Capitulo 1

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El abuelo me dijo que empacara, que ya era tiempo de marcharnos y que teníamos que llegar a tiempo a la estación de el tren para que no perdiéramos el vuelo en el aeropuerto. Eran como las tres de la tarde cuando estábamos en los apuros del equipaje, tenía los pelos de punta nada más escuchando al abuelo decir:

-¡Hally! Ya baja, Nos vas a retrasar. - Apreté ambos puños e inhale.

Odiaba totalmente que lo hiciera, que me llamara una y otra vez sí sabía que me iba a tomar todo el tiempo del mundo si era necesario.

El abuelo solo se la pasaba de quejas en quejas sobre la vieja casa en la que vivíamos, diciendo:

- Es horrible casa, con tantos crujidos, es insoportable caminar aquí.

Si, vivíamos en una casa vieja, en Inglaterra. Según había dicho el abuelo, esa casa la construyó con ayuda de su esposa, Berenice Thompson (mi abuela), tiempo después de que se habían casado. Incluso, había escuchado de los vecinos que era una de las casas mas antiguas del vecindario y que nunca habían visto al Sr.Wilson Stford (Mi abuelo) remodelar esa casa en años desde que mi abuela calló en su sutil enfermedad. Al igual que yo, no recuerdo un momento en que mi abuelo se tomó el tiempo de cambiar las tablas viejas del suelo, era más o menos así como una casa sombría, estilo gótico. Realmente, a mi me gustaba, no se porque el abuelo siempre andaba quejándose tanto sobre el deterioro de la casa. Además, la mayoría de las casas de aquí son así. y que se suponía que esperará de una casa vieja con más de cuarenta años.

Yo seguía empacado mis cosas mientras el abuelo cerraba las puertas de la antigua casa y me dirigía hacia el auto de mi abuelo para meter mi equipaje. A la verdad ya estaba cansada de estos viajes. Recuerdo que cuando estaba pequeña tuve que marcharme de mi casa hacia otro lugar. Ahora les explico, mi padre, James Couper y mi madre, Victoria Stford murieron en un accidente automovilístico cuando yo tenía apenas 5 años de edad. Realmente no recuerdo mucho del suceso, ya que casi nadie quiso mencionarlo jamás. Solo recuerdo que era un día lluvioso y cuando llegaron con la noticia vi que el abuelo se enojó con si mismo y solo repetía:

- ¡Les dije que no salieran bajo esta tormenta! - Lloraba arrodillado en el suelo.

La abuela trataba afanosamente de calmarlo diciéndole:

- Will, cálmate no se puede hacer nada.

Yo, a sinceridad, no entendía nada. Solo veía como mi pobre abuelo caía en la eufórica y en la desesperación mientras los chubascos de agua le caían sobre su espalda. A mi, una vecina que era como hermana de mi madre me entró en la casa, me llevó al cuarto, me acostó en la cama y me arropo con las sabanas que habían en ella. Ella conocía absolutamente cada lugar donde estaba cada cosa; los escritos de mi madre, cartas, poemas, e incluso sus diarios. Recuerdo que cada mañana mi madre me despertaba cantándome unas melodías que ella se inventaba porque decía que sí las cosas no son únicas, donde queda la esencia o se sentaba en el piano a tocar la sinfonía de Beethoven, Mozart, y demás pianistas. Me fascinaba como tocaba mi madre; como colocaba los dedos en cada tecla con cierta delicadeza, y como las movía sobre el teclado, era algo así como, espectacular. Ella era grandiosa, era bella y talentosa. Todos dicen que que me parezco a ella por sus inmensos ojos de color azul celeste, su piel blanca, tan pálida; sus labios rojos, su cabello castaño, sus cejas delgadas, y su cálida personalidad. Recuerdo que me sentaba con ella y poco a poco fui aprendiendo sus técnicas. Sentía que mi madre era un ángel de Dios y que cada vez que hacía algo lo hacía con el corazón, pero cada vez que terminaba de tocar recorría su habitación completa y tocaba cada cosa mirándola con nostalgia, luego de unos segundos sus ojos comenzaban a gotear, pero no gemía. Ella siempre pensaba que cuando ella terminaba y nos levantábamos del sillón del piano, pensaba que siempre me iba a mi habitación, pero yo, como niña al fin, era curiosa y quería saber que mi madre hacia cuando estaba sola, porque yo cuando estaba sola siempre me ponía a jugar con mis muñecas y quería saber si ella hacía lo mismo. No sabía muy bien porque lloraba, cuando yo lloraba me caía y me daba un golpe, pero ella, de la nada comenzaba a recorrer su habitación y comenzaba a llorar. Yo le llevaba toallitas lisas para que se limpiara las lagrimas, y ella me abrazaba y comenzaba a llorar mas. Le tocaba el cabello y le decía:

Take Me anywhere (El diario de Hally)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora