Capítulo 4: "Cita plantada y plan de venganza"

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—¿No podías haberle dicho que no? —Taylor me miró por encima de su hombro, y luego volvió su vista a mi armario mientras buscaba en el que ropa debía ponerme para la —no deseada— cita con Hugo.

Solté un quejido de arrepentimiento y me lancé a la cama, abracé mi almohada y hundí mi cabeza en ella. Cuando Hugo me pidió la cita, cometí el error más grande de mi vida, mirarle a los ojos y pensar en lo dolido que estará si me niego. Mi cerebro hizo de las suyas y conspiró con mi boca para decir un "Si".

—Es complicado —Balbuceé sin apartar mi cara de la almohada para responder.

Una carcajada se escuchó del otro lado de la habitación y supe que era Taylor burlándose de mi situación. Para ella era sencillo hacer esta clase de cosas. Era linda, inteligente, interesante, con una gran historia familiar y miles de temas de conversación, sin mencionar que ella si tenía un filtro por el cual pensar que decir.

La vergüenza y humillación no me dejaron nunca. Taylor y Brooke sabían mejor que nadie que yo no era la mejor —ni de cerca, ni con lupa— para los temas románticos, lo mío era ver películas románticas hasta llorar, comer helado hasta engordar, y dormir hasta ya no poder mas. Incluso se había vuelto mi lema, no es que me sienta orgullosa, pero es más divertido que el de los filósofos.

—Es fácil, tonta. Solo mueves los labios como si fueras a silbar, los abres un poco más y mueves la lengua —Se burló Taylor, aunque podía oír su voz lejana, sabía que solo estaba a unos pocos metros de distancia.

—Cierra la boca —Mascullé avergonzada, apartando mi cara de la almohada para dedicarle una mirada cargada de reproche.

—Es que me imaginó tu cara, debió haber sido un poema —Soltó nuevamente una carcajada, al ver la mueca de fastidio que hice.

Le lancé rápidamente una almohada, el cual esquivó con facilidad e hizo que golpeara el armario y se balanceará, haciendo que uno de mis jarrones decorativos azules que estaba encima de el cayera al suelo haciendo un gran estruendo cuando se partió en miles de fragmentos.

—¡Mira lo que hiciste esa era mi favorito!

—¡Joder, pero si yo no he sido, haz sido tu la que tiró la almohada! —Me gritó Taylor de vuelta.

—¡Pero la hubiera atajado, coño!

Taylor intercambiamos miradas y entonces iba a gritarle otra vez cuando una voz masculina se oyó en la ventana—: ¿Están bien?

Ambas arrugamos el ceño, me acerqué a la ventana, me incliné y la abrí, encontrándome con los ojos plateados de Jayden mirándome con curiosidad y diversión. De seguro había oído nuestra discusión o había visto como el jarrón se partía y no hacíamos nada o incluso había visto y oído ambas.

La vergüenza volvió a teñir mi rostro en un rubor, puse mis manos en el marco de la ventana tiré de ella y la abrí, apoyé mis codos en ella, imitando su posición.

—Si, solo fue una torpeza.

—Pues por los gritos creí que las estaban asesinando —Jayden arqueó una ceja con diversión antes de pasar a Taylor y luego hacía mi.

—Casi nos asesinamos nosotras, pero todavía seguimos vivas y completas —Bromeé, mirando de reojo de Taylor, quien recogía con cuidado los fragmentos del jarrón.

Jayden rió ligeramente, negó con la cabeza y sin decir más —ni siquiera sin decir un "Adiós"—, cerró la ventana y luego las cortinas, dejándome sola mirando su ventana. Mi ventana conectaba la suya y no podía estar más aterrada. De todos los Robinson's tenía que ser él, el chico que siempre me trato mal y el único de hecho.

La casa de los Robinson'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora