c i n c o | f i n a l

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«Siempre»

—Yixing, ¿qué hacemos? No está haciendo efecto la anestesia.

Sehun pestañea varias veces tratando de moverse pero fracasando en el intento; las voces dispersas y distantes le aturden el cerebro, los oídos le zumban como aleteo de moscas y las luces no le permiten abrir sus ojos con plenitud. Debajo de su espalda se siente el metal frío en el que está acostado y un dolor indescriptible invade cada pieza que compone su maltratado cuerpo. Esta vez siente que no tiene escapatoria, esta vez está atado de tobillos y muñecas para que no pueda escapar mientras el bisturí de aquel doctor neurótico le rasga el abdomen sacando órganos importantes y mostrándoselos a su equipo con la gloria surcando por sus ojos rojos.

El hombre tiene una boquilla blanca al igual que los otros tres que le acompañan, también tiene un gorro quirúrgico y guantes, la sangre de Sehun mancha la bata blanca, parece la tinta haciendo figuras extrañas sobre la tela de todas las batas.

Sehun nuevamente no tiene idea de cuánto tiempo han estado jugando con su cuerpo, o cuánto tiempo ha soportado, sólo sabe que el dolor lo acerca a las penumbras y otra vez lo regresa a la vida; la crisálida no lo deja morir de una vez. Es como su propia lucha mental porque quiere morir aunque sea en manos de ese doctor desquiciado, pero al mismo quiere aferrarse a la larva y vivir para defender a Luhan del acecho del mal, quiere poder amarlo sin reserva y sin que nadie nuble de humo y sangre su camino.

—Uhm, supongo que el virus es demasiado poderoso para detenerse ante una simple inyección de anestesia.

—O cuarenta y cinco —corrige el que tiene por nombre Minseok, su voz es la más serena de todo el grupo, Sehun no puede verlo mover sus labios pero su cabello azul con la luz de la lampara crea un efecto que le hace pensar que está viendo una especie de aureola.

—De todas maneras, ¿qué logramos con esto?

Su nombre es Jongdae, y fue la persona que advirtió sobre la anestesia, ha estado haciendo eso desde hace rato, preguntar; su voz suena temerosa y al parecer no tiene tanta resistencia a la presencia de sangre porque mira a todos lados con asco e intenta tocar lo menos posible su propia bata que está decorada con la sangre de Sehun.

—Jongdae, Yixing explicó eso muchas veces. ¿Dónde tenías la cabeza? —le espeta el rubio, Joonmyun es su nombre—. Debemos encontrar en que parte del cuerpo de este niño se encuentra la larva hospedada, una vez que la consigamos debemos extirparla y retenerla.

Hace un mes atrás Sehun se hubiese alegrado mucho del hecho de que alguien en su infinita misericordia quisiera deshacerse de la larva dentro de él, pero ahora lo único que siente es miedo porque si eso le hacen a él ¿qué le harían a Luhan cuya larva todavía es mas poderosa?

Las pupilas de Sehun dilatadas y débiles hacen un paseo por el lugar buscando al amor de su vida, necesita a Luhan, necesita saber que está bien.

—Luhan... —musita a voz rota y oye como Yixing resopla fuerte, se escucha aún por encima de su tapabocas.

—A él le hemos dado un trato preferencial, niño, no te preocupes.

Sehun no cree en sus palabras y por el contrario "Trato preferencial" lo hace temblar en su sitio. El frío de un guante le escarba en el estómago y se abre paso por su sistema motor en la parte central y cuando se da cuenta ha desprendido un órgano importante.

Un pulmón.

El aire comienza agotarse, se sofoca. Los gritos no se hacen esperar.

Los doctores comienzan a preguntarse cómo es que puede un virus como Pupa regenerarse con tanta fuerza y al mismo tiempo cobrar tanta vitalidad de un huésped que es demasiado enclenque. Sehun cierra los ojos renuente a mirar su pulmón en las manos de aquel hombre que con sus ojos achinados y risas celebra su trofeo, posiblemente tiene esa sonrisa cínica pitada en los labios debajo del tapaboca, esa que miró cuando lo conoció.

Eat Me, Drink Me → HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora