Capítulo 4

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  Pero entonces, veo que alguien se acerca con una sonrisa en su rostro, mirándome...
¿Qué hacía ella aquí? No, no puede ser ella, han pasado años... tal vez es sólo una persona muy parecida, total, igual no la he visto en demasiado tiempo, pudo haber cambiado mucho.
-¡Hola Shelley! -dice cuando llega, y me da un abrazo-
-Eh, ¡hola!... ¿Arden?
-¡En carne y hueso! ¡Cuánto te he extrañado! ¿Qué es de tu vida?
-Bueno... no hay mucho que pueda contarte, mi vida estos últimos años no han sido muy interesante. Pero por suerte Glenn ha vuelto, y viene conmigo al instituto.
-Oh, sí, lo he visto. ¿Por qué no almorzaste con él?
-Ese ya no es mi estilo, Arden.
-¡Pero antes sí lo era!
-Antes... ahora he cambiado.
-Pero igual, hubieses ido, ha de ser más divertido que estar aquí almorzando sola.
-Sí, y sentarme al lado de Brook hubiese sido genial -digo mirando como Glenn se encontraba a su lado, sí, soy una hermana celosa-.
-¿Brook?
-Brook Hamilton. La perra del instituto, que se busca a todos los chicos -en ese momento Brook empieza a coquetear con Glenn -. ¿¡Lo ves!? -pregunto apuntándola-, es una zorra sin remedio.
-¿Las zorras pueden tener remedio?
-Ya basta Arden, no es gracioso.
-¡Oh, chica! Con Londres también se te ha ido tu sentido del humor.
-Con mi madre se me ha ido mi sentido del humor.
-Esto... creo que es mejor no tocar el tema.
-Claro...
-¡Calla! ¿Quién es ese? -pregunta Arden, miro hacia donde está apuntando y veo a Dylan, quien de sienta al lado de Brook. Genial, esa zorra estaba al lado de mi hermano y de Dylan. Pero, ¿por qué me importaba que esté al lado de Dylan?-
-Es Dylan O'Brien, el chico nuevo, al igual que tú.
-Oh, ya tenemos algo en común -dice mordiéndose el labio-, es muy guapo.
-Y es muy idiota.
-¿Por qué lo dices? ¡Si es nuevo!, no puedes conocerlo lo suficiente.
-Lo conozco lo suficiente como para decir que es idiota.
-¡Vamos Shelley! Tal vez estás exagerando.
-No lo creo, pero mejor cambiemos de tema... ¿Qué haces aquí?
-Bueno, a mi padre lo transfirieron en su trabajo, y como yo sabía que vives aquí, averigüé el instituto en el que estabas. Y, ¡heme aquí! -anuncia abriendo los brazos y abrazándome de nuevo-
-Ya, tranquila Arden -río-.
-¡Pero es que ha pasado tanto tiempo Shelley! Mírate, estás cambiadísima.
-Claro... pero para mal.
-¿Por qué lo dices? -pregunta frunciendo el ceño-
-¿No te das cuenta Arden? En Londres tenía muchísimos amigos, mi vida era distinta, hasta que... tú sabes... pasó eso. Y aquí fue todo completamente diferente. Ni siquiera tengo amigos, ¿no ves que estoy almorzando sola?
-¡Oh Shelley! Cuanto lo siento amiga, perdón por haber tocado el tema. Pero de aquí en más las cosas cambiarán, y yo te ayudaré en eso, te lo aseguro.
Así era Arden, una chica determinada, irreversible mente popular, vaya donde vaya. Por ejemplo, ahora mismo recién había entrado al instituto y ya ha llamado la atención de muchas personas. Pero, ¿cómo no hacerlo? Si es hermosa, tez blanca, con cachetes sonrosados naturalmente, ojos color café y  cabello negro azabache con ondas -no lo tenía ni con rulos, ni lacio- un físico envidiable, una sonrisa cautivadora, una piel de perfecta de porcelana... Y para complementar todo eso, su carácter era increíble, no como el de la mayoría de las chicas "populares".

-Hola Shelley, ¿me presentas a tu amiga? -pregunta una voz a mis espaldas, que en tan solo el primer día de clases ya me sonaba tan familiar-  

Dulce AgoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora