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-Elena, la comida esta lista- gritó mi padre desde la planta baja.

-ya voy! - grité en respuesta.

Dejé el pincel en el plástico con colores esparcidos entre sí y di mi pintura por terminado. Salí de la pequeña habitación donde habitualmente guardo mis pinturas sin sentido, pero que a la vez, lo son todo, y me dirigí hacia el baño. Lavé mis manos y quité algunas machas de pintura de mi rostro, me seque y baje.
Mi estómago gruñó al ver la comida humeante reposando en la mesa de comedor.

- Para mi persona favorita - me guiñó un ojo y se sentó a mi lado con su plato.

Probé un bocado del Spaghetti a la boloñesa, mi comida favorita. Sentí como la comida caliente bajaba y quemaba mi garganta a su paso. Aún así estaba exquisita.

Mi padre ejercía el empleo de Chef en un restaurante a unas calles de nuestra casa. Dirigía a su equipo, por lo tanto era el que trabajaba la mayoría del tiempo. Rara a la vez que se daban momentos como estos. Así que deje mis pensamientos de lado, y me dispuse a disfrutar de su compañía.

- y ¿como te va en la universidad? - preguntó mientras le daba un sorbo a su vino.

- bien - me limité a decir. Nunca era muy habladora en temas que se relacionaban con mi educación.

-Mmm - hizo un gesto pensativo - no hay chicos detrás de mi pequeña, ¿o si? - frunció el ceño graciosamente.

- Papá- me quejé - no soy tu pequeña ya - reímos.

- evadiste mi pregunta, eso significa que hay alguien, señorita Tyler - me apuntó con el tenedor.

-no, para nada. Sabes que nadie se podrá fijar en una chica cual se la pasa encerrada en una habitación pintando, es amante al arte y a la poesía, es un desastre andante y bueno, su segundo mejor amigo es un gato - finalicé con una risilla.

Noté que mi padre sonreía disimuladamente.

-eres igual a tu madre - sonrió con nostalgia - pero bueno, no te menosprecies, ya verás que algún día llegará el indicado -

- el indicado para mi es el arte y punto - alcé mi mentón hacia mi padre de forma graciosa y rió.

-vale, está mejor así - alzó los pulgares.

Seguimos hablando de cosas sin sentido, hasta que terminamos la cena. Me despedí de mi padre quien prefirió quedarse viendo una serie en la tele.

Entré a mi habitación y cerre la puerta de paso. Lavé mis dientes, apagué las luces, excepto la de mi mesa de noche, para poder continuar leyendo algunos versos de Whitman. Al cabo de media hora el cansancio definitivo me invadió y mis parpados me pesaban. Apagué la unica luz que quedaba y puse el viejo libro en la mesa, y me di el privilegio de descansar toda la noche.

*

En la mañana siguiente desperté con ánimos. Me di una ducha caliente y busqué una ropa cálida, ya que había comenzado a nevar. Por último, busqué mis botas de nieve, un regalo de mi padre, y me las coloqué. Baje las escaleras y como casi todas las mañanas había una nota amarilla.

'Entré a trabajar temprano, deje el desayuno en el microondas ya listo,
  Que tengas buen día ardillita,

                                   Te quiere, Papá'

Sonreí por el apodo de 'ardillita'. Era una costumbre de mamá llamarme de esa forma, por mis absurdas pecas. Deje de lado el pensamiento y me dirigí al microondas, al abrirlo encontré unos waffles con moras, lo calenté nuevamente, y disfruté de el desayuno. Cuando miré la hora se me estaba haciendo un poco tarde, así que agarré mi mochila azul con los cuadernos y libros, las llaves, y partí en dirección a la universidad.

No tardé en llegar, las calles estaban un tanto desiertas por la nieve que caía y el mal tiempo. Bajé del auto con mis cosas y fui a mi casillero, a intercambiar algunos libros. A primera hora tenía biología, así que me apresuré si no quería obtener un sermón de el profesor. Al doblar en una esquina, por la prisa, no me di cuenta de que había chocado con un chico.

-perdón, lo lamento - me excuse, recogí mis cosas rápidamente sin mirar a el chico por la vergüenza que sentía, y me fui directo para el aula.

Tomé asiento al lado de Jeremy, mi mejor amigo desde preparatoria. Un chico simpático, de ojos azul eléctrico, contrastando con su tez blanca, y su cabello color castaño. Ahí terminaba mi circulo de amistades, mi gato Waltie y Jeremy, siempre lo necesario.

-como estás ardillita - así es, Jeremy también adoptó esa costumbre de decirme ese ridiculo apodo.

- Jer, deja ese apodo, me hace sentir estúpida, y estoy bien - le di una sonrisa.

-es inevitable - hizo una mueca extraña y solté una carcajada.

El profesor entró y todo el mundo recobró su postura. La clase pasó mas bien de lo que esperaba, nada de tareas, al fin! Un viernes sin tareas por parte de la clase de biología, valla milagro.

Luego de química y cálculo, había de por medio una hora, antes de empezar literatura y finalizar con mi clase elegida, arte. Así que me dirigí a la cafetería, compré un muffin y un jugo de manzana. Me senté en la mesa roja gastada del fondo y enseguida recibí un mensaje de texto, era de Jeremy.

Jer:
"¿cafetería al fondo?"

Elle:
"Yup"

Al par de minutos tenía al castaño a mi lado, robandome trozos de mi muffin.

-adivina - soltó después de un largo silencio.

-espera, no tengo mi bolita mágica - dije con sarcasmo.

-ugh, tu maldito sarcasmo Elle - más llamó por mi apodo mas común.

- dime - Sonreí.

- he invitado a Caitlyn a salir- dijo y escondió su rostro entre sus manos.

-oh Dios mío - dije con tono de picardía -  al fin buenas noticias, pero, ¿porque ese gesto? - enseñó su rostro y me dio una sonrisa cómplice.

-creo que ya sé, quieres que te ayude ah - revolví su cabello, se había vuelto una costumbre.

-exacto ardillita - infló sus cachetes de modo que se veía tierno, AGH! siempre me convencía.

-de acuerdo - me encogí de hombros - para cuando es la "cita aún-no planificada".

- mañana -

-¿¡pretendes que te ayude en menos de 24 horas?!





Ángel, Estoy AquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora