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Recuerdo que habían días en los que estabas callada y cohibida, como si tu vida se hubiera nublado y el sol no saliera por ninguna esquina, para mi el sol era tu sonrisa y no había forma de hacerla relucir.

Entonces pensé en ser tu mil hojas donde con tu pluma contar todas tus agonías que la falsa sonrisa que fabricabas y la forzada risa que brota de tu garganta escondían, sentí que podría soportar el peso de tu mundo y el mío a la vez y que mi espalda nunca quebraría. Juré que me convertiría en pañuelo para enjugar tus lágrimas y que sería aquel que te arropara cuando más lo necesitaras. Y cuando todo aquel dolor fue transferido a mi cuerpo y evaporizado por aquel sentimiento que me cruzó la espina dorsal como un fuego artificial me dio exactamente igual cuantas veces llegué a casa destrozado por tus penas, cuantas veces lloré en los brazos de mi madre preguntándole por qué la gente no tiene lo que se merece y sentí indiferencia por aquellas noches en vela pensando si tu alma estaría siendo martirizada de nuevo.

Pero los meses fueron pasando a veces cortos, a veces largos y tú sonriendo acompañaste la primavera, le diste vida al verano, no dejaste que se apagara el otoño ni que mi invierno se enfríase.

Y ahora pienso que después de todo lo superado, de todo lo que tachaste en mi corazón no se te olvidaría algún papel desgastado en el fondo de tu pena que te hubiera llevado de vuelta al camino del que yo te saqué en brazos y por más que me desespero pensando que puedo traerte otra vez, te lloro en silencio pensando si me dejarás cogerte en mi seno de nuevo.

Willow, te lo pido por favor como yo fui tu salvación no hagas de esto algo peor y te conviertas en el ancla que me hunda porque no habrá fuerza que me saque de la profundidad en la que me estoy metiendo.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2016 ⏰

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