|MIRACULOUS LADYBUG| Siguiendo nuestros instintos |Fanfic Lemon +18|

ACTO III, PARTE 2: Contra el lapiz y el papel <MARCANIËL/LADYNOIR>

—Así que... ¿Ahora eres la novia de Adrien? —La voz del pelirrojo rompió el silencio que se había instalado en la habitación de artes, sorprendiendo a Marinette, quien mantuvo apartada su mirada.

Después de todo el espectáculo que, sin saber los jóvenes héroes, fue espectado por Nathanaël a escondidas, este último se había ido directo a los baños para limpiar el estropicio que sus incontrolables impulsos le habían provocado hacer. Se lavó la cara con agua fría numerosas veces, tratando de hacer que su presión sanguínea y el palpitar de su corazón bajara, como buscando que sus poros bebieran el fluido transparente helado que el grifo otorgaba, que este llegara a su sangre, y finalmente, su ser entero se volviera como este, algo líquido, tranquilo y moldeable.
Pero sabía que eso no pasaría, pues por mucho que tratara, que dejara de pensar, de hacer lo que fuese, su mente le recordaba a su musa, su ángel, su bella y perfecta inspiración siendo ultrajada y arrebatada por ese modelo... Y lo peor de todo, es que ella fue quien así lo decidió, y es que él mismo sabía que Adrien no era ni malvado, ni mentiroso, ni cruel, ni siquiera un poco desagradable, sino todo lo contrario, era una de las mejores personas que había conocido, pues era casi tan bondadoso y amable que Marinette.
Golpeó el lavabo con rabia, más de una vez para hacer que el dolor físico fuera mayor que la presión que sentía en su corazón, pero no fue suficiente. Nunca le había dolido algo tanto en la vida.

Una vez ya un poco más recompuesto, se dirigió al aula de artes, donde vio como la de cabellos azabache despedía a su enamorado con un beso, bajando este las escaleras sin antes notar la presencia del joven artista, y frente a la sorpresa del pelirrojo, le dedicó una sonrisa socarrona, desafiante, como diciéndole en la cara "ni siquiera eres competencia", haciendo que su sangre hirviera y se arrepintiera in situ de los pensamientos anteriores respecto al modelo... Pero, de todas formas, el bien sabía que así era, que jamás ganaría el corazón de la franco-china... Pero, así y todo, aún le quedaba su última carta, y con esta, su última esperanza...

—¿Oh? Ah... Sí...—Respondió a la pregunta Marinette, como en un suave susurro. Sabía de los sentimientos de Nathanaël hacia ella, y por eso no quería hacerle ningún daño al pobre muchacho.

—Qué bueno, todos sabíamos que él te gustaba... —Escuchó su voz apagada, como diciendo algo que le quemase por dentro. Ella quería decirle alguna cosa para reconfortarle, pero sabía que, por ahora, lo mejor era callar. Él intentó desviar su atención a los trazos de lápiz, pero había un peso en su espalda que le hacía doler— Pero... —Nath detuvo su tarea, alzando su mirada hacia la chica, quien, al ver sus ojos, vio un brillo obstinado, decidido y determinado que hacía que se angustiara cada vez más— Pero al final creo que no puedo alegrarme... —Marinette no sabía muy bien que rostro había puesto, pero estaba segura que mostró su genuina sorpresa. Nunca se había imaginado que el pelirrojo dijese algo tan egoísta, algo que le resultó doloroso por la amistad que habían forjado hasta ese momento— Marinette, yo te quiero, y te he querido desde hace mucho tiempo... —Lo había dicho, se lo había dicho, pero siempre había imaginado su declaración oficial de una manera totalmente distinta, de una forma un millón de veces menos dolorosa.

—Nath, yo...—Intentó hablar, apoyarle y tranquilizarle, pero en su mente no podía formar nada que pudiese con lo que ella veía un corazón roto.

—No no, está bien... Yo... Yo lo acepto y todo, pero... —Habló de nuevo, sacando las palabras como un río veloz que abandonaban sus labios— Pero quiero que sepas que, a pesar de eso, yo definitivamente no te voy a poder sacar de mi cabeza... —La peliazul le vio con preocupación, juntando sus manos en un ovillo sobre el suelo, apretando sus labios conteniendo el pesar. Antes de que se diese cuenta, sintió como un calor estaba sobre sus falanges, levantando desde sus palmas hasta dejarlas en el aire unidas a las del artista frente a ella, tomándola por sorpresa— Así que, si hay alguna manera de poder entrar a tu corazón, créeme que lo intentaré con todo lo que tenga.