Y allí yacía inmóvil Satanasa Thompson, dividida entre el día y la noche, el sol y la luna, la vida y la muerte. Observaba impasible cómo con un solo gesto, una sola palabra, un solo pestañeo su mundo cambiaba tantas veces de manera tan radical. No. No había cambios a su alrededor, el paisaje seguía siendo el mismo, el tráfico seguía igual de irritante, los relojes seguían corriendo.
Pero en su interior reinaba el silencio.
¿Qué clase de silencio?
No era un silencio común, era un silencio respetuoso y educado. Pero también era un silencio salvaje, rabioso, mordaz y terrorífico. Pero pese a todo, también era un silencio tranquilo. Tranquilo como el mar, apacible, inmenso. Aguardaba algo. O a alguien. O a ambos. Era un silencio ensordecedor. Molesto y amable. Un silencio triste. Un silencio insatisfecho. Un silencio que gritaba. Gritaba y sangraba. Lloraba y reía. Sí, era un silencio que sonreía. Sonreía pícaramente. También tristemente. Sonreía como un cómplice. Era un silencio amargo y dulce, agrio, salado, picante, envenenado. Era un silencio viejo. Añoraba. Y se lamentaba. Un silencio que aguardaba en silencio, pacientemente.
No, no era un silencio común.
Satanasa Thompson lo llevaba dentro demasiado tiempo.
E inmóvil, debatía consigo misma.
¿Ha sido lo correcto?
¿No ha sido lo correcto?
¿Ha sido una buena decisión?
¿Me habré equivocado?
¿Deberia haber hecho eso?
¿Qué debería haber hecho?
¿Qué debo hacer?Miles de preguntas nacían en su boca y acuchillaban su cerebro, desgarraban su corazón y empozoñaban su alma. Pero todas esas preguntas acababan hundiéndose en el silencio.
Lentamente.
Irremediablemente.
Silenciosamente.Y se convertían en la energía del silencio. Y éste cada vez se hacia más fuerte.
Y allí yacía inmóvil Satanasa Thompson, dividida entre el día y la noche, el sol y la luna, la vida y la muerte. Observaba impasible cómo con un solo gesto, una sola palabra, un solo pestañeo su mundo cambiaba tantas veces de manera tan radical. No. No había cambios a su alrededor, el paisaje seguía siendo el mismo, el tráfico seguía igual de irritante, los relojes seguían corriendo.
Pero en su interior reinaba el silencio.
¿Qué clase de silencio?No era un silencio común. Era un silencio peligroso. Era un silencio dulce.
Satanasa Thomson se preguntaba cuándo ese silencio dejaría de ser silencio, porque cuando eso ocurriera...
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En el corazón de D. Walker
RandomSí, yo también tengo mis momentos cursis, momentos en los que escribo cosas que me salen de la patata. Sentimientos y más sentimientos de esos. A veces intento rimar, pero no me sale. Poemas, frases, desahogos, alguna que otra cosa que no viene al...