|MIRACULOUS LADYBUG| Siguiendo nuestros instintos |Fanfic Lemon +18|

ACTO I, PARTE 1: Amor joven

La brisa nocturna soplaba tranquilamente por París, viajando un largo tramo hasta toparse con la magnífica torre Eiffel, brillando en todo su esplendor.

Lo que más destacaba no era la construcción en sí, si no, una figura moteada que se encontraba sobre esta, la cual observaba la pacífica ciudad con suma calma. Le encantaba esa sensación, y si fuera por ella, se quedaría allí para siempre.

Su compañero, Chat Noir, se encontraba observándola desde atrás en completo silencio. Se sentía completamente confundido, y ya no podía acercarse a su Lady como siempre. Desde hacía ya tiempo que su corazón ya no latía con la misma intensidad, pero no es que el amor por ella se hubiese esfumado, todo lo contrario, estaba en su máximo punto, pero había una chica que amenazaba el territorio que antes pertenecía completamente a la heroína.

Por alguna razón, había logrado acercarse como Chat Noir a una compañera de clases. A una que, increíblemente, cambiaba completamente a la hora de enfrentarse con Adrien y con su alter-ego.

La verdad, Marinette siempre le había parecido una chica demasiado tímida, incluso se podría decir que hubieron veces que pensó que era un poco rara. Pero por cosas del destino, y gracias a que había logrado acercarse a ella, conoció un lado juguetón, un lado increíblemente alegre que desea conocer a fondo. Sus visitas se habían hecho un ritual continuo, y por ello, la impresión de su compañera de clases había cambiado. Para él, era ahora una chica decidida, risueña, graciosa, delicada, e increíblemente bella, aunque bueno, eso cualquiera podría descubrirlo. Sacudió su cabeza rápidamente, no podía seguir pensando esas cosas, sentía que estaba traicionando a su compañera de luchas por sus confusiones amorosas

-Estás muy callado hoy Chat, ¿todo va bien?- Preguntó la muchacha volteándose rápidamente, con una sonrisa en los labios. El joven apartó la mirada, esos labios le recordaban demasiado a los de Marinette, y de hecho, eso era algo que bien podía comparar, ya que últimamente, cada vez que se veían se quedaba viéndolos.

-N-No, no es nada- Dijo avergonzado, girando su vista. La mariquita soltó una risa que llenó el ambiente, tintineando en los oídos de Chat.

-¿Sabes algo? Hace poco una amiga me dijo que cuando uno estaba así de despistado era señal de amor...- Soltó la joven con tono fraternal, acercándose a su compañero y sentándose a su lado -¿Puede ser que este sea el caso?- Preguntó con una sonrisa melancólica, esbozándola como pudo ante el pinchazo que invadió su pecho. El chico, como nunca, se sentía incómodo ante la cercanía de la joven, tanto así que tuvo que girar un poco la cabeza hacia el lado contrario.

-No lo sé My Lady, no sé absolutamente nada- Contestó sincero en un suspiro, juntando sus manos en sus regazo. La joven le miró con ojos comprensivos, para luego golpear sus hombro con el suyo y sonreirle.

-Chat, si tienes algún problema, puedes decírmelo- Le dijo mirándole honesta -Somos compañeros, todos los días nos cuidamos las espaldas, puedes confiar en mí- Añadió colocando su mano en el hombro del contrario. Aquella bondad, más que tranquilizarle, le hacía daño, lo confundía y lo ahogaba al punto de querer huir. Aclaró su garganta y apretó los puños, quería pedir consejo a alguien, y esta era una oportunidad.

-Lady, es que, bueno...- Comenzó tratando de elegir las palabras correctas en su mente, volteándose un poco -¿Nunca has estado enamorada?- Decidió preguntar, sorprendiendo a la heroína.

-¡Oh! Eh... Vaya pregunta Chat, bueno, yo...- Comenzó a balbucear, sonrojándose bajo la máscara. ¿Qué debía decir? Ella sabía que su compañero estaba interesado en ella, y tampoco es como si pudiera responder claramente, ese último tiempo su cabeza estaba hecha un lío. La mirada del gato estaba puesta sobre ella, esperando una respuesta y poniéndola más incómoda aún, pero a la vez, ayudándola a hablar -Pues claro, yo hace muy poco estuve enamorada intensamente de un chico de mi clase- Dijo por fin, mirando al horizonte con una sonrisa en los labios. El héroe no pudo evitar sorprenderse por aquello, y era inevitable, pensar que mientras él le dedicaba poemas de amor ella miraba a alguien más le dolía.