Siete. ¿Feliz?

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Un mes, un maldito mes.

Jimin se veía tan estúpidamente feliz que no me sentía capaz de informarle que había ido a medico, y que mis posibilidades de vida esta vez eran completamente nulas. Su sonrisa era tan hermosa que de mis labios no lograba salir la realidad, que era un hecho que tenía mis días contados. Me decía "te quiero" con tanta naturalidad y cariño que no estaba preparado para decirle que una enfermedad me consumía.

Sólo supe hacer lo que llevo haciendo desde prácticamente toda mi vida. Fingir.

-Hyung, mira -apuntó el cielo con su sonrisa- está completamente estrellado

-Sí... el cielo está consumido -susurré- que hermoso

-Me encanta poder ver esto contigo, hyung -lo miré y esta vez su sonrisa iba dedicada a mí.

-Por fin se te fue esa manía de hablarme formalmente -comenté sentándome en el césped.

-Aún me cuesta un poquito -soltó una avergonzada carcajada mientras se acomodaba en el césped junto a mí.

-Lo bueno es que ya está casi solucionado -ambos nos reímos un poco, se echó hacia mi lado y apoyó su cabeza contra mi hombro.

-Te quiero, hyung -depositó un beso en mi mejilla y volvió a observar el firmamento.

-Jiminnie...

-¿Mmh?

-¿Qué pasaría si yo... me fuera un día? -tragué saliva cuando sentí su mirada clavada en mi rostro y le devolví la mirada, hasta que volvió su vista al frente, pero me mantuve observando parte de su perfil, sin querer perderme sus facciones.

-Depende, ¿a dónde irías? -sonrió de medio lado.

-A un lugar muy lejano -susurré observando el cielo.

-Sigue dependiendo -murmuró manteniendo su sonrisa.

-¿Qué es esta vez?

-¿Por cuanto tiempo te irías? 

-Para siempre -se giró nuevamente y me observó, su expresión era neutra.

-¿Vas a dejarme? ¿Es a eso a lo que quieres llegar? 

-¿Qué? No, no es eso, definitivamente no es eso -me apresuré a hablar.

-¿Entonces qué?

-¿No vas a responder mi pregunta?

-Es que no la comprendo, hyung -frunció el ceño y volvió a observar las estrellas soltado un suspiro.

-Creo que voy a modificarla

-Está bien

-¿Qué pasaría... digo, qué harías si yo... yo me muriera un día? -sentí su cuerpo tensarse de a poco y escuché como tragaba saliva.

-¿Hay algo que quieras decirme? -murmuró aquella pregunta dejando su voz extinguirse.

-Tengo miedo... -susurré.

-¿De qué?

-De que me dejes -confesé.

-Yo jamás te dejaré, Taehyung Hyung -una lágrima resbaló por mi mejilla.

-¿Ni si te enteraras que tengo una enfermedad terminal?

-Ni aunque me dijeran que te haz vuelto loco, ni si quiera dudaría en quedarme contigo aunque intentaras matarme

-Jamás intentaría matarte -me miró y sonrió dulcemente, para luego acercarse con lentitud y dejar un pequeño beso en mis labios.

Los días pasaron,  la felicidad desbordante que fingía y casi sentía real me asechaba como si fuera mi pesadilla. ¿Acaso creería alguien que mi peor pesadilla es ser feliz?

Miré el calendario pegado junto a la ventana del living y lo encontré con una cruz marcando el número setenta y ocho, ya no bebía café, pero seguía contando mis días, que eran cada vez más escasos. Solté un suspiro y salí de casa, necesitaba despejarme un poco. Al cruzar el portón del complejo de departamentos choqué con alguien y me giré para disculparme, pero sentí como el oxigeno me abandonaba cuando reconocí aquella castaña y brillante cabellera.

-¡Tae! Que alegría verte -me sonrió y se acercó hasta abrazarme, ¿qué hacía ella aquí?

-¿Hyorin? -parpadeé varias veces.

-¿No me dirás que me extrañas? -preguntó empujándome levemente para poder verme a la cara y arrugó el entrecejo- ¿así recibes a tu hermana?

-¿Qué haces aquí?

-He venido a visitarte, doh -se encogió de hombros.

-¿Por qué ahora?

-Me enteré que te dieron de alta

-¿Ahora?

-Ay, ¿Por qué tantas preguntas?

-¿Por qué no fuiste a verme al hospital?

-No quería incomodarte -hizo una mueca de incomodidad y arregló su cabello- ¿cómo estás?

-Estupendo -mentí sonriéndole de la forma más sarcástica y falsa del mundo.

-¡Genial! -sonrió.

-¡Estoy a punto de morirme! ¿Cómo mierda crees que estoy? ¡Estoy mal! -exploté, ella miró hacia todos los lados para saber si alguien nos observaba y suspiró aliviada cuando no encontró a nadie.

-No armes escándalos -arqueé una ceja y bufé.

-Que te vaya bien -comencé a caminar lejos de ella.

Maldita sea, había olvidado por completo la existencia de mi familia, o por lo menos aparentaba bien en hacerlo. No los quería cerca, así como ellos me quería muerto. Caminé sin ningún rumbo hasta terminar frente a un riachuelo. Las lágrimas bordearon mis ojos y comenzaron a caer, ¿por qué me había tocado esta vida? ¿Por qué todo tenía que ser tan malditamente complicado? Debía decirle la verdad a Jimin, antes de que fuera tarde.


Lastimosamente ya se estaba haciendo demasiado tarde...


La sentencia {VMIN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora