El funeral.

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Duncan, Arizona 09 de Noviembre de 2013.

La chica siguió viendo aquel cuerpo muerto que yacía en ese ataúd negro. Sus ojos no se apartaban de su maquillada piel blanca. A pesar de todo el esfuerzo, el maquillaje no era suficiente para ocultar su magullado cuello. La piel empezaba a hacerse notoriamente morada, ya había pasado unos días muerto antes de ser encontrado. Él había salido a visitar a su tío, que vivía en una montaña. Cuando apareció un desvío, equivocadamente marcado, que él no consiguió ver. Cayó 100 pies por el acantilado hasta que se atascó entre unos árboles, su cuerpo se impulsó hacia el vidrio delantero, rompiéndolo. Unos cuantos vidrios gruesos se clavaron en su garganta, asegurándole una muerte lenta y unas marcas imposibles de ocultar. Duró cuatro días allí, sin ser encontrado. Murió a las cinco horas, aproximadamente. Eso era lo que ella no sabía, la muerte del chico se le fue anunciada el mismo día que fue encontrado. Ella no sabía que ya habían pasado cuatro días. Y en esos días ella aún recibía sus mensajes. Los mensajes que no podían dejar de enviarse mutuamente, según su promesa jamás rota. Sintió como el teléfono vibraba en su bolsillo derecho; pero no se molesto en revisarlo. Le daba igual, aunque no supiera que era el mensaje que cambiaría su vida, ya sea a bien o a mal. Apartó sus cristalinos ojos, de los cuales no había salido una sola lágrima desde que le fue informada de la muerte del chico, del ataúd y miro hacia hacia la madre del fallecido, sorprendiéndose ante el hecho de que la señora ya la observaba. No con esa mirada de tristeza y pena, típica de un funeral, sino una de odio, un odio inevitable que la carcomía por dentro sin razón alguna. La chica abrió un poco los ojos, notoriamente sorprendida y asustada. Sin saber que más hacer solo se alejó del ataúd, después de poner sus dedo índice y corazón en sus labios y darles un beso, para luego con estos dos tocar el ataúd. Se fue de aquel lugar, con la esperanza de que todo eso quedará atrás, y él no terminaría siendo más que solo un buen recuerdo de su pasado. Pero lo que ella no sabía es que esto apenas iba empezando.

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