segunda parte

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Harry no le prestó mucha atención a las dobles reacciones y miradas fijas que le dispararon en su camino mientras caminaba con seguridad por las escaleras hasta la comisaria de policía del Distrito 12 y atravesaba las puertas. En una mano llevaba un contenedor de plástico de color rosa brillante y en la otra su muy favorito bolso de Balenciaga en color verde espuma del mar. Bien, no sólo era su favorito, también era el único. Le había costado cerca de dos meses de alquiler, pero oh, los valía.

Ahora, ¿dónde encontraba a su caballero de no-tan-brillante armadura?

Se detuvo frente a la primera mesa que vio y le dio a la mujer detrás de ella una radiante sonrisa.

"Estoy buscando a Louis Tomlinson."

El único cambio en su expresión fue la sutil elevación de una ceja.

Sin inmutarse, Harry se encogió de hombros, sin dejar de sonreír alegremente. "Está bien. ¡Le encontraré por mi mismo!" Se dio la vuelta.

El único cambio en su expresión fue la elevación sutil de una ceja. Se dio la vuelta caminando penosamente.

La agente de recepción debía haber tenido visiones de él dando vueltas alrededor de la comisaria dejando brillantina a su paso y ¿quién debería de limpiar eso? Porque ella resopló un suspiro y levantó una mano.

"Aguanta aquí, brillitos. Segundo piso, pregunta por el Sargento Tomlinson en el escritorio"

Los ojos de Harry se abrieron como platos. "Oooh, ¿él es Sargento? ¡Gracias!" Él la vio poner los ojos cuando él echó a correr, pero no le veía ningún sentido a dejar que las actitudes negativas de otras personas afectaran a la suya. Así que saludó alegremente por encima de su hombro mientras subía al ascensor.

No es que Harry no supiera lo que la gente pensaba de él. Era que a él no le importaba. Él no pensaba que ellos perdieran el sueño preocupándose por lo que el pequeño y tonto maricón con la fabulosa bufanda de Dolce pensaba de ellos. ¿Por qué ser algo que no le gustaba sólo para hacer que gente que no conocía se sintiese cómoda?

Además, ¿quien no necesitaba utilizar más bonitos brillos en su vida?

Hablando de alguien con una necesidad desesperada de un poco de brillo... Harry vio a su Agente Caliente de pie junto a una mesa, de espaldas a Harry y, ugh, su aura decía que no tenia suficientes personas brillantes alrededor compartiendo su felicidad con él. ¡Bueno, eso estaba a punto de cambiar!

Harry había estado pensando acerca de Lou, alias Agente Caliente, desde que él lo había dejado y el pobre tipo casi había rogado por ser llevado arriba y que lo dejaran salir de su triste caja.

Harry casi había hecho exactamente eso, pero algo le detuvo. Si él sabia algo, era cuando escuchar a su instinto, o al Universo, o como quisieras llamarlo. Y anoche su Universo le dijo que esperara.

No era una palabra con la que fuese bueno.

Pero, sin embargo, había dejado salir al Agente Caliente, viéndose para todo el mundo como aturdido, decepcionado, pero como una especie de ridículamente sexi cachorro al que acababan de quitarle un hueso. Harry ahogó una risita. Hueso.

Llegó a la mesa, saltando sobre ella y alcanzando para golpearle en el hombro con un dedo. "Agente, me gustaría informar de un delito".

Lou se volvió, sus ojos azules cada vez más amplios por la sorpresa. Harry, sonriendo, lanzando pequeños saludos a los otros agentes, quienes le miraban como si él pudiera ser una bomba que necesitase una brigada o algo así.

"¿Qué estás...?"

Harry puso su Balenciaga en la mesa junto a él y levantó el contenedor de color de rosa. "Esta es una prueba." Él instó a Lou a tomarlo, asintiendo con la cabeza. "Ten cuidado, es delicioso."

Espesas cejas negras se juntaron. El hombre tenía un gesto serio formándose arrugas. "Es... ¿qué?"

"¡Delicioso!" Harry sonrió y quitó la tapa, haciendo un gesto. "Espero haber hecho lo suficiente para todos."

Lou miró al interior del recipiente, donde dos docenas de magníficas, perfectamente hechas y obscenamente gordas rosquillas se asentaban en ordenadas filas. "¿Tú hiciste esto? ¿En serio?" Harry se rio y encogió uno de sus hombros. "Está bien, quizás esa era una pequeña mentira. Sin embargo, las compré. ¡Y el contenedor es mío! ¡Además, me hice todo el camino hasta aquí a tiempo para el desayuno!"

