Epílogo

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Como siempre, todos los personajes pertenecen a la fantástica Rowling. Yo solo escribo sobre la magnífica pareja que serían Draco y Hermione.

Éste va a ser un capítulo más corto de lo normal.

Llévame otra vez al principio

Parte única

Aquella mañana de otoño Hermione se despertó impaciente, y nerviosa. Lo hizo todo de forma incorrecta, cosa que extrañó a todos en la casa de los Weasley-Granger.

Hugo le preguntó si tenía fiebre y todos estallaron en risas, aunque la de la castaña fuera bastante incómoda y nerviosa.

Salieron hacía la estación de King Cross. En el coche la tensión era bastante palpante, y Hermione miró rígida al frente durante el trayecto. Solo quitó su vista al sentir que alguien le apretaba la mano.

-Hermione -la llamó Ron.

Rose y Hugo habían salido del coche y estaban intentando sacar el equipaje de la pelirroja, con resultados nulos.

-¿Mhm?

-¿Sabes quien va a estar, verdad?

Hermione le estrechó la mano fuertemente. Ron la había apoyado siempre. Sabía que ella nunca lo amaría, que aunque pasaron dieciocho años desde la última vez que vió a Draco, seguía amando al rubio.

Sin embargo lo aceptó y apoyó a la castaña. Se casaron, tuvieron hijos y eran una familia unida.

-Draco -dijo en un susurro, que parecía más bien para ella, aunque aún así él la escuchó.

-¿Qué vas a hacer? -preguntó quitando las llaves del vehículo y desabrochando el cinturón.

-¿Qué puedo hacer? -farfulló de manera retórica -. Estoy casi segura de que apenas debe recordarme.

Iba a salir del coche, pero la mano de Ron la detuvo nuevamente.

-¿Qué crees que hubiera pasado si el no hubiera renunciado a ti? Deberías mirar el lado bueno... Y tal vez acercarte a él.

-No pienso hacerlo.

Fue una respuesta seca y cortante. Ronald, algo molesto, la dejó salir e hizo lo mismo, ayudando a sus hijos con el baúl y el gato de Rose.

Hermione comenzó a enumerarle a Rose las cosas que debía hacer y como reaccionar frente a distintas situaciones.

Cruzaron al andén nueve y tres cuartos, y siguieron charlando hasta encontrar a Harry y Ginny, junto con sus hijos.

-Hola -les saludó Albus con alivio
Rose, con su impoluta túnica nueva, le sonrió.

-¿Todo bien al aparcar, entonces? -le preguntó Ron a Harry -. Para mi sí. Hermione no creía que pudiera pasar mi examen de conducir muggle ¿verdad? Pensó que había confundido al examinador.

-No, no es cierto. Tenía fe absoluta en tí -replicó divertida Hermione, mientras fingía rodar los ojos moviendo la cabeza.

Entonces fue cuando lo vió. Y dejó de prestar atención a la conversación que mantenían Ron con Harry y el resto.

Ahí estaba Draco, mirándola.

Estaba allí de pie, junto con Astoria Greengrass y su hijo, el pequeño Scorpius. Con un abrigo negro abotonado hasta la garganta, su pelo estaba peinado hacía atrás de tal forma que enfatizaba la barbilla puntiaguda. Scorpius se parecía muchísimo a él, tanto que Hermione pensó que pasaba perfectamente por el Draco que conoció en primero.

Volvió a escuchar a los presentes cuando captó que señalaban a Draco de manera disimulada.

-Mira quién está ahí.

El rubio continuó mirándola y le dió una cabezada cortés a modo de saludo. Después se alejó de su hijo y esposa.

Entonces Hermione comprendió que quería que ella fuera hasta él.

Cuando apareció James y empezaron a hablar de Teddy, se escabulló discretamente.

Caminó entre el gentío y tardó menos de un minuto en llegar hasta él.

-Draco.

Él se giró y la observó durante un instante a los ojos. Hermione percibió algo, aquel sentimiento tan fuerte seguía ahí.

Estaba mirándola con amor. Y estaba segura de estar mirándolo de la misma manera.

-Hermione... -masculló apretando su mano.

La castaña sintió que iba a desvanecerse y como le temblaban las piernas, como si fuera otra vez aquella joven de diecinueve años enamorada.

-Merlín -le temblaba también la voz.

Sin esperárselo, Draco la envolvió en sus brazos y la estrechó hacía si mismo, aspirando su perfume.

-Te he echado tanto de menos -le susurró al oído.

Se mantuvieron así unos diez segundos más.

Cuando se separaron, simplemente se dedicaron mutuamente una sonrisa sincera.

-Scorpius es exactamente igual a ti -le dijo en un murmuro.

-Puedo decir lo mismo de Rose contigo, a excepción de ese pelo rojo zanahoria.

Rieron levemente. Llegaba el momento en el que ambos tenían que ir a despedirse de sus hijos.

-¿Te parecería bien si te espero en la salida y vamos a tomarnos una cerveza de mantequilla?

Hermione se mordió el labio.

-Me encantaría. Y creo que a Ron no le molestaría.

-Te veo después, Hermione.

Después cada uno se fue por su lado, pero ella alcanzó a escuchar como salían otras palabras de la boca del rubio: Tal vez no hacía falta otra vida, Granger.

Y Hermione, sonrió. Sonrió como no lo había hecho en años. Fue feliz a despedirse de su pequeña Rosie, deseando ya tomarse aquella cerveza con el rubio.

-Llévame otra vez al principio. -le dijo en cuanto estuvieron fuera de la estación.

Fin.

Maybe in another life, Granger [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora