Capítulo 4.

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Layla.

Desde aquel día, la gente me miraba raro o esa era mi impresión. Algo dentro de mi me dice que me estoy volviendo paranoica, supongo que era normal, estuve a punto de suicidarme.

La voz de una amiga que había conocido el año pasado gracias a cambiarme de equipo e irme a uno mejor me sacó de mis pensamientos.

Ella era Esther, una chica alta, bastante más que yo, con una sonrisa traviesa y con unos ojos marrones que deslumbraban. Siempre la veía con una coleta que recogía su cabello castaño oscuro ya que era mi compañera de equipo.

- Lay, lo has hecho genial, el verano te ha cambiado, estas estupenda.- Me dijo mientras me pasaba el balón.- Este año va a ser duro, pero hable con el nuevo entrenador y dice que nos van a subir al A, solo a ti y a mi.

Perfecto, ya era lo que faltaba.

- ¿Y las demás? ¿Nuestro equipo de siempre?- Pregunté aunque ya sabia la respuesta.

- Ellas se quedan en el B, ya sabes como es esto, a las mejores las suben.

Me despedí de Esther y fui rápido hasta la parada del tranvía. El pabellón en donde entrenábamos esta muy lejos de mi casa a si que siempre tomo el tranvía para volver.

El año pasado había conocido a unas nuevas compañeras de equipo y más tarde se convirtieron en mis amigas, hasta el entrenador se convirtió en un gran apoyo para mi y ahora tendía que empezar de cero.

Empezar de cero.

A lo mejor eso era lo que tenía que hacer con mi vida, volverla a empezar.


Minutos después de que llegará a mi casa mi móvil sonó, para mi sorpresa era la simpática Alicia, habían pasado unos cuantos días desde la última vez que hablamos.

- Hola Lay, ¿cómo estás?

- Mucho mejor que hace unos minutos, he decidido que voy a cambiar de vida. Empezar de cero.

Después de explicarle todo a Alicia, le pareció buena idea pero...

- Yo voy a formar parte de esa nueva vida ¿verdad?

- Claro que si, tu eres la persona que más me ha apoyado, eres la única que se ha preocupado por mí.

Me sentí tan bien al decirle eso, era algo que de verdad pensaba y sentía. Después de aquello continuamos hablando hasta que llegó mi madre a casa. Todavía no se había dado cuenta del boquete que deje en la encimera.

La llamé y después de unos segundos apareció por la puerta del salón. Mi madre era tan bella, a pesar de su baja estatura. Tenia los ojos azules más bonitos que jamás haya visto y su pelo largo y rubio que siempre llevaba suelto porque tenía las orejas abanicadas, le caía liso y recto por la espalda.

- Hola cariño, ¿qué tal el entrenamiento?

- Pues como siempre, te quería comentar una cosa.

- Dime.

- Ya que el curso escolar acaba de empezar me podría cambiar de instituto, creo que necesito un cambio de aires y conocer a gente nueva.

- Ya veo...

Mi madre se lo estuvo pensando un buen rato, hasta que al final dijo:

- Pasar de un instituto privado a uno público no es tan fácil pero si es lo que quieres, hay uno al lado de la casa de tu abuela María, iras todos los días a comer con ella y ha hacerle compañía.

La abuela María, era la madre de mi padre. Después de su muerte la última vez que la vi fue en su funeral.


Al día siguiente, mi madre y yo fuimos al instituto para reservar plaza. El despacho de la directora era grande y con miles de títulos sobre la pared.

- Tu expediente es muy bueno señorita  Martínez, aquí tiene nuestra oferta de optativas para este año. Hay algunas asignaturas que son obligatorias pero la gran mayoría no. Bienvenida al instituto de educación secundaria y bachillerato Lorca, tu padre estaría muy orgulloso de ti.

Antes de venir mi madre me explico, que este era el instituto en donde mi padre se graduó y en donde mis padres se conocieron. Mi madre venia a hacer voluntariado ya que el instituto se derrumbó a causa de una tormenta, coincidieron y se enamoraron. Estuvieron toda la vida juntos hasta que murió.

Al salir del despacho mi madre me dijo que me quedara en la sala de espera unos minutos porque ella tenia que buscar a una persona.

Me senté y esperé.

Un chico se sentó al lado mía. Era muy alto, parecía un año mayor que yo, rubio de ojos verdes, parecía el típico rompecorazones, era muy guapo.

- ¿Qué opciones vas a coger?

-  Seguramente artes plásticas y las demás no se.

- Yo estoy en esa, seguramente nos veamos a menudo, soy David encantado.

- Layla.- dije dándole la mano.

- Bienvenida, ya verás que esto te gustará, hay miles de cosas que hacer. Te dejo mi número, háblame para meterte en el grupo de los de nuestro curso. Si me disculpas tengo que hablar con la directora. Hasta luego.- Dijo y me dio dos besos en cada mejilla.

- Adiós...

Y se fue, que raro...

A  2.091,2 kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora