Capítulo 1: Regreso al inframundo

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Estoy sola, sentada en la acera de una calle obscura, las lágrimas corren por mis mejillas; queman, duelen, lastiman. Se escucha el ruido de los autos atorados en el tráfico ya que es de noche he intentan llegar a casa. Una gota cae en mi brazo, otra, luego otra y así cada vez más, chocan contra mis brazos desnudos pero no hago ni el más mínimo intento de irme y cubrirme de la lluvia, siento un fuerte dolor en el pecho las lágrimas no dejan de salir. La lluvia empeora, ahora se escuchan los truenos, pienso en que el cielo está igual de triste que yo, y una sonrisa tímida se asoma entre mis labios.

-¿Por qué él? -Mi voz suena como un pequeño susurro que se pierde entre el escandaloso ruido de las gotas chocando contra las calles-. ¡¿Por qué él?! -grito, es como si le estuviese reclamando a alguien en especial aunque no estuviese ahí.

Me quedo sentada bajo la lluvia, ahogo mis sollozos entre los truenos y mis lágrimas se pierden por la lluvia que resbala en mi rostro. Siento unos brazos rodearme por la espalda mientras acaricia mi cabeza consolándome, trato de ver el rostro de dicha persona pero hay algo que me lo impide, tiene una capa puesta, la tomo entre mis manos y con cuidado la quito...

-¡Aly, despierta floja! -Empiezo a dar vueltas en la cama enrollándome con las sabanas-. Alyssa Catlow Roberts levántate ahora mismo. -Doy un bufido pero sigo sin levantarme-. Con que no me vas a hacer caso ¿eh? -Escucho los pasos de mi hermano saliendo de mi habitación.

Mis ojos comienzan a cerrarse nuevamente, necesito saber quién es la persona detrás de esa capa, saber qué significado tiene ese sueño aunque puede que sea un sueño cualquiera sin sentido alguno.

Antes de que pueda volver a dormirme, siento como el agua helada traspasa las ligeras sabanas que cubren mi cuerpo y un escalofrió me recorre de pies a cabeza.

- ¡¿Qué diablos te pasa?! -Doy un salto fuera de la cama como puedo y casi caigo por lo resbaloso del suelo.

-Te dije que era hora de levantarte -me responde con cara de niño inocente.

-Era necesario bañarme con agua y para completar con hielos incluidos.-En seguida un estornudo se hace presente. -Genial, ahora me voy a enfermar y todo va a ser tu culpa Mason. -Él estalla en una carcajada y eso hace que me enfade aún más- ¿Y ahora que es tan gracioso?

-Enana ya tienes 17 años y tú ropa interior es de ponis. -Su risa aumenta cuando mis mejillas se tornan rosas, agacho la vista y noto que por el agua mi ropa se empieza a transparentar.

-Deja de reír tonto, mi ropa interior es única e inigualable. -Corro en dirección al baño y entro para darme una ducha pero antes de cerrar la puerta grito-. Además tú tienes un bóxer de los ositos cariñositos y no digo nada. -Cierro la puerta justo cuando el rostro de Mason se torna de un color rojo, lo más seguro por la vergüenza.

Me pongo un short negro, una blusa blanca algo holgada, mis tenis negros y como siempre enrollo una bandana amarilla en mi muñeca, bajo corriendo a la sala en donde Mason ya me espera para irnos.

-Si sigues vistiendo así voy a terminar en la cárcel muy pronto, hermanita.

-¡Incesto! -corro como loca por la casa y luego salgo volando detrás del sillón.

-¡No! -Mason se tapa la cara con ambas manos-. No seas tonta, me refiero por el hecho de que voy a matar al primero que se te acerque, como buen hermano que soy. -Le doy un golpe el hombro y el hace como que le duele.

-Que intenso -rio y abrazo a mi hermano, la verdad siempre hemos sido unidos, desde que yo era pequeña él siempre me decía que me cuidaría y protegería. En una ocasión, cuando yo tenía cinco años y él 8, estaba jugando con otra niña pero esta me quito mi muñeca, un regalo de mi abuela, le tiro tan fuerte del pelo que le zafó la cabeza, me enoje mucho así que la tome del cabello y la jale con fuerza, la niña comenzó a llorar muy fuerte, los padres de la niña fueron los primeros en entrar a mi habitación seguidos por los míos y Mason que corrió a mi lado a abrazarme, la niña comenzó a decir que yo la había jalado del cabello y la madre de esta -una histérica- me empezó a gritar que me disculpara con su hija pero yo me negué entonces agarro mi brazo con fuerza, mi mamá la detuvo y empezaron a gritarse de cosas entre las dos, luego la señora dio un grito, en un momento Mason ya tenía los dientes clavados en el brazo de la señora, después de eso nunca volví a ver a la niña.

Prohibido FraternizarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora