Ésa era la primera de muchas noches en que se vería transportado a aquel mundo extraño e inquietante a través del sueño. Cada noche era una obra distinta, pero desarrollada en el mismo escenario. Volvía a encontrarse en la gigante roca en forma de cabeza de gato; volvía a ver aquella serie de montañas bañadas en hermosas luces multicolores y las otras, siniestras, con cuevas y grutas que prometían ser pasadizos a países subterráneos con toda clase de tesoros y riquezas (o quizá, monstruosidades; pero no siempre aparecían los ojos de láser mirándole. Unas veces volaba y otras veces se arrastraba, convertido en alguna clase de reptil. Sería algo muy perturbador para cualquier persona en su sano juicio, pero no para él. No temía dormir, porque en el fondo sentía que había un misterio que sólo estando en ese lugar podría resolver. Una clase de enigma que solamente él sería capaz de descifrar. Y eso lo hacía sentirse fuerte e importante.
--Papá, ¿qué significa soñar con un mismo lugar muchas veces? --Preguntó Juanito una mañana, incapaz de seguir ocultando el secreto de sus sueños.
--Cuando eso pasa, hijo, significa que ese lugar espera por ti.
--¿Y por qué me espera? ¿Para qué?
--Eso no lo sé, cada persona tiene una misión en el mundo, algo para lo cual la Madre Naturaleza lo ha creado y debe descifrarlo por sí mismo.
Juanito se quedó pensativo por un momento, y su padre lo miró y un velo de triste resignación pasó por su rostro. Era el momento, ya no había marcha atrás...
--Te diré algo, hijo, ¿recuerdas la vez que hablamos de los duendes?
--Claro, papá, no se me ha olvidado.
--Bueno, resulta que hubo algo que no te dije, porque aún no encontraba en ti las señales --admitió el padre.
--¿Cuáles señales? --le cuestionó Juanito.
--Las señales del viaje. Ahora puedo verlo en tus ojos y en la forma en que te quedas pensando en lo que te preocupa. Yo lo sé.
--¿Cómo es que lo sabes, papá? --Juanito se encontraba naturalmente sorprendido, pues a su criterio, no había dejado traslucir nada de su turbación.
--Lo sé por dos razones, la primera es que eres mi hijo, y reconozco cuando algo te preocupa; y la segunda, es por lo que te voy a contar: cuando tu mamá y yo nos casamos, lo que más queríamos era tener un hijo, pero pasaba el tiempo y esa bendición no llegaba. Ya comenzábamos a entristecer, pero una tarde, cuando regresaba del trabajo a casa, encontré a un hombrecillo muy bajito que estaba parado entre los árboles, cubierto con una capucha y nadamás se le veía la cara. Me miraba fijamente, con sus ojos brillantes...
--¿Como si fueran dos puntos de láser?
--¡Sí! --y la comprensión no le permitió sorprenderse--. Me pidió que fuera hacia él. Hasta ese momento yo nunca había visto un duende, pero supe que era uno porque le vi bien la cara y recordé todo lo que tus abuelos me contaban de niño. No tenía miedo, porque los duendes buenos siempre hacen sentir calma y tranquilidad. Es algo acerca de su energía, es receptiva, o algo así, y es lo que provoca.
Los ojos de Juanito estaban muy abiertos y brillantes y su boca dibujaba una letra "o" por la sorpresa y la emoción de conocer esa historia nunca antes contada.
--Me dijo: "Sé que has vivido bien, pero que hay algo que le falta a tu vida. Y mi magia puede dártelo, sólo tienes que hacer una promesa".
"Se contaban historias en todas partes acerca de familias que prometían cosas a los duendes a cambio de ciertos milagros, y que según sí los cumplían. Así que no se me hizo extraño eso, pero no quise aceptar, no fuera a ser que hubiera gato encerrado... Así que le dije que no y me vine para la casa. Pero cuando llegué me encontré a tu mamá (que en paz descanse) llorando, muy triste. Y sentí tanta impotencia, que sin pensarlo salí a buscar a ese duende para ofrecerle hasta mi alma, si era necesario."Me dijo que su magia sin duda nos podía ayudar a concebir un hijo, pero debía prometer que, además de los deberes normales, sería educado en el respeto a la naturaleza y que sería, desde muy pequeño, puesto a trabajar y cuidar de la tierra, para que aprendiera su valor. Me explicó que llegado el momento, ese niño comenzaría a realizar ciertos viajes, que se confundirían con sueños, y que eso significaría que la Madre Tierra necesita de él. Y acepté.
"Todo quedó acordado. Era de noche, estábamos bajo el árbol más frondoso y retorcido del bosque y me hizo decir unas palabras con mi mano derecha sosteniendo un puño de tierra junto a mi pecho y la izquierda tocando las raíces superficiales de ese árbol. Luego una luz salió de la palma de mi mano, me cubrió completamente y todo el bosque brilló en tonos verdes y amarillos. Ya estaba hecho. Me dio una poción que tu mamá y yo debíamos tomar, y unos días más tarde supimos que ya venías en camino."
--¿Entonces yo nací gracias a la magia?
--Así es, hijo. Desde que naciste supimos que eras muy inteligente, todo lo aprendías y entendías muy rápido; además de que siempre has sido muy bueno con todos los seres vivos, pues tu corazón es muy grande. No dudo que puedas ayudarles a los duendes en lo que se necesite --aquí hizo una pausa para mirar detenidamente la cara de Juanito, era doloroso saber que tan pronto tenía que dejarlo "volar", pero se sentía muy orgulloso de él--. Ya empezaron tus viajes, y de cada uno de ellos algo aprenderás.
Juanito imaginaba cómo fue aquel encuentro y se sentía muy feliz. Era especial, no era un niño cualquiera. Algo grande estaba preparado para él, y su espíritu le decía que podría lograr cualquier cosa.
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DE VUELTA AL HOGAR [Concurso Literario Elementales]
FantasyTodos tenemos una misión en la vida y una razón para estar aquí. Para Juanito, el cumplimiento de su misión se le presentó muy pronto, cuando su corazón sólo estaba lleno de pureza, y ésa fue la causa principal de que fuera elegido. Una misión que c...