Juego

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Los fuertes golpes de gotas sobre su capucha parecían no impórtales, seguía caminando a paso lento y con la mirada hacia el suelo. Observaba como sus pies chocaban contra el agua, aunque en realidad no era eso lo que tenía en mente. Hace apenas una cuantas horas le habían le habían informado del fallecimiento de su padre. Aunque hacia ya bastante tiempo que no lo veía, su amor por el no disminuyo, era solo que no se había dado cuenta de que el tiempo nunca le perteneció. Tan acostumbrada estaba su rutina que las frases de "el siguiente fin de semana voy", "solo tardare unos días", se fueron convirtiendo en meses, y sin pensarlo fueron años. Podía sentir como su corazón caía a pedazos, sentía como el dolor y la ansiedad la iban consumiendo a cada segundo, sin embargo, aunque realmente lo deseaba, de sus ojos no caía ni una lagrima, ni de su boca un grito, un quejido, ni siquiera palabra alguna. Era como si su padre se la hubiera llevado con él.

Ya había caminado bastante y aunque el dolor de sus pies no mostraba su existencia y el agua sobre su cuerpo parecía nula, su sentido común le indico que era momento de buscar refugio. Alzando la vista se percato de que era perdida. Tan distraída estaba que camino sin sentido a hasta llegar a tan extrañas calles. No sabía el recorrido ni la manera de regresar, ni que iba hacer a continuación. ¿Por qué ese sentimiento llamado miedo no se encantaba a su lado? A menos preocupación, incertidumbre... nada.

Decidió entrar a un restaurante cercano, solo por tener algo que hacer., después pensaría en cómo salir de ahí. Estaba consciente de que no pediría nada. El apetito se encontraba perdido, tal vez escogería algo para tomar, con eso podría fingir. Cerrando la puerta tras ella, se da cuenta de las miradas de sorpresa y unas cuantas de enojo. Su apariencia no era de todo agradable, además de estar empapada de pies a cabeza, su conjunto de jeans rojos combinados con una delgada chamarra color amarillo, no le creaban una imagen aceptable. Su cabello además de húmedo se veía todo enmarañado, parecería salida de una película de terror. Ni hablar del maquillaje, de verla sus compañeras de oficina no la hubieran reconocido. Vergüenza y culpa ¿Dónde se encuentran? Eso ya no era nuevo. Con la intención de salirse antes de que la echaran, se dio cuenta de que uno de los meseros le hizo una seña para que se acercara, ofreciéndole un asiento. Sin nada que perder se acerco lentamente dejando charcos de agua detrás. Sin pensarlo dos veces tomo lugar en la barra principal.

Aun después de su inoportuna llegada, el ambiente se sentía cálido y agradable. Era sorprendente como unas simples mesas y sillas con la luz adecuada podrían generar ese mundo de ensueño. Pero había algo mas, esa simpatía entre la gente era contagiosa. No recordaba cuando fue la última vez que sintió algo así. Sin proponérselo, eventos pasados llegaron a su mente.

Era un glorioso día de primavera. Rodeados de frondosos árboles, y flores de mil colores se encontraban los visitantes de un parque una mañana de domingo. Aun haciendo cosas tan diferentes podían disfrutar de todas las actividades, juntos en armonía. El sol saludaba al nuevo día mientras la brisa jugueteaba con todas las verdes hojas en el ambiente. Solo a lo lejos se escuchaba el llanto de una niña, que un sufrimiento extraordinario corría velozmente hacia los columpios de la zona este. Una vez cerca, se tumbo de rodillas a un lado donde sus gemidos aun continuaban. A unos cuantos metros de distancia, se encontraba el hombre más guapo de todo el parque, que sentado en una banca, leía un grueso libro. Saliendo de su mundo, volteo la mirada a la escandalosa chiquilla, dejando con esto de lado su lectura. Acercándose con sumo cuidado a su lado, se agacho para estar a su altura.

-¿Ahora qué paso? ¿No ibas a jugar con esos niños?-le dijo.

-Ya...no...quiero...jugar...con...ellos –balbuceo.

Al ver esos ojos tan comprensibles, con esa profundidad e inteligencia, no podía sentir otra cosa que no fuera confianza. La criatura sabia que podría caerse el mundo, pero su padre siempre estaría a su lado.

Comunidad JDL: Relatos CortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora