Six.

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Me desperté con los rayos de luz en mis ojos. Cuando intenté moverme, unos fuentes brazos me lo impedían,  y fue justo allí cuando recordé que había dormido con Sergi.
Rápidamente me dí vuelta para contemplar su belleza pero falle en mi intento ya que se despertó.

-Buen día, princesa.-Me dijo con un tono adormilado.

-Hola, príncipe.-Me sonrió una vez que dije estas palabras. Su sonrisa era iluminadora, incluso más que los rayos de sol que entraban por la ventana.

-¿Cómo amaneciste?

-Rodeada por unos brazos que no me dejaban moverme. Eres un oso, Sergi.

-¿Me va sa decir que no te gustó dormir así?-Dijo muy creído.

-No voy a negar que me encantó dormir contigo, pero ya es hora de levantarnos. Si se llega a despertar Maria o llega tu mujer, estamos muertos.

-No lo digas como si hubiéramos hecho algo malo.

-¿Dormir con otra mujer que no es tu esposa no es malo?

-No es malo si la mujer te gusta.-Y si, me sonroje.-Sos hermosa cuando te sonrojas.

-Bueno, ya. Vamos a levantarnos. Voy a tu habitación a ver a Maria.

-Quédate un rato más.-Me dijo haciendo puchero con sus tan besables labios.

-No Sergi, no me lo hagas más complicado.

-Está bien, pero déjame decirte algo.

-Dime.

-Dormir con vos se convirtió, a partir de anoche, en mi nuevo momento favorito.

-Eres un tierno.

-Tú sacas esta parte de mi.-Le sonreí y me fui a ver a mi amiga. Como supuse ella estaba todavía durmiendo como el oso que era.

-Despierta, dormilona.

-Déjame jodida.

-Está bien, pero llegaremos tarde al instituto Maria.

-¡Claro! Me había olvidado que hoy había instituto.

-¡Cabezota!

-Bueno, iré a tomar una ducha.

-Está bien, me cambiaré y te esperaré abajo.-Deje que mi amiga buscará las cosas para ducharse y luego me vestí. Bajé al comedor en busca de comida, pero encontré otro plato apetitoso, Sergi. Valla sorpresa me llevé cuando logré divisar a su esposa con él. Se veía a la distancia que estaban discutiendo y yo no quería presenciar eso.
Con cautela me fui a la sala de estar a  esperar que el tiempo pasara y Maria bajara.
Me puse a observar fotografías que había de la familia, de Sergi, de Maria pero me sorprendí cuando no logré ver ninguna imagen de la mamá de mi amiga.

-¡Julia!-Me sobresalté al ver a Sergi observándome con detenimiento.

-Hola...

-¿Ya se van?

-Aún no, estoy esperando que Maria salga de ducharse.

-Tienes tiempo de espera.-Quiso sonreír pero no pudo.

-¿Pasa algo?

-¿Por qué Guadalupe no tiene la capacidad de ver que no estoy bien así como tú haces?

-Pasó algo con ella.-Dije afirmando.

-Pues claro, ¿Con quien más? 

-¿Puedes decirme que ocurrió Sergi?

-Celos de nuevo,  y ésta vez no se lo negué.

-¿¡Que hiciste qué!?

-No se lo negué,  porque antes nada de lo que ella decía era cierto, ahora si.

-Pero no hicimos nada malo.

-Ya sé, pero antes no sentía nada por otra mujer que no sea ella.-No puedo negar que esto me dejó shockeada. No pensaba que iba a ser tan sincero en éste tema.

-¿Co...?-No pude terminar porque escuché los pasos de Maria bajar por las escaleras.

-Juli, aquí estabas. ¡Vámonos!

-Vale.-Dije desganada.

-Las llevo yo chicas.-Ofreció Sergi.

-Está bien pa, pero vámonos ya.

-Vale. Ya las alcanzo en el coche, vayan.-Buscamos nuestras mochilas y nos encaminamos al coche de Sergi.-Suban.-Dijo.
El camino pasó con preguntas de mi amiga, con miradas entre Sergi y yo y un silencio incómodo.
Al llegar, Maria saludó a su padre y yo por educación, o eso es lo que yo quiero que Maria piense, saludé a Sergi.

-Después te llamo, princesa.-Me susurró al oído y una oleada de calor se apoderó de mi cuerpo.
Caminé hasta alcanzar a Maria y nos adentramos en el instituto.

Mi mañana pasó normal, con Lucas molestando, con Marc contándome sus cosas, con Lautaro y Maria devorándose delante de nosotros y por último, Dante mirándome esperando que le dijera algo.

La última campana sonó e indicaba que la hora de volver a casa había llegado, me despedí de mis amigos y acompañé a Maria a la salida donde la esperaba su madre. Una vez sola, me encaminé a mi casa en busca de mi cama para poder dormir mi merecida siesta.

-¡Llegué!-Grité con todas las fuerzas, esperando que alguien me contestara.

-Hola hija.-Contestó con un grito mi madre desde su habitación.-¿Cómo estás?

-Muy bien madre. Iré a dormir,  nos vemos luego.-Dije con muy pocas ganas de hablar con ella, luego de dejarme varada en la casa de mi amiga, aunque eso no fue gran molestia.
Subí a mi habitación y me recosté en la cama. Cuando logré conciliar el sueño, me adentré en mis pensamientos que me llevaron a soñar mi gran príncipe azul, Sergi.

Señor Mayor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora