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«Larva / Crisálidas / Pupa»

De entre tantos universos y tantas escenas, Sehun siempre deseó e idealizó una en donde dejaba ir las palabras de manera libre, en donde cada consonante se uniera a una vocal para formar una palabra. Oraciones y párrafos que pudiese dar fe de lo que Luhan, su pequeño Luhan, le hacía sentir; lo que todavía siente.

Es en este punto cuando Sehun se da cuenta de que todavía siente. El recuerdo de la sonrisa de Luhan, su voz y su suave personalidad arrollándolo, sólo le confirma lo errático que late su corazón. Latidos ferros que rebotan dentro de sí y el recuerdo del amor que siente por Luhan lo mantiene ahí, sujeto a la vida.

Y no lo entiende. Porque hace unos instantes sintió como Luhan se llevaba sus últimos suspiros entre los dientes, vio la boca de mayor manchada de sangre, su sangre, y escuchó el crujir de sus huesos. El dolor que sintió, inmesurado y apabullante, fue un claro aviso de que segundos después moriría.

Sin embargo, su cuerpo se siente bien, estable. No hay dolor y siente la sangre fluir por su torrente sanguíneo. La sangre está en su lugar y no escurriendo por su piel como antes de despertar. Sehun no lo entiende. ¿Qué está pasando? Se pregunta repetidas veces.

Cuando decide abrir los ojos, una luz blanca le penetra de forma fastidiosa, no es la luz del sol que se cuela por su ventana todos los días, que le recuerda que ya ha amanecido y que debe ir a la facultad, es una luz blanca incandescente, similar a la luz de las bombillas en los pasillos más desérticos de un hospital. Lo segundo que Sehun persigue es un lánguido «Bip, bip, bip» que va cobrando fuerza a medida que respira, lo tercero en su campo visual es su cuerpo entero con miles de cables conectados por doquier.
Pero su cuerpo está bien, no tiene marcas, no está desgarrado y aún más importante, y es un hecho que hasta ese momento no había logrado entender es que, está vivo.

—Oh, ya despertaste.

La luz incandescente se apaga y en su lugar queda una más tenue, una que le permite a Sehun mirar a su alrededor mientras se levanta lentamente de lo que parece ser una camilla. No tiene la ropa puesta, está desnudo con una sábana cubriendo su cuerpo y de inmediato intenta cubrirse con reticencia. Una risa se expande en el lugar creando un molesto eco y cuando Sehun visualiza el causante no hace más que ponerse alerta.

—Vamos, muchacho. Cálmate —suaviza aquel hombre.

Ahora que Sehun lo observa más de cerca puede decir que es una persona con facciones delicadas pero duras al mismo tiempo, como si lo hubiesen creado para deslumbrar. Sehun lo observa, su piel de un tono oscuro y su pequeña risa no hacen más que asustarle, a fin de cuenta ese chico no es un completo desconocido; lo había visto en el parque, junto al extraño chico del sombrero negro.

Otra razón para creer que lo que pasó hace un momento fue real, y que pese a las condiciones en las que despertó, hay un por qué detrás de todo esto.

—¿Quién eres tú? ¿Dónde está Luhan?

Las preguntas asaltan los pensamientos de Sehun al igual que el miedo. Sus manos tiemblan y su vista sondea el lugar con temor por qué no está seguro a qué se está enfrentando; o si el episodio del parque se vaya a repetir. El pavor le bulle desde el interior, pero es más que nada a lo desconocido, miedo a no ver a Luhan nunca más, ni siquiera siente miedo por lo que es Luhan actualmente.

El moreno esconde ambas manos en los bolsillos de su bata y se encoge de hombros. A Sehun en serio le enfurece la manera en la que el tipo toma cada acción de él, parece que no le importa nada, no tiene intenciones de ayudarlo.

Sehun se levanta de la camilla esta vez importándole poco lo que puede pensar el moreno de su desnudes, arranca los cables conectados a su cuerpo y decide caminar hacia la puerta. Ahora más que nunca sabe que está en una especie de hospital y que ha sido sujeto a pruebas. No siente dolor, no tiene heridas, su piel está entera y tersa como solía ser antes de que Luhan la rasgara.

Eat Me, Drink Me → HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora