Epílogo. Comienzo

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Pasé cada uno de los días de mi vida con Park Jimin, el chico de los cabellos rojizos... Que bellos recuerdos, que bellas sonrisas.

Me amó, cuidó y cautivó hasta el final de mis días, jamás creí tener tanta suerte de encontrar a una persona como él. Nací y crecí creyendo que todo el mundo era igual y monótono, cruel. Frente a mis ojos sólo ocurrían tragedias, que loco estuve al pensar que Jimin sería una tragedia más en mi vida. Cuando lo conocí en aquel taxi compartido... Jamás imaginé que llegaríamos a un punto en que sería difícil separar nuestros caminos. Sé que estoy en sus recuerdos, en su memoria, en su mente, en su corazón.

Pero si tuviese el poder de retroceder el tiempo, cambiaría todo, ¿por qué?

Yo simplemente no quiero hacerlo sufrir, al observarlo llorar desmedidamente, sin control, golpeando cosas y aclamando mi nombre.

Como presionaba mi mano y me pedía que por favor abriese los ojos en aquella camilla del hospital.

Como me besaba torpemente en busca de una reacción.

"Lo siento tanto..."


¡Por fin me dieron de alta! que buena noticia me a dado el doctor. Sonrío con mi pequeño trozo de felicidad mientras camino por los pasillos de aquel hospital apresurado por conseguir un poco de aire fresco. Al salir observo el sin fin de gente que camina de aquí para allá apresurados sin fijarse en quienes pasan por su lado. Pegados en sus celulares, ya sea hablando, chateando o jugando. Suspiré y me encogí de hombros, no es como si aquello fuese algo nuevo. Caminé hacia el paradero y esperé por algún taxi. Cuando por fin vi uno, le hice señas con una mano para que se detuviese, este lo hizo y me acerqué a sujetar el pomo de la puerta para abrirla y entrar, pero entonces otra mano se posó en el pomo junto a la mía.

-Disculpe... Yo llamé este taxi -habló aquel chico, me giré para observarlo y mis ojos dieron con un lindo joven de pelo rojizo, me sonrió tímidamente y le devolví la sonrisa.

-Lo lamento mucho, supongo que tendré que esperar al siguiente -hice una mueca al pensar que realmente tendría que seguir ahí otra media hora más, a menos que sea igual de inteligente que este chico. Debemos tener la misma edad ¿cómo es que a mí no se me ocurrió?

-Sí, disculpa aceptada -abrió la puerta del taxi e introdujo un pie- debería llamar, es más práctico -me recomendó, asentí y él terminó de meterse al vehículo cerrando la puerta.

Que loco... se me hacía muy conocida esa cabellera rojiza... Pero, ¿de dónde?


Supongo que era mejor que nunca nos hayamos conocido, ¿no?


                                                                  Cerré mis ojos y no volví a saber del mundo.

La sentencia {VMIN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora