Éramos cómplices, en todos los aspectos. No había nada mejor. El nivel de complicidad era tal, que con solo una mirada sabía exactamente lo que querías, lo que realmente ansiabas. Hemos vivido mil cosas, cosas que jamás nadie sabrá, y quien las sabe no las entienden. Locos, sí. El uno por el otro.
Y ahora, después de ser cómplices de mi fechorías, te marchas. Y sé que nunca volverás. O quizá sí, vuelvas, y yo ya no esté, aunque vaya a estar siempre, siempre en la distancia.Éramos cómplices... Éramos... Todo tiene fecha de caducidad, hasta los sentimientos.