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Comenzaba a oscurecer así que me dirigí hacia adentro, pero a medio camino Billy me alcanzo y no tenia buen rostro, me miraba fijamente hasta que soltó lo que llevaba dentro y dijo
-Tu no quieres jugar con nosotros, no eras así, ¿Qué esta sucediendo?- preguntó.

-Estoy actuando como es de esperarse ¿No crees?. Siempre fui así. - Respondí.

-¿Cómo era de esperarse? No entiendo Tom, no se a que te refieres.

-Me refiero a la pequeña broma que tu amigo Dennis me hizo, "manchemos los pantalones de Tom y burlemonos de el sera divertido" ¿Así fue verdad?

-No puedes enojarte por eso, no fue nada, anda

-¿Qué no fue nada? Me hicieron ver ridículo, yo no creo que no sea nada, en todo caso debieron haber pensado antes de hacerlo

-Esta bien, si te lo quieres tomar así pues esta bien, sera mejor que ya no vuelvas a jugar con nosotros, al parecer no entiendes nuestro sentido del humor

-Genial, veremos si ustedes entienden el mio.

Eso fue lo ultimo que le dije a Billy antes de apartarlo de un empujón e irme directo hacia mi habitación.

Estaba sentado en la cama mirando por la ventana que daba al patio cuando alguien toco la puerta, era Martha quien me ofreció algo de comida y me pregunto si quería hablar puesto que según parecía, Billy le había hablado sobre nuestra discusión, me negué y le dije que eran problemas nuestros y no tenia ánimos para hablar sobre eso así que dejó la bandeja con comida sobre la mesa y se retiró, seguí mirando por la ventana un momento mientras pensaba en todo lo que había sucedido en estos días y que iba a hacer mañana, aun no lo tenia claro del todo, pero si sabia que debía hacer algo. Recordé que la comida se estaba enfriando así que me apresure a devorarla, aunque por lo general la comida del orfanato no es muy sabrosa esta vez la comí con muchas ganas ya que no había desayunado ni almorzado, era como si todas mis ganas de comer se hubiesen acumulado en algún lugar y atacado mi estomago repentinamente.
Luego de comer me recosté en la cama mientras oía los sonidos de los búhos y lechuzas afuera en la oscuridad, me quede pensando en ellos y en la pequeña serpiente hasta que finalmente me quede dormido.

El Diario de Tom RyddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora