Capítulo 2

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El restaurante se encontraba lleno, pero el camarero al ver aparecer a Alex, lo dejó pasar y lo guio a la mesa donde lo esperaba una chica morena de espaldas a él. Allison. Solo podía ser ella. Solo ella tenía aquel pelo castaño tirando hacia cobrizo que le llegaba hasta la cintura y que le hacía pareces una auténtica criatura exótica. Estaba mirándole el pelo cuando ella giró su cuerpo. Ambos perdieron la respiración. Él se volvió a perder en aquellos ojos grisáceos que lo volvían loco. Ella, sin embargo, le escaneó entero. Desde sus zapatos negros de cuero hasta la camisa blanca debajo de la americana negra que tan bien se ceñía a sus perfectamente marcados pectorales.

-Buenas noches Alex- Rompió el hielo ella

-No esperaba aquella carta

-Ya bueno... Creo que ya era hora de explicarte algunas cosas. Que conste que si te he citado aquí, no es para que te veas obligado a hacer nada. Solo quiero informarte de una situación que cada día puede más conmigo.- Hablaba muy deprisa y de manera entrecortada. Más que nerviosa, estaba asustada, intuyó él pues conocía perfectamente sus reacciones.

Para aliviar el ambiente, Alex pidió y se pasaron la mitad de la comida hablando de lo que había pasado en aquel tiempo que no se habían visto. Pero al final del segundo plato ella sacó el tema que la estaba carcomiendo por dentro.

- Yo te había llamado por un tema que se me está saliendo de las manos. Te acuerdas de la carta que te envié.

-Por supuesto ¿Pues?- Se extrañó él

-¿Y de la foto?- Volvió a preguntar ella

-Sí Allison, me acuerdo de todo eso perfectamente. El caso es: ¿Quiénes eran los niños de la foto?- Ella estuvo un rato pensando la respuesta. No sabía si decírselo directamente o ir dándole pistas. Al final se decantó por la primera opción. Era mejor para su salud mental soltárselo de sopetón.

-Son tus hijos, vamos mis hijos, o sea, nuestros hijos.- Eso le cayó como un balde de agua fría.

-¿¡CÓMO!?- Gritó él llamando la atención de todo el restaurante. Allison estaba segura que hasta los peces que estaban comiendo ahora también se habían enterado.- ¿Cómo va a ser eso posible?-Volvió a preguntar bajando la voz- ¿Cómo van a ser mis hijos? ¿Estás segura? ¿Por qué no me lo habías dicho?-Estaba demasiado nervioso y enfadado como para calmarse.

-Tenía miedo de tu reacción. No creí necesitarte para criar un bebé y al final resultaron ser tres. Todo iba bien hasta que Liam cayó enfermo y no tenía a nadie con quien dejar a Aiden y a Lía. Ahí me dí cuenta de que mis hijos necesitaban un padre y yo una persona que me apoyara con esto. No te estoy pidiendo que te cases conmigo ni que les des tu apellido ni nada. Solo quiero que sepas de su existencia y que los veas al menos una vez. Así si no quieres estar con ellos podré saber que lo intenté.- A estas alturas ya estaba llorando. Él un poco mareado por la noticia la abrazó y la consoló.

El resto de la cena estuvieron hablando de los niños. Alex había soñado con tener algún hijo con ella. Con vivir en una casa frente a la playa mientras sujetaba a su esposa y veía a sus hijos correteando por la arena jugando con el perro Golden Retriever. Lo perfecto habría sido esperar, pero si la vida le había dado esta oportunidad, no la iba a desaprovechar.

-Quiero verlos. Quiero conocerlos y formar parte de sus vidas.- Le dijo él mirándola a los ojos- -¿Dónde están ?

-Arriba. En mi habitación

-Ya estás tardando en llevarme- Y con eso, ambos se levantaron de la mesa

Mis perfectos erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora