Las cloacas del castillo tenían multitud de pasillos largos y unidos entre ellos, y costaba desplazarse por allí. Las paredes en las que Anth se apoyaba eran pequeños muros de mármol gastado por los años, y cada cierto tiempo se encontraban pequeñas rendijas por donde el agua se disipaba bajo el suelo. Además, la temperatura estaba cambiando considerablemente desde que se había adentrado en las cloacas, y se le helaban las extremidades,las cuales sólo iban protegidas con un suave jersey de lana que llevaba puesto para ser lo más ligero posible. Después de un incontable tiempo sin encontrar ninguna salida, llegó hasta una azotea desde la que podía ver una extraña sala que no había visto en ninguna de sus visitas al castillo. De repente, se oyó un pequeño escándalo, así que decidió ocultarse para impedir que nadie le viese, si es que venía alguien. El quejido que la puerta produjo al ser abierta confirmó sus sospechas, y pudo descubrir a un grupo de enanos, que cubrían a otro de estos que se encontraba en el centro del grupo. De simple vista ya era obvio que cubrían al príncipe enano, ya que no era posible que nadie más se encontrase en ese lugar para una estrategia secreta.
"Debo andarme con ojo"pensó Anth,"Primero, tengo que acabar con los..."
-El que está ahí escondido, ¡te ordeno que salgas!-la voz era del enano central-Quiero hablar contigo
De repente, la silueta de Anth cayó a gran velocidad sobre el enano, el cual en el último momento esquivó la espada de este,que apuntaba a su pecho.
-Eres bueno... casi... me sobresaltas inesperadamente. Dime,¿quién eres?
-Soy Anthil, pero me puedes llamar Anth.
Los enanos del resto del grupo se disponían a atacar, pero Romni levantó la mano en señal de pausa.
-Chicos,no interfiráis en este combate-Esto último sorprendió a Anth-Quiero que sea algo limpio.
Anth observó a su rival: era un enano fuerte y rígido, pero de poca estatura, lo cual lo dejaba en clara desventaja contra él. Y, aunque este último contaba con su increíble manejo con la espada, Romni llevaba una pesada maza de piedra, la cual reduciría su velocidad, pero aumentaría mucho más su alcance y potencia. Si le encajaba un golpe con eso, estaba muerto. Pero, si por el contrario, lo conseguía alcanzar con la espada en un punto más o menos vital, pero no lo suficientemente bruto como para no matarlo, quedaría medio muerto y, probablemente, desmayado.
Los enanos que atrás se encontraban echaron unos pasos para alejarse, y observar con detalle la lucha que se avecinaba.
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Las Crónicas de Rombalia
AventuraLa primera etapa de una historia en la cual un personaje llamado Anthil es un jóven que ansía convertirse en guerrero, hasta que un día llega una batalla, que lo cambiará todo para el resto de su vida...