Primera parte

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El sargento Louis Tomlinson nunca había visto tantos brillos en un lugar antes. Todos los clubes arriba y abajo de la calle en el centro de Doncaster estaban cerrando y las aceras se estaban llenando rápidamente de todo tipo de clientes, desde el achispado al asombrosamente borracho.

Normalmente, eso no era nada que trajera a la policía del área metropolitana de Doncaster a la escena, pero había habido un informe de disturbios frente a una de las discotecas y había estado de camino a casa y cerca, así que aquí estaba Louis, jugando al mediador entre el metro ochenta y dos de alto y con peluca rubia, artista drag y su al parecer infiel novio.

El novio era el que tenía un ojo morado.

A medio camino de intentar averiguar si alguno de los dos quería presentar cargos, el novio dijo lo que debía haber sido la cosa correcta, y Louis meneó la cabeza con una sonrisa cuando los dos se arreglaron a la velocidad de la luz y le dejaron sin ninguna razón para quedarse.

Se dio la vuelta, metiendo su bloc de notas en el bolsillo, para encontrar que tenía compañía. En la forma de un joven de aspecto travieso apoyado en el lateral del coche patrulla de Louis con una sonrisa en sus labios rosa-brillante que parecían demasiado mundanos para su de otra manera cara de aspecto tan inocente.

"¿Puedo ayudarle?", él preguntó, mirando a su alrededor brevemente antes de posar su mirada en el joven de nuevo. Tal vez metro setenta si Louis contaba las botas de plataforma que llevaba, y no podía tener ni un día más de veintiún años. ¿Era incluso legal para cualquiera de los clubes de por aquí?

El chico sonrió más ampliamente, mostrando sus hoyuelos. "Apuesto a que puedes". Delgados dedos gesticularon en la dirección en que la pareja se había ido en su taxi de escape. "Ella iba a llevarme"

Louis levantó las cejas. "¿El drag queen?"

Eso le consiguió un muy arrugado y denso ceño sobre los ojos verdes. "Ella no es una drag queen. Ella se ha operado"

"Oh. Lo siento."

Una rápida elevación de un hombro descubierto porque la destrozada parte superior de la blusa de malla negra del joven no parecía como que le cubriera por completo - o en absoluto, en realidad- estaba en su trabajo la descripción. "Está bien. No es como si ella te enseñara su vagina para que lo supieras."

Louis no tuvo tiempo de recuperarse de esa sorprendente declaración antes de que él fuera honrado con otra chispeante y brillante sonrisa, con un toque de algo en ella.

"De todos modos, ella era mi CD, conductor designado. Y tú eres un agente de la ley, ¿no? ¿Haces buenas obras y todo eso?"

Louis se echó a reír. "Lo intento".

"¡Formidable!" dijo el joven, alejándose del lateral del coche. "Vamos yo te enseño donde vivo." De inmediato abrió la puerta del lado del pasajero y se metió en el coche patrulla.

Louis parpadeó, sus cejas fruncidas cuando se agachó para impedir que cerrase la puerta. "Perdone, joven-"

"Harry". Una amplia y descarada sonrisa. "Pero, tu puedes llamarme todo lo que quieras"

"Voy a tener que pedirte que salgas del coche... Harry".

Piernas largas, tan desnudas como el hombro de Harry, dobladas debajo de él en el asiento, al parecer, poniéndose cómodo para el viaje... el que no iba a suceder. "Bueno, he liquidado todos mis bienes en la economía-código para demasiados chupitos de aguardiente de menta- así que a menos que quieras que conduzca..." Harry inclinó la cabeza para mirar arriba hacia él con una mirada zalamera, ayudada por sonrosadas mejillas por el alcohol y ojos un poco demasiado brillantes. "Vamos... que tú espantaste a mi conductor, lo menos que puedes hacer es asegurarte de que llegue a casa de una sola pieza".

Agente Caliente (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora