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Una madrugada del 5 de abril, a veces hay detalles que no suelen ser olvidados y más cuando te marcaron por completo, desde un amor adolescente hasta cualquier desilusión, me encontraba en mi habitación checando mis redes sociales publique una foto y me quede completamente dormida, a la mañana siguiente desperté con un mensaje de texto, al principio estaba algo desconcertada, ya que desconocía por completo el remitente del mensaje, de lo único que estaba segura es que lo tenía agregado en mis amigos.

La mañana trascurrió normal, hice todo lo que tenía que hacer, desayune, me di un baño con agua tibia e hice mi cama, hasta que dieron las doce veinte del medio día, finalmente decidí responder el mensaje, la conversación fluyó normal, para ser honesta demoraba en responder ya que no solía estar muy pendiente de mi celular, los días siguieron pasando con normalidad no hablábamos mucho, habíamos intercambiado números de teléfono pero nada fuera de lo común, tiempo después comenzamos a hablar de nuevo e incluso hicimos una video llamada en la cual me había invitado a salir a pasear para conocernos, la llamada era bastante agradable.
—Eres muy linda —sonreí cuando lo escuche, no pude evitar sonrojarme, aunque no lo noto a mi parece.
—Tú igual eres muy lindo— dije sonriendo y entre risas.
La noche transcurrió normal, dieron las 3 de la mañana y decidimos despedirnos, habíamos acordado vernos el fin de semana, esperaba con ansias ese día, no sabia que me pondría o cual sería su reacción al verme, pero todo podía pasar en ese instante.

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