—¡Estás loca, Jade!, ¡a mis bebés no!
Ignoré sus gritos y seguí mi camino hacía afuera de la casa.
—¡Jo-der, no des un paso más!
Se estarán preguntando que rayos es lo que pasa. Es muy sencillo.
Como recién acababan de mudarse y son muy desordenados para TODO, Jake me pidió ayuda para ayudarlos a desempacar y botar lo que no necesiten, todos estuvieron de acuerdo, salvó Jayden quién evitó todo contacto visual conmigo. En serio, ¿qué tiene ese chico contra mi?
Bueno, ahora estoy botando todas las cajas de condones que trajeron. Es muy incómodo saber que los usan a diario.
Puag.
—¡Esto es tan incómodo tanto para ti como para mi, tenlo por seguro!—Le grité al momento que salía de la casa y botaba todos esos condones a la basura.
Me limpié de mi pantalón, temiendo que me pudiera dar una enfermedad, porque realmente era asqueroso saber de su vida privada.
—¡Noooo!
Me giré para ver a William quién se arrodillaba frente a la puerta y caía al suelo dramáticamente.
—No seas tonto, solo son... Cosas—Hice una mueca de asco.
—Bueno esas "cosas" evitan que te conviertas en tía un día de estos—Dijo Jake, apareciendo de la nada y guiñándome un ojo.
Hice una mueca de horror al instante empecé a fingir vomitar indicando que me había parecido muy asqueroso de su parte.
Se oyeron sus risas detrás de mi mientras que una sonrisa divertida se asomaba en mis labios, arruinando mi momento de actuación.
Luego de ese momento dramático, nos metimos en la casa para poder terminar todo.
—¡Jade, ¿puedes pasarme la caja que está arriba del armario del cuarto de Jayden?!—Me gritó Adam desde la cocina, donde los chicos estaban sacando las cosas antes de acomodarlas.
—¡Ok!—Grité desde la puerta del baño.
Caminé a paso tranquilo a la que creí la habitación de Jayden, estuve 2 minutos buscando la correcta hasta que abrí la puerta y una corazonada me dijo que era la correcta. Un escalofrío me recorrió el cuerpo al entrar.
Estaba tan nerviosa que se me había olvidado que hacer en ese lugar mientras lo recorrió con la mirada.
Las paredes estaban pintadas de un color grisáceo oscuro lo que daba la impresión de ser mucho más pequeña y oscura la habitación. Había una cama en una esquina de la habitación, posicionada perfectamente al frente de un televisor pantalla plana que colgaba de la pared. Sin embargo, no había ningún cartel, foto o dibujo que indicará que era la habitación de Jayden.
Recorrí todo hasta encontrar el armario y entonces recordé lo que tenía que hacer. Vi la caja que Adam me había indicado y suspiré al ver que no alcanzaba la caja.
Odio ser bajita.
Me acerqué con cuidado hacía el armario y cuando estuve de pie junto a el me puse de puntillas para intentar alcanzar la bendita caja del demonio.
Me estiré todo lo que pude, pero solo lograba rozarla con las yemas de los dedos, sin embargo, si seguía intentando puede que quizás tal vez logré moverla un poco y poder agarrarla.
Me estiré un poco más hasta casi quedar parada sobre la punta de mi dedo gordo, sin embargo, no alcanzaba.
Intenté ponerme en otro ángulo, pero olvide que estaba de puntillas y perdí el equilibrio. Me fui para atrás con tanta rapidez que no fui capaz de procesar nada.
Me encogí esperando el impacto de mi espalda contra el suelo, sin embargo, nunca llegó.
Abrí mis ojos lentamente para ver por qué no había chocado, y me encontré con nada más y nada menos que con la mirada plateada de Jayden mirándome con una mezcla de diversión y enojo.
—Vaya manera de caer, Worris.
Su voz grave y ronca hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo con rapidez, bajé mi mirada para que no notará mi sonrojo.
Su voz siempre me ha afectado de aquella manera, aunque sé que el me odié, no puedo evitar no mirarlo cuando está cerca. Es simplemente perfecto y eso me aterra; porque él lo sabe.
Al ver que no respondí, me apartó de él lentamente, haciéndome quedar de pie y a unos centímetros de distancia de él.
Soltó mis brazos con cuidado como si temiera que volviera a caerme y luego las posicionó en sus bolsillos.
—¿Qué haces en mi cuarto?—Preguntó con un tono duro y molesto un perfecto contraste de la voz divertida y infantil que había usado hace unos momentos.
Señalé la caja encima del armario, incapaz de poder hablar. No sé por qué siempre perdía el habla frente a él, seamos claras; si me parece lindo pero no me gusta. Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
Además también es su actitud dura y seca que tiene específicamente conmigo lo que me hace perder el habla, ¿cómo puede odiarme tanto solo por qué si?, no digo que yo sea un amor de persona o el pan de Dios, pero ni siquiera me dio la oportunidad de presentarme cuando lo conocí.
Simplemente me detesta.
—¿Se te perdió algo ahí?—Me miró como si estuviera loca, arrugando tanto las cejas que podrían volverse una sola.
—N-No—Me aclaré la garganta, intentando echarle la culpa de por que mi voz salió tan lastimosa e insegura—: Adam me pidió que se la llevará.
—Me podías haber dicho y la bajaba por ti, Worris.
Sus palabras no podía sorprenderme más.
Sin decir mucho caminó hacía mi a paso despreocupado, mi corazón empezó a latir a una velocidad inhumana y mis manos empezaron a temblar.
Mi pecho subía y bajaba. No podía apartar mi mirada de el y eso lo hacía mucho más vergonzoso.
Todo mi yo se calmó cuando pasó de largo de mi. Se detuvo frente al armario se puso te puntillas y agarro la caja con facilidad y agilidad, como si se tratará de una chaqueta.
Sin mirarme o decir algo, caminó afuera de la habitación.
~~*~~
—Eres un imán de problemas, Jade.
Taylor me miró con diversión por encima del hombro, con una sonrisa traviesa tirando de sus labios.
—Gracias por recordármelo—Dije con sarcasmo.
Ella volteó los ojos con diversión y siguió haciendo lo suyo; mensajear con Brooke.
Desde su fantástica cita, esos dos han estado muy juntitos y no hay que ser un genio para saber que son novios.
—Por cierto, Hugo te busca.
La miré con confusión, ella sin dejar de ver su teléfono se encogió de hombros.
Me giré sobre mis talones y caminé hacía la puerta que llevaba lejos de ese horno humano y caminé en dirección a la puerta de la cafetería, donde Hugo me esperaba con impaciencia.
—Hugo—Lo llamé, el se giró y me regaló una sonrisa amplia.
—Hola Worris.
—Taylor me dijo que me buscabas, ¿está todo bien?
—De hecho no...
—¿Paso algo con Charlie o...?
—Quiero... Tener una cita contigo.
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La casa de los Robinson's
RomanceJane Worris tenía una vida completamente normal. Se independizado por completo de sus padre mudándose a un seguro pero transitado vecindario a las afueras de California. Trabajaba en una de las cafetería más recurridas de esa zona y ya la vida empez...