8. No podemos curar el miedo

102 10 2
                                    

17 de Junio


Estuve despierta toda la noche. Bajé a la cocina, tomé un vaso de agua, me hice algo de comer, di vueltas por la casa, salía al patio a pasear, etc.

El tiempo era muy bueno por la noche, se nota que está entrando el verano. Incluso daban ganas de meter los pies en la fuente del patio, cosa que hice. La luna también estaba hermosa. Hacía tiempo que no la observaba tan detenidamente, no desde el incidente con los lobos.

Lo que más me extrañaba, era que nadie, a parte de mí, se despertara. Yo caminaba por los silenciosos pasillos, y en realidad ellos no tienen la necesidad de dormir, por lo que alguien debía estar despierto, ¿no?

Sentada al borde de la fuente, jugando con el agua con mis pies, miré hacia las ventanas de la mansión, analizándolas una por una, intentando ver si alguien se escondía tras los reflejos de la luna sobre el cristal. Pero nada. Todas las ventanas, incluyendo la de mi habitación, tenían las cortinas corridas, impidiendo que viera más allá de estas.

Ya estaba amaneciendo, y comenzaba a hacer algo de frío, así que entré en la casa y me dirigí hacia la cocina para preparar unas tortitas, unos pinchos morunos de frutas y unos huevos con baçon. Quería distraerme preparando un delicioso desayuno hasta que amaneciese por completo.

Me senté tranquilamente en la mesa central de la cocina, junto a varios platos con la comida ya servida. Comencé echando unos cereales en un tazón con leche, luego, cogía algún pincho con fruta, y picoteaba del plato de los huevos con baçon.

Kou bajó el primero. Aún tenía el pijama puesto, o parte de él, y llevaba su pelo alborotado, más de lo que lo solía llevar. Al verme en la cocina con tantos platos de comida, y uno de los pinchos de fruta en la boca, le dio hambre. Casi me río en su cara al oír rugir su estómago, aunque no pude evitar sonreír disimuladamente. Se dio cuenta de mi burla, y me miró intensamente, con una de esas frías miradas que a veces ponía; y que yo le devolví. Caminó hacia mí decidido, entonces se agachó, poniendo nuestros rostros frente a frente, abrió su boca y me quito el trozo de fruta que sostenía entre mis labios.

- Te has puesto roja - sonrió sarcástico - ¿Pensaste que iba a morderte? ¿O a besarte, tal vez?

Empezaba a tener más confianza con Kou que con el resto de los Mukami, pero ese gesto, me sorprendió. Por eso me sonrojé como una adolescente hormonada.

- Pensé que ibas a morderme, así que solo me he sorprendido por la cosa tan extraña que acabas de hacer - miré molesta hacia el lado contrario a él, tratando de ocultar mi enrojecido rostro.

- Si en realidad querías que te mordiera, solo tenías que haberlo dicho, "Lobita Traviesa" - esta vez, fue directo a mi cuello.

- Deja de llamarme así. Me gustaría que me llamarais por mi nombre - puse mi mano en su cara, empujándole.

- Ahora que lo dices... ¿Cuál es tu nombre? - agarró mi mano para luego lamer la palma, la cual estaba dulce por la fruta - Está dulce.

- Lisbet - limpié sus babas de mi mano.

- ¿Lisbet qué? - me miraba curioso.

- Sólo Lisbet - apreté mis manos con mucha fuerza.

Kou iba a preguntar algo, pero Azusa, quien apareció por la puerta, le interrumpió. El pequeño se quedó observándonos, preguntándose si había interrumpido algo. Le animé a coger algo de comida, y él escogió los pinchos de fruta.

- Está... dulce... - dijo, con su habitual calma, al comerse la fruta de la punta.

Sonreí al notar que, eso, le hacía un poco feliz. Y al rato, me espanté, preguntándome si habría sido buena idea dejarle coger uno de esos pinchos. Me asusta la idea, de que, en cualquier momento, se clave ese pincho que tiene en su mano.

Bite My Freedom (Fanfic Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora