El siguiente día, estaba más caluroso. De igual forma me puse un polerón y unos jeans. Al menos ahora comía algo. Un sándwich y un café. Llamé a Adrien y apagué el televisor.
Tomé el ascensor y bajé rápidamente. Hoy tenía algo más de ánimo y lo noté en la rapidez de mis acciones.
- - Hola Will – Saludé mientras buscaba mi celular.
- - Buenos días señorita... la veo mejor qué ayer, y mejor qué...
- - Ok... ya entendí y... gracias. Me tengo que ir, me está esperando...
- - Adrien, ya lo sé – Esto me dejó sin aliento.
- - ¿Qué? , ¡¿Cómo lo supiste?! , ¡¿Quién te dijo, William?! ¡Dímelo ya! – Empecé a gritar. Esto de verdad me superaba, ¿Quién había sido el bocón qué abrió la boca en donde no debía? ¿Quién más sabía de esto? De sólo pensar las posibilidades, se me apretaban los puños.
- - Yo se lo dije – Esa voz fue inmediatamente reconocida por mis sentidos. Adrien entraba por la puerta ancha. Yo me giré y en el encuentro vi su rostro triunfal. Una sonrisa de costado se asomaba sin mostrar los dientes. Tragué saliva.
- - Hola Adrien – Saludó de mano William.
- - Buenos Días Will – Sus voces sonaban tan normales que me asusté.
- - ¿Qué? Esperen... ¿Qué? – Ni siquiera podía formular una pregunta coherente. Aun no lo creía. ¿En qué estaba pensando Adrien? ¿Habría sido esta, una idea de Johnny? Miles de preguntas algo desordenadas y sin sentido pasaban por mi cabeza, una encima de la otra.
- - Tranquila... Ayer vine a verte y William me contó qué habías salido con un chico... y no podía ser tan maleducado de no presentarme, asique conversamos un rato y...
- - ¿Ahora son los mejores amigos del mundo? – Mi voz sarcástica hizo qué ambos rieran.
- - No Estef... pero nos llevamos bien y me dijo qué era tú chofer, el regalo de un amigo y... sólo eso, ¿Qué es tan grave? – Respondió William.
- - Nada... ya es tarde, ¿Podemos irnos? – Salí disparada por la puerta sin despedirme de William. Yo sabía que no era su culpa, pero mi mente estaba tan borrosa y confundida qué no me importó en absoluto.
- - ¿Está bien señorita Estefanía? – La sonrisita de Adrien era tan insoportable qué me tembló el cuerpo. Lo fulminé con la mirada y luego caminé hacia el auto. Me abrió la puerta y entré. Nada de agradecimientos, nada de charla.
- - ¿De quién fue la idea? – Espeté por fin, luego de unos 5 minutos eternos sin hablar.
- - Mía y no veo el problema – La tranquilidad de Adrien me alteraba. Respiré hondo para no decir estupideces por la calentura del momento.
- - ¿Johnny lo sabe? – Su nombre era tan perfecto que no alcanzaba a completar todos los espacios de mi boca. El alzo una ceja y rió de buena gana.
- - No, pero espero qué no se moleste... ya habrá momento de decirle.
- - Ok... pero no sé si se tome de buena forma lo que hiciste... no sabes cómo es William – Mi tonó sonó seco.
- - Más miedo le tengo a usted qué al señor William y a Johnny juntos– Su sonrisa se asomó e hiso qué me aburriera de la discusión. Una parte de mí no sabía si reír irónicamente o mantenerme callada hasta bajarme del auto.
Llegué al colegio justo a la hora y Michael me esperaba en la entrada. Me sonrió y le sonreí. Ambos caminamos hacia nuestra sala, la misma clase de Matemática. Su risa era tan contagiosa que me reí de buena gana la mayor parte del tiempo. Fue extraño sentir esa sensación de estar feliz qué casi desee no haberla experimentado.
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El sueño viene a la vida.
FanfictionTu vida es monótona. Tienes amigos, una familia cercana y unida y no estás pololeando. La universidad te ocupa casi todo el tiempo. Las fiestas son algo cada vez menos común, pero no así, infaltables. Tienes un amor platónico desde muy pequeña. Ese...