¿No sería mejor?

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¿NO SERÍA MEJOR?

La primera noche me costó quedarme dormido. Estaba sobretodo preocupado y echaba de menos a demasiada gente. Pero de alguna manera, poco a poco los párpados me empezaron a pesar cada vez más, mis pensamientos se volvieron difusos y finalmente, el velo del sueño cubrió mis adorables ojos.

Aparecí en un lugar de continua noche, o eso es lo que me pareció por la fuerte iluminación azul del bosque. En realidad el sol de allí era de fuego azul y sus rayos habían convertido en cristal a las estrellas. De todas formas eso no era lo que más me sorprendió, sino el atuendo que llevaba: mi cuerpo se hallaba envuelto en un ajustado traje de cuero negro.

Todo era muy extraño, pero dentro del sueño uno no piensa que las piezas no encajan del todo, sino que sigue avanzando. Eché a andar por el único camino que se abría ante mí. Al principio fue fácil, sin embargo cuanto más me adentraba en el bosque, más arbustos salían a interponerse. Finalmente llegué hasta un hermoso manantial. El pelo se me había enmarañado, tenía pequeños arañazos estropeando la perfección de mi piel y mi ropa se había rasgado. Había querido creer que el trajecito de cuero resultaría resistente, pero no; se rasgaba con mucha facilidad.

El manantial estaba bordeado de flores que parecían pequeños zafiros. ¡Yo conocía esas flores! Las había creado yo. Una extrañaba música provenía del centro. Muerto de curiosidad, no pude evitar acercarme. Una sombra ondulante danzaba en medio del lago.

—¡¿Jezz?!

Parpadeé, pero sin duda se trataba de ella: las elipses de sus pechos,su ropa y su melena mojada pegándose a la espalda. Su mirada se clavó en mí.

—¡Al fin llegas! Ya pensé que te ibas a perder tu clase de baile.

¡Claro, las clases de baile! En realidad yo ya sabía bailar y muy bien, pero algo en la música y en la sonrisa de Jessica me invitaba a sumergirme en el lago. Estaba a punto de hacerlo cuando recaí en algo.

—Un momento, ¿por qué iba a bañarme yo contigo? Tengo un mundo que conquistar, muchos planes malignos que concretar.

Jezz adoraba a los tipos “malos” así que, ¿por qué no ser uno? En aquel lugar podía ser el malvado Kra Idril, el que pretendía robar el fulgor azul del sol y construir una prisión con el cristal de las estrellas donde encerraría a todo aquel que me cayera mal o que osara interponerse entre mis planes.

Mis palabras debieron hacer que ella recayera en mi malhallado traje de cuero negro.

—Claro, porque eres tan malvado que prefieres ignorar a una chica encantadora como yo por unos planes friquis.

—Por supuesto, soy muy malvado. —Sonreí—...Y no me gusta ese brillo burlón de tus ojos —añadí tensando mi voz hasta volverla sibilante.

Me acerqué a la orilla que parecía de hielo e hice soplar una ráfaga de viento que maltrató el cuerpo de Soreto. Su piel se erizó por el cambio de temperatura súbito y mi sonrisa se ensanchó más debido a eso.

—Debería torturarte, por impertinente.

Los rayos de luz se transformaron en cadenas que atraparon el cuerpo de Jezz, enredándose en él como serpientes que buscaban robarla el calor. Estaban muy frías y ella anhelaba mi calor.

—Oh vamos, suéltame... Así no puedo bailarte.

Y eso era una verdadera lástima, pero las fantasías con malvados requerían esta clase de sacrificios. A pesar de todo no quería lastimarla, no me iban esas cosas así que finalmente la solté, tampoco necesitaba de cadenas para retenerla contra mí.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2013 ⏰

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