Capítulo 1

74 11 2
                                    

Alicia

Marta me había empezado a presionar para que lo hiciese. Y supongo que ya no tenía opción. Si Marta me obligaba, no iba a parar hasta conseguirlo. 

Y como no, lo hizo. 

Os explico, Marta es una chica alta de pelo castaño tan hiperactiva que nunca se podía estar quieta ni callada, y los días que no se tomaba sus pastillas era totalmente insoportable. Pero aún así era la única chica de mi clase que me caía bien. Seguramente porque no era una zorra predecible y cotilla, como todas las demás. El caso es que era mi única "amiga" siempre que no era una mole de dar gritos, pero no me podía quejar. 

El caso, desde hacía un mes Marta se había metido en un grupo de Whatsapp con personas de todo el mundo que amaban leer, y se pasaba el día hablando sobre ello. Y un día se le ocurrió la idea de que yo debería estar en ese grupo, para conocer a gente y bla bla bla. Me he negué desde un principio, pero al final fue imposible evitar que pasase mi número de teléfono. 

En un principio me limité a leer lo que ponían las chicas por el grupo, lo cual me demostró que el grupo no era más que una convención de hormonas disparadas que no paraban de enviar sus cuentas de Instagram para que las "diesemos amor". Estaba segura de que dentro de poco se pondrían a hablar de chicos. Tan predecibles como las zorras de mi clase. 

Pero Marta es una pesada en toda regla, y me obligó a hablar y presentarme, y a no ser una borde, como si serlo fuese algo malo. La mayoría de las chicas me caían mal, por ser tan asquerosas como todas, y las que no, era sencillamente porque no hablaban y no podía opinar sobre ellas. 

Solo había una chica que me llamaba la atención, porque como yo se pasaba la vida quejándose de una de las zorras de su clase, lo cuál me resultaba gracioso. No sabía como se llamaba, no tenía a nadie del grupo agregado a mis contactos,  pero cada vez que hablaba por el grupo me daban ganas de preguntárselo. 

Un día se lo conté a Marta, y me arrepentí de inmediato.  Me contó todo lo que sabía sobre ella. Se llamaba Layla, y vivía en Tenerife. Se quejaba de una chica que había sido su mejor amiga, llamada Gema, y que era tan zorra como las de nuestra clase. Que ahora solo le quedaba su novio y encima estaba distante, y por eso días atrás se había ido del grupo (detalle del cual no me había dado cuenta).

Esa misma tarde decidí hablarla. No tenía nade que perder. 

A  2.091,2 kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora