Pues bien los meses pasaban y extrañamente mi corazón y mi cuerpo se acostumbraron a su ausencia, inexplicablemente ya no resultaba tan doloroso recordar, parecía que más bien todo se convertía en lecciones, en recordatorios de que ya nada es para siempre, de que la vida no es fácil y de que aferrarse a alguien con la fuerza en que todo mi ser lo hizo ya no es una buena idea, por el contrario puede resultar ser hundirse en un agujero del que el alma difícilmente se recupera. Así es, parecía que después de tanto tormento las cosas comenzaban a resultar, un pequeño rayo de felicidad.
Cuando por fin la historia de aquel doloroso amor del pasado comenzaba a quedar atrás, a mi puerta llego una tarjeta con apariencia bastante inocente y alegre, pero, ¿que podría ser? Una invitación a su boda.
ESTÁS LEYENDO
Anda, olvídame
RomansaPorque cuando el amor es lo que muere el siguiente paso es el olvido, o al menos se supone que así es como debería ser...