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Se sentía bien en verdad, en un movimiento acomodé la mano en su cuello, haciendo una leve ''caricia'', era raro se podría decir, pero no me sentí nada mal, excepto porque no hacía mucho nos conocíamos, pero reconozco que no estuvo nada mal, no hubo nada de choque de dientes o lengua.

-Yo...uh, lo siento- Murmuró al alejarse y se rascó la nuca, algo nervioso, por lo que no pude evitar reir.

-¿De que te ríes?- Hizo una leve mueca, tal vez pareció como si me estuviese burlando.

-Que no debiste haber pedido perdón, digo, yo no me negué, en ese caso, la culpa es de los dos. Y...creo que debería regresar a casa.- Así que me levanté del césped y murmuré casi en susurro ''adiós'' para comenzar a caminar, a lo que pocos segundos sentí que me tomaban de la muñeca y suspiré.

-Te llevo- Me dedicó una sonrisa, sí, era Isaac.

-No, la pasé muy bien con tu compañía hoy, pero creo que quiero estar sola por un rato...- Bajé la mirada y le sonreí volviéndolo a observar.

-Cuando llegues me avisas, ¿bien?- Besó mi mejilla y se alejó entre la multitud.

Entonces emprendí viaje, y recordé que el camino era un poco largo, tal vez era mejor si tomaba un ta...me he olvidado de devolverle la campera a Isaac, le va a agarrar algo si toma demasiado frío. Me quité rápidamente el abrigo y corrí en dirección a donde lo había visto marchar, hacia su motocicleta. Llegué un poco agitada, debido a que corrí muy rápido, el me miró por unos segundos sonriendo.

-Te has arrepen...-

-No, solo a devolvértela, hace un poco de frío y te puedes enfermar- Interrumpí su oración, pero al terminar de decir la mía, negó.

-En ese caso tú tomarías frio-

-Iré en taxi, no es nada, solo...tómala así podré irme-

-Pero si la tomo te vas, entonces no lo haré- sonrió de lado.

-Isaac-

-Bien- Le extendí la campera y la tomó para ponérsela, lo saludé con la mano y me fui por donde llegue.

A las unas cuantas calles, encontré un taxi, finalmente. Le dicté la dirección al conductor y puso marcha hacia mi casa, estaba realmente cansada, ya ni pensaba con claridad, hasta que pude divisar mi casa del otro lado del vidrio trasero del vehículo, le pagué al señor y bajé, abrí la puerta y apenas entré, mi madre, con su atuendo de doctora vino a abrazarme, me envolvió en sus brazos.

-Lo siento...-susurró y algunas lágrimas escaparon de mis ojos, asintiendo en su hombro.

-Tú no tienes la culpa, y yo también debería disculparme..-

-No es nada, de seguro estas muy cansada, ¿por qué no vas a dormir? Mañana podremos hablar, ahora debo hacer mi turno de noche, cualquier cosa me llamas- me acarició la mejilla.

-Está bien, te amo mamá- Besé su mejilla y corrí a mi habitación y me tumbé en la cama.

Tal vez si llamaba a mi padre para tratar de aclarar todo podría ser mejor. Marqué su número en mi celular y puse el objeto contra mi mejilla, cuatro timbres más tarde alguien atendió.

-Catherine, mira, yo necesito un tiempo estar solo, no sé verdaderamente si soy tu padre, solo déjame un tiempo y luego haremos análisis tal vez, y no me vengas con tus tonterías de adolescente, ni vuelvas a llamar, olvídate de mí, adiós.

Y cortó la llamada, no podía ser tan...

Pero justo en ese momento se me hizo un nudo en el pecho, mi respiración era agitada y estaba empezando a marearme un poco, las piernas se me debilitaron y comencé a temblar, tomé mi móvil entre mis manos y como pude llamé a Thomas, quien enseguida contesto mis llamadas.

InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora