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Recuerdo que me costó tres semanas, dos días, una hora y quince minutos para que aceptaras a salir conmigo. Solo un paseo por el parque y tomar un café, me lo tomé muy a pecho, era un sí o un sí. Así que cuando llegaba a clase lo primero que hacía era ir a por ti para saber si me dabas la oportunidad de pasar contigo unas horas más, a esas alturas cuando llegaba a casa lo único que hacía era recostarme y hacer una lista mental de las cosas, palabras y actos que te hicieron sonreír y cuantas miradas y segundos o minutos duraron hasta que rompíamos el contacto. Cuando me decías que no, que lo hacías cada día unas siete veces durante esas tres semanas, asentía sonriendo y me sentaba, a tu lado.

Y así todos los días, resoplabas y me empujabas suavemente rodando esos preciosos ojos siguiendo todo de un no con una pequeña risotada.

Al final conseguí mi próposito sin siquiera haberlo preguntado. Me acerqué a mi asiento y abrí la boca para decirte buenos días, quizás también lo preciosa que estabas pero tú me cortaste con un pequeño sí.

Aquel paseo me abrió un mundo donde creía conocerte pero en realidad no me acercaba a hacerlo, aún así me prometí que lo conseguiría igual que tú me prometiste dejar que lo hiciera.

Recuerdo que no hablabas más allá de tus gustos literarios y algunos musicales y algunos hobbies y manías, pero que me ibas a decir tú de manías, Willow. Tengo grabadas a fuego todas y cada una de ellas en mi cabeza; jugar con tus dedos si estás nerviosa, pasarte la lengua repetidas veces cuando estás incómoda, mirar al suelo cuando estás triste, morderte el interior de tus mejillas cuando te callas para no explotar, pestañear repetidas veces cuando estás ansiosa, morderte el labio y soltarlo lentamente cuando estás excitada, clavarte las uñas en la palma de la mano cuando estás harta...

Las sé todas, pequeña. Todas.

Lo que nunca pensé es que ibas a tener tanto miedo y tanto dolor dentro. No me hizo falta que me contaras nada ese día, sólo tu mirada nublosa y cortante sobre temas de tu vida y al preguntarte por aquellos tatuajes grabados a dolor me dejó claro todo. En aquel momento necesité que saber todo de ti, todo. Saber como podía hacer para que confiaras en mí y pararas ese castigo personal y mientras los dos descubríamos que esto era el principio de algo yo me convencí de que iba ser el final de muchas otras cosas.

Lo que me gustaría saber es en que momento volviste a aquella estación y tú misma te ataste de nuevo a esas vías cuando mi vida entera giraba entorno a ti y hacerte la mujer más feliz, Willow.

¿En qué momento ya no fui suficiente? 

willowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora