Las corrientes de viento se dirigían de un lado al otro, estos mismos dejaban en el ambiente el sonido de un suave soplido. La
noche se hacía presente, y al ver como la temperatura descendía cada vez más rápido, Andy decidió llevar más mantas y rellenar las tazas con chocolate caliente.Estaban a mediados de Enero, y en estas épocas la nieve, lluvias torrenciales y tormentas se gobernaban totalmente de la ciudad.
Solo los cubría de todos los desastres de la naturaleza una gran sombrilla, y para combatir contra la oscuridad, colocaron un par de lamparas ahorrativas en la pequeña mesita que separaba a los dos mejores amigos.
Habían pasado todo el día juntos. Jugaron videojuegos, comieron, y finalmente están aquí ahora, contando anécdotas divertidas que ocurrieron es sus mejores momentos de la primaria, como un par de adolescentes lo hacen.
Pero este par de chicos, definitivamente no son como los otros. Ellos no hacen escándalos ni arman fiestas a escondidas. Todo lo opuesto. Harry y Andy son los más callados del aula, hacen su mayor esfuerzo en sacar buenas calificaciones y siempre son educados con todas las personas.
Ambos son mejores amigos desde muy pequeños, y cada uno influencia al otro con sus actos. Sus madres se conocieron en una charla escolar, y se agradaron desde el primer momento. De allí parte la grandiosa amistad que conllevan.—¿Recuerdas ese día en el cual me contaste que te gustaba Mayrileen?— ríe Andy imparablemente, contagiando a su amigo.
—Lo recuerdo— contesta Harry con una sonrisa —Lastima que se fue a otra escuela, estoy seguro que pude haberla conquistado— asegura el rizado.
Andy lanza una carcajada, que rápidamente se esfuma entre el viento.
—Ella siquiera sabía tu nombre, Harry— menciona el rubio, obteniendo una mala mirada por parte del otro.
Harry finge una risa y se cruza de brazos —Muy gracioso.
—Es la cruel verdad— Andy se encoje de hombros.
El ojiverde cruza sus brazos y frunce el ceño.
—Oh, ¡Hey! Vamos, Harry, no te molestes— reprocha el más bajo.
Harry frunce más el ceño.
—Amigo...— lo llama el de ojos azules.
Harry empieza a reírse descontroladamente de un momento al otro.
—¡Eso no fue gracioso!— reclama Andy.
Harry sigue riendo sin intensiones de parar.
—Basta...— el ruloso sigue sin hacer caso alguno —¡Harry, basta!
Poco a poco, deja de reir, sobándose el estómago delicadamente.
—¡Debiste ver tu cara!— formula Harry —Parecía que estabas a punto de llorar— añade.
—Creí que en serio te habías enojado— se defiende el rubio.
El sonido de un celular interrumpe la conversación.
—Creo que es el mío— habla Harry.
Saca velozmente el celular de su bolsillo, para ver el nombre de su padre en la pantalla. Le hace un gesto con la mano a Andy, como diciendo que espere un momento. Inmediatamente contesta la llamada.
—Hola hijo— dice su padre con voz apagada apenas entró la llamada.
—Hola papá...— dice Harry —¿Pasó algo?
—Solo te llamaba para avisarte que estoy pasando a recogerte a la casa de tu amigo— avisa tranquilamente.
—Oh, está bien papá. ¿Voy bajando?
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Florence, Oregon (Larry Stylinson)
Romansa-Estar condenado a una silla de ruedas por el resto de mi vida definitivamente no fue lo que había planeado para mi futuro- El chico balbucea, fijando su mirada en sus piernas, como a la espera de que estas de un momento inesperado vuelvan a su func...