3

40 3 0
                                    

1 de Mayo 1969, California, Estados Unidos.

Mi amor.

He escrito esta carta en cuanto me enteré. Ron, no puedes irte así.

Sé que tuvimos algunos problemas, pero no bastan para dejarnos ir. No ahora. Todo era tan perfecto hace apenas una semana, tan perfecto que ninguno de nosotros imaginaría estar en esta situación. Fue una pelea tan estúpida. No sé por qué dije lo que dije, no sé por qué dejé que te marcharas de esa manera, debí sostener tu brazo y decirte cuánto te amaba. Así te habrías quedado.

Nunca antes había escrito una carta para alguien a quien quisiera, es por eso que me siento tan torpe y tonta. No sabes cuánto he llorado los último días, cuánto te he echado de menos. Te siento al otro lado de la cama aunque sé que no estás ahí. Te siento dentro de mi pecho y, ahí, estoy segura, sí estás.  Escucho una voz en mi interior que me reprocha a cada momento por esperar tanto tiempo.

El mismo recuerdo me frecuenta y me tortura justo antes de dormir, descartando cualquier esperanza de dormir esa noche. Jerry también me frecuenta con su cardenal aún encendido. Desde que te fuiste, me acecha cual leona a su presa. Y, en parte, todo esto también es culpa suya.

Todo ocurrió hace menos de seis días, pero siento como si hubiera transcurrido todo un siglo. Ron, habíamos planeado tanto aquella noche, era nuestra noche. Yo tenía algo importantísimo para contarte. Quedamos de vernos en el muelle donde nos conocimos, yo usaba el mismo vestido que entonces. Estaba segura de que tú pensarías igual y vestirías la vieja chaqueta de la universidad, pero no pude saberlo.

Yo llegué media hora antes de las cinco de la tarde. Quería disfrutar, un momento más, del agua. Luego iríamos al cine y después a cenar. Iríamos a Luigi's a comer lasagna, porque tú sabías que amo la lasagna. Recuerdo que me senté en el borde del corredor del muelle, esperando a verte llegar en tu bicicleta azul. Antes, contemplé el mar. Se veía tan hermoso. Me pareció escuchar el canto de una sirena a lo lejos, pero esas cosas no existen. Me perdí en medio de tan maravillosa vista.

Luego sentí tu mano en mi hombro. Fue como si mi corazón despertara de un trance silencioso y comenzara a martillar dentro de mi pecho, mi piel se encendió como fiebre tropical. Pero no eras tú. Era Jerry.

Hola, preciosa, me dijo

Admito que me dio un susto de muerte, el vello de la nuca se me erizó al instante y mis piernas vacilaron hasta dejarme caer al océano. Ron, yo no sabía nadar. Pataleé, monteé, grité, pero no nadé. Estaba muerta de miedo, creí que no saldría de allí. Creí que no te volvería a ver.

Entonces Jerry saltó. Yo esperaba que fueses tú. Me tomó de la cintura y me acercó al corredor de madera, me tomé fuerte de él y Jerry me ayudó a subir de nuevo. Estábamos empapados hasta los huesos y yo lloraba desconsoladamente. Por eso me abrazó. Tenía frío y terror, cansancio y desesperación. No sé muy bien cuánto duramos en aquel abrazo, pero yo lo sentí eterno e incómodo. Me soltó y me encaminó a través del corredor que crujía bajo nuestros pies. Tranquila, Dalia, me repetía, Ya estás a salvo. Cuando mis pies tocaron la arena vi, al final del sendero que llevaba al muelle, entre los árboles, un ramo de flores. Estaban cubiertas de tierra húmeda. Yo corrí hacia ellas y las tomé en mis manos. Marcadas en el sendero, las ruedas de tu bicicleta. Algo en mí corazón se zafó de su lugar.

Intenté explicarte cuando fui a verte a tu casa. Tú ni siquiera te asomaste a la ventana, te limitaste a gritar que me largara de una puta vez. No debí irme, pero lo hice.

Desde entonces no te veo. Mi amor, dejaste una parte de ti en mi interior. Una parte que cada vez ocupa más espacio y tiempo en mi mente, una parte que se hace cada vez más grande. Espero que lo comprendas, Ron.

Si mi carta llega a tiempo, no te vayas. Te veo el 4 de mayo en la casa del árbol a la misma hora.

Si aún me amas, sé que estarás allí. No te vayas, mi amor, no te vayas. No sé qué haré si tú no estás.

Te amo.
-Dalia.

Las RuinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora