"Siniestro"

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-¿De qué estás hablando?- Inquirió Catalina mientras iba sintiéndose cada vez más débil sin recordar que su pierna seguía sangrando. -Ella es la mujer que me mantuvo secuestrada- 

-Pensé que no recordabas su rostro- dijo Catalina, sintiéndose confundida. Un golpe la sorprendió y le hizo perder el conocimiento. 

Despertó en un sitio desconocido para ella. Estaba de pie, con las piernas y brazos abiertos y encadenados a una pared a espaldas de ella. -¡Catalina, despierta, por favor!- le gritó Sabrina, quien estaba en su misma situación, en la pared al lado de ella. Catalina se sorprendió e intentó liberarse sin obtener éxito. Luego, se dispuso a examinar aquél lugar detalladamente: debajo de sus pies había tierra humedecida, obscura y fría. El color en común de casi todo el sitio era el café. Olía a humedad y sudor. Las paredes eran de piedra y tenía hendiduras llenas de moho. No había ventanas y sólo había una puerta de madera que lucía gruesa y pesada, aunque estaba cerrada. Pero a Catalina le dio esa impresión.

-¿Esa loca nos secuestró?- le preguntó a Sabrina. -¡Sí, te desmayaste y luego ella me inyectó algo que me hizo caer al suelo y no recuerdo más nada! También acabo de despertar. Tenemos que salir de aquí, Catalina. Se escuchaban rumores de golpes secos. Gritos ahogados. Fluidos cayendo a chorros sobre un suelo inerte, risas malvadas y pasos agigantados. 

En la mente de Catalina, todo quedó en blanco, sus oídos sordos a lo real y a los gritos de Sabrina, sólo escuchaban un susurro en ellos que era casi imperceptible, y aún así, tan ensordecedor que parecía perforar sus tímpanos: "Te mataré Catalina, serás mía"

-¡Revélate ante mí, maldita!- Gritó en medio de su desesperación, dejando a Sabrina atónita y confusa.

-¿Con quién hablas, Catalina?- Le preguntó.

Catalina se volvió hacia ella y promulgó: -¿es que no la oyes?- Sabrina la miró con compasión sin responder. Catalina comenzó a retorcerse, intentando desesperada e inútilmente, liberarse de sus cadenas, gritaba y el llanto ahogaba su mirada, las lágrimas y sudor salados caían en el piso inerte y embarrado de sangre de vidas desesperanzadas. Su pierna seguía goteando y ni cuenta se había dado. -Tengo que salir de aquí- gritaba y su garganta parecía desgarrarse. 

Frente a ella aparecían imágenes mentales de los ojos de sus víctimas, sus miradas llenas de rojo fuego, todas extendiendo sus manos llenas de sangre en torno a ella para atraparla. Era un visaje de muerte que según ella parecía presagiar su destino. Su corazón sintió por primera vez el miedo, esa sensación desgarradora se apoderó de ella y le causó una pesadez estomacal tal, que vomitó sin poder evitarlo. No dejó de ver en su mente a sus víctimas, como parte de aquél tétrico augurio de muerte, mientras los susurros seguían ahuyentando todo ruido externo de sus oídos... 

"Serás mía, Catalina"

Catalina lloraba por primera vez en su vida.

CatalinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora