Ya estábamos a mitad de marzo y todo iba normal. Mi ánimo ha mejorado considerablemente y he decidido salir con Michael. Darle una oportunidad y ver qué pasa. Con Michael los días pasan muy rápido y me siento bien. Adrien sigue buscándome cada vez que se lo pido, incluso cuando no. Hablamos cosas de sus hijos y de su esposa. Al parecer tiene una familia bien compuesta y es feliz. Me alegro por él. Es un buen hombre y se lo merece. Me cuenta como conoció a Johnny y cómo él ayuda a su familia económicamente. Son muy amigos.
Yo no le cuento muchas cosas a Adrien. Al menos no de Michael y de las salidas con mis amigos, aunque a veces se entera, y no sé cómo.
- - Johnny quiere comunicarse con usted. ¿Puedo darle su número? – Me pregunta Adrien cuando me despierta de mis pensamientos. Abro mucho los ojos. ¿Johnny? No sé qué decir.
- - Claro... claro que puedes darle mi número – Le digo sin creer lo que estoy escuchando.
- - Muy bien, se lo daré hoy y probablemente en la tarde, él la llame – Me dice mientras sigue manejando. Yo asiento y no digo nada. No puedo decir nada. ¡Dios! Quiero que sea de tarde.
El día ha ido sin incidentes, sin contar con mi claro nerviosismo y por mis ganas de gritar. Converso con Michael, pero me cuesta escucharlo. En la universidad no andamos de la mano ni estamos acaramelados. No somos así. Cuando salimos juntos, eso cambia.
- - ¿Estás bien? – Me pregunta Lily mientras vamos a clases de Estadísticas. La miro con rapidez.
- - ¿Por qué no habría de estarlo? – Le pregunto con una sonrisa. Ella arruga la nariz y duda.
- - No lo sé, eso quiero saber – Me dice y me río.
- - No pasa nada. Vamos a clases – Le digo tirándola del brazo.
Ya son las 5. Mierda. Corro por el pasillo y salgo en busca de Adrien. Veo el auto negro y entro.
- - Buenas Tardes, señorita. ¿Cómo le ha ido? – Me pregunta cuando la puerta se cierra.
- Muy bien, Adrien, ¿y a ti? – Pregunto con entusiasmo.
- - Bien también, gracias. ¿Nos vamos? – Me pregunta y yo asiento. Miro por la ventana y la música de Mozart comienza a sonar.
Llegamos a eso de las 5.40 a mi departamento y nos despedimos. Es miércoles y mi cara de felicidad es como de día viernes.
Me tomo una cerveza tras otra. Son las 8 de la noche y siento que todo me da vueltas. Estoy literalmente tirada en el sillón y estoy a punto de llorar. El alcohol me está haciendo efecto. Mi celular suena. Lo busco con torpeza entre mis bolsillos y lo veo en el suelo. Lo agarro y quedo sentada en el suelo, apoyada en la parte baja del sillón.
- - ¿Aló? – Pregunto sin saber cómo. Tengo los ojos cerrados y me duele la cabeza.
- - ¿Estefanía? – Me pregunta una voz muy familiar. No sé quién es.
- - Soy yo – Le digo - ¿Quién. Eres. Tú? – Pregunto con dificultad.
- - Soy Johnny. Cariño, ¿estás bien? – Oh, su voz. Por un momento creo que recobro el sentido y me pongo a reír como estúpida.
- - ¡Johnny! Oh... Johnny, Johnny, Johnny – Digo muchas veces, saboreando su nombre.
- - ¿Has bebido? – Pregunta alarmado – Mierda, ¿Estefanía, dónde estás? – Me pregunta furioso. Yo río. Oh, está preocupado. Me río y me río.
- - Adrien. Sabe. Llegar – Le digo mientras me da hipo.
- - Voy para allá. No te muevas – Me dice y me cuelga. Oh, Johnny enojado, furioso. Qué sexy y qué espectáculo. No aguanto más y me duermo. He bebido mucho.
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El sueño viene a la vida.
FanfictionTu vida es monótona. Tienes amigos, una familia cercana y unida y no estás pololeando. La universidad te ocupa casi todo el tiempo. Las fiestas son algo cada vez menos común, pero no así, infaltables. Tienes un amor platónico desde muy pequeña. Ese...