Extrañas Amistades [Pausada]

Maldito día (PARTE 1)

– De que quería hablarme señorita Freud?– pregunto Tobías con media mascara.

– Le daré un consejo doctor, no se meta en lo que no le incumbe.

Antes de que Tobías pudiera responderle fueron interrumpidos por un hombre con bata y una mujer que a la vista es bastante torpe. Con todas la tranquilidad posible, se acerco al campo de batalla ignorando toda la furia que allí se encontraba.

– Aquí le tengo reportes jefa.– dijo el hombre con total naturalidad levantando unos sobres encima de su cabeza.

– Owen, te dije que los dejes en mi escritorio.– respondió Beatríz haciendo un gesto de desagrado.

– T-trate d-d-de decircelo p-pero no lo e-e-contre.– trato de contestar la temblorosa mujer con lentes que por poco no son mas grandes que su cabeza.

Tras esa inesperada y oportuna intervención, Beatríz se va caminando mientras revista los expedientes de Owen, quien Tobías creía era el medico del lugar.

Ahora sólo quedaban la temblorosa mujer y mujer y el. Tobías no dejaba de mirarla, moviéndose como una gelatina y tartamudeando, era la viva imagen de la timidez.

– Estas bien?– pregunto Tobías colocando su mano sobre el hombro de la mujer.– Quieres un calmante?

Sin palabras, la mujer lo miro con una sorpresa marcada en los ojos, el toque de Tobías la había tomado por sorpresa, fue tanto así que se quedo inmóvil y su rostro se torno rojo. Por poco no se rompió de todo lo que temblaba.

Lo observo con lastima y se alejo de allí, no lo miro una segunda vez, no le hablo, solo dejo una mirada lastimera y una nueva incógnita por resolver.

Al recordar que no logro nada con su enfrentamiento contra Beatriz, molesto, se decidió por fin a ir a desayunar. Sus molestias lo acompañarían durante todo el día, y el lo sabia, por lo que debió colocarse su mejor mascara y enfrentar lo que venga. 

Cuando por fin llego al comedor se encontro con Dante y Billy desmayados en el suelo y las ventanas completamente cubiertas de metal.

En ese preciso momento su paciencia con todo y todos termino. El hombre enmascarado mostró su mejor obra, el mismo.