"Es casi mediodía."

Harry tomó el contenedor y lo puso sobre la mesa. "¡Exacto! Aquí, chicos, ayudaros a vosotros mismos" Él le dio a la caja un pequeño empujón en dirección a los otros, que la estaban mirando como si fuera un pequeño corderito en medio de una manada de lobos hambrientos.

Se volvió hacia Lou y le sonrió. "Hola".

En lugar de una sonrisa y un "hola" a cambio, Lou le agarró la muñeca, tiró de él bajándolo de la mesa y comenzó a tirar de él hacia una oficina a unos pocos metros de distancia. Frunció el ceño, mirando hacia atrás por encima de su hombro. "Pero... mi bolsa..." Lou le dio una mirada maliciosa, y Harry le envió una tímida de vuelta. "Bueno, es una habitación llena de policías, así que supongo que estará bien."

La puerta de la oficina se cerró detrás de ellos, un poco más fuerte de lo necesario. Harry sonrió y miró a su alrededor. "¿Es esta tu oficina?"

"Sí. ¿Qué estás haciendo aquí?"

Harry se acercó a la estantería, con la esperanza de encontrar algunas fotos en marcos, unas pocas novelas de ficción, algo que le dijera que tipo de vida llevaba su agente fuera del trabajo, pero no había nada personal. Vio los manuales de la policía, los premios por el servicio y valor, pero nada que le diera ninguna pista acerca de quién era Lou.

Miró por encima de su hombro. "Te he traído rosquillas. Con una 'gh' ya que la manera de Dunkin (Dunkin' Donuts – Marca de rosquillas.) tiene mala gramática" (Aquí se perdió el chiste al traducir porque habla de la manera de escribir "doughnuts" correctamente.)

Lou movió la cabeza, como si estuviera mareado. Si esto fuera un dibujo animado, tendría estrellas alrededor de la cabeza o algo así. "Bueno, quiero decir he visto eso, ¿pero por qué...? "

Harry se volvió hacia él. "¿No sabes por qué?"

Lou se encogió de hombros. "En realidad no."

"Ahh, eso es muy triste, Lou. Las traje para darte las gracias y porque quería volver a verte" Él se dejó caer en el silla, cruzando las piernas. "Me gustas". Su sonrisa era un poco tímida. "Y yo sé que te gusto"

Lou no intentó negarlo, pero la forma en que su mirada se movió a la ventana y los otros agentes fuera de ella, le dijo a Harry que definitivamente no estaba fuera del armario. No había esperado que lo estuviera. Ahogó una punzada de compasión. Lou no necesitaba su compasión. El pobre hombre necesitaba su ayuda.

Por no hablar de sus besos. Montones de besos.

"No puedes estar aquí. Lo siento. Fue muy amable de tu parte el pensar en mí y todo eso, pero..."

Harry se puso de pie, acercándose. Se dijo a simismo que no estuviera dolido por la forma en que   Lou dio un paso atrás. Harry podía no estar en cualquier lugar cerca del armario -había sido siempre gay, real- pero podía simpatizar con el temor que mantenía a alguien como Lou allí.

"Está bien, Lou. Veámonos cuando termines tus... ¿Vueltas? ¿Rondas? Bueno, lo que sea, cuando las termines. ¿Esta bien?"

Lou frunció el ceño y sacudió la cabeza. "No creo que eso sea una buena idea".

"¡Tonterías! Esa es una de mis mejores ideas. Confía en mí". Harry sonrió y se resistió a la tentación de darle un beso. "Vas a venir. Ten hambre. Voy a ordenar algo fabuloso y pretender que lo he cocinado", se rio y abrió la puerta, luego se paseo hacia los ascensores en el lado opuesto.

Hizo una pausa para recoger su bolso de encima de la mesa ahora ocupado por un corpulento, hombre de mediana edad. "Gracias por vigilarla por mí, hermoso", murmuró con un guiño. El hombre se atragantó y sus orejas se pusieron rojas cuando Harry se deslizó la bolsa por encima de su brazo y se dirigió a la puerta con los ojos de todos en la sala sobre él cuando lo hizo.

Justo del modo que a él le gustaba.  

Agente Caliente (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora