencia de —. ¿Qué jodidos haces aquí, Malfoy? ¿Quieres matarme?
— No tengo tanta suerte —llevaba una chaqueta gris abrigada y pantalones negros a juego con sus relucientes zapatos del mismo color, tan impecables. Ah, pero eso no era ni siquiera lo más sorprendente de ese pretencioso outfit, sino el hecho de que ¿Malfoy usaba la moda de los muggles? ¿Por qué le quedaba tan condenadamente perfecto? Concéntrate, Hermione, se dijo —. ¿Otra vez esa mirada? Si me quieres comer, sólo dilo, Granger.
— ¡Já! — cerró la puerta detrás de sí y comenzó a caminar y él a retroceder —. ¿Qué quieres?
— Bueno, yo...
— No tengo tiempo — lo tomó de la mano y los apareció frente a una tienda muggle de bebés.
Lo soltó y prácticamente entró de cabeza a la tienda. Malfoy, mareado, confundido y hasta algo asustado en cuanto divisó un taxi, la siguió. Todo olía a perfume de bebé, a inciensos y ancianita. Había demasiados colores dañinos para sus ojos, tantos peluches, tanta ropa pequeña.
— Esto es el infierno...
— No exageres, hurón — la voz amortiguada de Hermione por el gran oso que sostenía entre sus brazos, llegó a él —. ¿Vas a ayudarme?
— ¿Debería? Ni siquiera pedí venir aquí... — pero la castaña no esperó que siguiera con su discursito y le encajó el muñeco de prepo —; esto no es muy amable de tu parte, Gatita — ella no respondió y no tuvo más opción que seguirla.
Maldita comelibros.
~*~
Hermione salía de la tienda con una sonrisa de satisfacción. Y un Draco Malfoy gruñendo y quejándose lo suficientemente alto que ya no podía visitar gente sin que lo cargaran de cosas.
— Tú llegaste sin avisar.
— Y no lo volveré hacer. ¿Para quién es esta cosa?
—Para el futuro nuevo Potter —mencionó con orgullo cantarín, ella estaba más emocionada que los futuros padres en esperarlo, ¡sería su ahijado! —. ¿Qué tienes?
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Limón y Canela [Completo]
FanficDraco "el muy maldito" Malfoy está al fin retomando su vida por el buen camino y en el mismo, se encuentra con nada menos que con Hermione "la muy ratona" Granger y sus sensuales piernas. ¿Cómo carajos sucedió eso? Culpen al destino. ¡Culpen al...