Edificio complicado

12 1 0
                                    

Luego de ocho horas de viaje y cuarenta y cinco minutos para salir del aeropuerto ya estoy en un taxi camino a mi nuevo apartamento.
La ventana del vehículo esta baja, haciendo que mi cabello se revuelva por el viento

"Beep"

Mi teléfono.

"Beep"

Reviso mi bolsa buscándolo, pero no lo encuentro.

"Beep"

Toco los bolsillos de mi abrigo y tampoco esta allí.

"Beep"


Okay. Esto no es bueno. No es nada bueno.


"Beep"
"Beep"
"Beep"
"Beep"

¿Y si es por una entrevista de trabajo?

"Beep, beep"

Seguramente que es algo importante.

"Beep, beep, beep"

¡Maldición!

"Beep, beep, beep, beep."

¡Lo encontré!

—Buenas noches, Mackenzie Flox.
—¡Vaya! Ya hasta tienes tu propia frase para contestar el teléfono.

¿Zackary? ¿Enserio?

Ah, eres .
Que emoción que tienes por hablar con tu hermano. Se nota que me extrañas.
Oye, si te extraño.
Siempre al frente con la verdad, Louise.
Ya, tienes razón. No te estoy extrañando ni un poquito.
Creeme que yo tampoco. Ya estoy poniendo mis cosas en tu habitación.

¿Qué? Maldito.

Espero que no lleves a ninguna de tus "amigas" ahí.
Tranquila.
Genial, porque sigue siendo mi habitación.
Solo la convertiré en un prostíbulo.

¿Qué mierdas esta diciendo? No puede hacer eso. Le diré a papá. ¡No, no es necesario!

No puedes hacer eso. Es ilegal.

¡Aja! Keke-1
Zack-0

Claro que si puedo. Por eso lo hago. ¿Sabes lo feo que es no poder alquilar a una mujer?
Eres un maldito machista, Zackary.
Agradece que soy machista y no marxista.
¿Y por que tendrías que ser marxista?
No lo .
Eres un estúpido.
Gracias.

—Señora deje de hablar por teléfono. Ya llegamos -interrumpió el chofer. —Claro, disculpe un segundo.
Volví a ponerme el teléfono en el oído.

Zack, ya llegué a mi departamento. Te llamo luego
Claro, coockie. Adiós.
Adiós.

—Son 25,45 dólares.
—Claro, aquí tiene —abrí mi bolso, saque el dinero y se lo entregué al hombre.
Y me quede sentada esperando a que me diera la respuesta.
—Ya puede ir a buscar sus maletas —. ¿Qué? ¿Ni un gracias? ¿Por favor? ¿Algo? Que malos modales.
Salí del coche y fui a la parte trasera a buscar mis cosas. Y en menos de 3 segundos el taxi ya no estaba.
Me di vuelta y pude apreciar el hermoso edificio en el que iba a vivir.
Habían tantas personas en la puerta que casi no se podía entrar. Pero seguro que si pido permiso me dejan un lugar.
—Disculpe, permiso —pedí cortésmente.
El grupo de personas aun no se alejaba. Seguramente no me habrán escuchado.
—Lo lamento, ¿me dejaría pasar?
Nada.
Y luego de tratar de entrar a la puerta mas de 4 veces a la fuerza... Lo logré.
Y sin un "por favor" ya que parece que aquí esa palabra vale nada.
Una vez que entré al edificio pude apreciar el hermoso hall que había. Me acerqué al mostrador con todas mis maletas y esperé paciente a que la chica que mascaba chicle en éste me atendiera.
Pero no pasó.
—Disculpe —tosí falsamente con delicadeza.
La chica levanto la cabeza varios segundos después.
—¿Bueno? -respondió de mala gana. Que gente mal enseñada que hay aquí. No puede ir por la vida tratando mal a los clientes.
—Trateme con respeto. Soy una residente, no un saco de patatas —hablé con elegancia en mi tono.
—Escuchame, rubia hueca, —Pero como se atreve. -no todos tenemos la suerte y el dinero que tú tienes. Yo vengo todos los días a aquí. A trabajar y a aguantar a gente que vive en un algodón de azúcar como tú. Pero hoy, tuve un día de mierda. Así que dame tu maldito nombre, te doy tu llave y te largas de mi vista.
Me quedé totalmente impactada. Esto es inaceptable. No pueden haber servicios así en lugares tan caros.
—Deseo hablar con tu superior.
—Y yo deseo irme a vivir en Hawaii sin una puta responsabilidad. ¿Lo tengo? No.
—Quiero que ahora mismo llames a tu superior si no quieres tener problemas —hablo con seguridad en mis palabras. Esta maldita... tonta, no hará que me rebaje.
La... "tonta" fue hacia una de las entradas que habían detrás de ella.
—¿Esto va demorar mucho? Porque si es así se puede ir yendo, rubia.
Un hombre que estaba detrás de mi me estaba tocando el hombro mientras me hablaba. ¿Como se atreve a tocarme? Ni siquiera me conoce.
—No me toque, por favor. Y no tardará mucho. Seria más fácil si la empleada hiciera bien su trabajo y respetara a los residentes del edificio —respondí lo más cortés que pude. Estas personas cada vez me sorprenden más.
—Siento si la incomode, señorita Soy-rubia-me-creo-mucho.
¿Que tienen todos con mi cabello?
—Solo pido respeto hacia mi persona —. Y sin más que decir me di vuelta dando por terminada la conversación.
Minutos después apareció la chica junto con un hombre algo mayor que yo. No mucho. Le daba unos 30.
—Buenas tardes, Dominik Blacke. Gerente del edificio.
—Flox, Mackenzie Flox. Un placer conocerlo.
Y si que era un placer. Cabello negro, mandíbula cuadrada, ojos azules y cejas pronunciadas formando una mirada tenaz y seductora.
—El placer es todo mío. ¿Cuál es el problema, madame? —. Al fin alguien que me trata con respeto.
—El problema es la señorita aquí presente. Yo simplemente vine a pedir la llave de mi nuevo apartamento, cuando la chica me ignoró para luego insultarme infantilmente.
—Entiendo. Pero seguro que hay una explicación... ¿No es así, señorita Smith?
—Lo siento mucho, señora, no volverá a pasar. Hoy tuve un mal día y no volverá a pasar —habló con tono de obligación. No me gusta competir ni diferenciar a las personas por su posición económica pero... Que se joda esta maldita piraña. No me llega ni a los talones.
—Acepto sus disculpas, y espero que no se vuelva a repetir —sonreí con algo de victoria en mi mirada.
—Así sera, señorita Flox.
—Aquí están las llaves de su departamento —Informó Dominik. Mm, hasta su nombre es sexy.
—Muchas gracias, señor Blacke.
—Más tarde pasaré por su departamento para ver si es de su agrado —sonrió coqueto.
—Con gusto recibo una visita suya.

MackenzieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora