—¡Jane, te necesito en la mesa 7!
Sequé el sudor de mi frente con el delantal que traía mi uniforme, suspirando con cansancio. Pase mis dedos por mi pelo rubio recogido en una coleta descuidada, acomodando unos mechones escurridizos.
El aire caluroso de la cocina me hacía sudar como cerdo y me hacía oler como uno. Miré a mi alrededor buscando la puerta que llevaba lejos de ese horno humano.
Cuando lo encontré me apresuré a salir para buscar a Charlie, mi gerente. Charlie, a pesar de su nombre de hombre, es una chica de veintitantos años con una feminidad única en su especie.
Cuando la encontré me encaminé hacía ella, quien me miró reprochadoramente.
—Lleva los platos Worrin y no los rompas está vez.
Nunca dije que fuera un angelito amigable, ¿o si?
Contuve la ganas de sacarle mi hermoso y sexy dedo medio, fingí una sonrisa amable cuando agarré los platos que me entrego.
Caminé con mucho cuidado de no caer, siempre soy muy torpe para sostener las cosas sin que se me caigan, esa es una de las razones por las que siempre me mantengo en la cocina, pero desde que una de mis compañeras de trabajo enfermo, debo cubrirla.
Ya he roto 12 platos, 7 vasos y 6 veces se me han resbalado los platos sobre los clientes arruinándoles muchas veces las veladas románticas, un bien para la sociedad. Charlie dice que es un nuevo récord.
Logré dejar los platos sin hacer un desastre sobre la mesa correspondiente, recibiendo varias miradas cautelosas de las personas sentadas en ella de seguro esperando a que cometa otro error.
Forcé mi mejor sonrisa y me di la vuelta, miré por encima de mi hombro y cuando menos se lo esperaban le saque el dedo medio.
Me encaminé hacía la cocina y entré, me acerqué a Tonny, el "cocinero estrella", quién intento decirme como preparar un Quiche lorraine, un especial francés, aunque si soy sincera no sé ni para qué lo hacemos si no somos franceses.
Intentaba seguir el hilo a Tonny de todo lo que decía, pero entre que hablaba muy rápido, su acento italiano que complicaba entenderlo y ruido impertinente que hacían los demás en la cocina me complicaba mucho seguirle el hilo.
Cuando termino de hablar me miro, como si esperara que le dijera que había entendido, me solo lo miré embobada.
El soltó un grito de furia e irritación, golpeó y pataleo la encimera que estaba en frente de él, atrayendo la atención de todos en la cocina y todos empezaron a hacer silencio.
—¡Malditos niños!—Gritó, en el momento en que Charlie entró para ver lo que pasaba—. ¡No soporto más a esta mocosa impertinente y sorda!—El grito a Charlie con su acento italiano pero muy claramente por lo que todos pudimos entenderlo—. ¡Renunció!
Agarro su sombrero de chef y lo tiro al suelo, salió de la cocina echando humos con Charlie gritando que se detuviera.
Miré a todos en la cocina y sonreí con nerviosismo, ellos me miraban sorprendidos, sin embargo, ninguno dijo nada hasta que Brooke y Taylor, unos buenos amigos que hice mientras trabajaba se me acercaron.
—Ahora si se enojo—Murmuró Brooke, con diversión—. ¿Cómo eres tan buena en alejar a las personas, Jane?—Bromeó.
Taylor le metió un codazo mientra rodaba los ojos. Por más que ellos se trataran con irritación y molestia ya me he dado cuenta de que se atraen, solo que ellos dicen no estar listos para usar un término de "novios".
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La casa de los Robinson's
RomanceJane Worris tenía una vida completamente normal. Se independizado por completo de sus padre mudándose a un seguro pero transitado vecindario a las afueras de California. Trabajaba en una de las cafetería más recurridas de esa zona y ya la vida empez...