Un océano entero me separaba de la persona que me llenaba de alegría mis días, que simplemente con verlo en una pantalla me hacia sonreír, excepto cuando lo notaba triste, me dolía no poder ayudarlo, porque lo único que podía hacer era escribirle tweets pero eso no era lo mismo, me gustaría estar para él cuando está en sus peores día, cuando necesita un abrazo, pero por suerte él tenía a su mejor amigo.
Cada noche me acostaba y pensaba, ¿Qué se sentirá al abrazarlo? ¿Cuándo será el día que pueda comprobar esto? ¿Por qué no vivo en Madrid? hace cinco años vive en mi mente, ese castaño de ojos color miel, y todavía no pude conocerlo ¿cuánto tiempo más tengo que esperar? Por suerte tengo paciencia. ¿De verdad será tan alto? Es otra de mis preguntas nocturnas ¿Tendrá las manos suaves? - Seguro que sí- me respondí en voz baja mientras sonreía. ¿Qué se sentirá ser su amiga? ¿Por qué estaba tan lejos?
Cuándo era chica vivía en Madrid, la misma ciudad donde vivía Rubén, tuvimos que venir a vivir a Argentina porque a mi padre lo habían llamado para un trabajo mucho mejor del que tenía, siempre creí que íbamos a volver pronto, pero no. Supongo que si seguía en Madrid tampoco lo conocería, porque por lo que dicen nunca se ve en las calles y la casa no la iba encontrar.
