CAPITULO 1

8 0 0
                                    

Me encontraba sentada en un amplio sillón nerviosa hasta las puntas de los pies, una mujer alta, bien peinada y de traje me miraba con una sonrisa de confianza, me sentía como un ratón acechado por un gato solo que en este caso éramos personas, unas más jodidas que otras, pero seguimos siendo personas. Ya eran varias semanas que asistía a este mismo lugar y aun así no podía olvidar.

- Buenos días Meredith, ¿Cómo estás? – me preguntó Andrea

- No muy bien la verdad – respondí

- Bien Meredith ¿qué te parece si comenzamos? – pregunto después de coger su libreta y un espero, sentándose al otro lado mío.

- No sé por dónde comenzar. – dije finalmente

- ¿Te parece si recapitulamos todos desde el principio? – aventuró a decirme

- Está bien. Aquí voy – cerré mis ojos y dejé que mi mente me llevara a los primeros sentimientos que me impulsaron a hacer todo lo que hice.

***

Hace tiempo que ya no puedo sentir nada, hace tiempo que todos mis sentimientos se fueron junto con mi confianza, ya nada tiene sentido para mí porque todo lo que una vez quise con toda el alma me lo arrebataron como si de la vida se tratase, porque todo en la vida se va del mismo modo en que viene, ¿pero porque se tuvieron que ir tan temprano?

Mi madre, mi hermanita pequeña de 5 años, mi primo, mi padre, mis abuelos todos en mi familia se fueron, pero la vida no se conformó con eso, sino que también me quito a mi mejor amigo, sin embargo, aún sigo con vida ¿Por qué? Y lo peor de todo es que ya no siento dolor en mi corazón, aunque talvés este ya no exista. Siempre me he dicho que no sirve de nada amar a alguien porque siempre el destino está ahí para arrebatártelo, pero aun así no aprendí y ame a mi familia como si de ella dependiera mi vida, talvez lo fue en un tiempo, pero ya no más.

Por eso es que hoy decidí salir de mi cascaron y enfrentarme con el mundo sin que mi cuerpo dejara de sentir, hoy decidí que dejare mi vida anterior para entrar en una mejor etapa.

- Perdón lo siento mucho – me disculpo de inmediato.

- No sabía que existían rosas vivas – respondió aquel......hombre con una voz ronca y aterciopelada.

No sabía que decir así que me limite a sonreír y al verlo a la cara todo mi cuerpo se estremeció y sintiendo una sensación tan extraña solo pude forzar una sonrisa.

- Lo siento – me excusé nuevamente sintiendo que todo mi cuerpo se tambaleaba – estaba distraída – dije sin más y salí casi corriendo para esconderme en una ridícula tienda de antigüedades.

¿Qué cojones fue eso? Pensé mientras observaba distraídamente cada objeto que antes me hubiera llamado la atención, pero ahora, después de aquel encuentro, ya nada me llamó la atención y lo que más recelo me daba era el hecho de que no podía olvidar aquellos ojos violetas con un torno verdoso que me tenían intrigada.

Lugo de algunos minutos que más bien parecieron horas llegue a mi casa procurando que aquel misterioso hombre no me siguiera, me bañe, me puse un simple pijama y sin pensarlo dos veces me quede dormida en mi cama.

...Well I will go down with this ship
And I won't put my hands up and surrender
There will be no white flag above my door
I'm in love and always will be...

Me desperté de un salto al oír el tono de alarma y casi me doy de bruces con el cable del celular que yacía al pie de mi cama conectado al enchufe, maldiciendo a todo el mundo me dirigí a la ducha y después de media hora bajo el agua tibia salí, me vestí con lo primero que encontré a mi paso, que fue una sudadera negra, jeans, converse y una gorra de baseball porque a donde pretendía ir hoy no podía dejar que reconozcan mi rostro ni que sepan quién soy en verdad. Una vez dentro del hospital en donde tenían a Camilo me adentré en la habitación 143 y lo que encontré tirado en la cama no hiso más que confirmar mi posición y decisión con respecto a su futuro paradero, conectado a diferentes cables y con todo tipo de máquinas se encontraba el hombre que destrozo mi vida por completo y el causante de que hoy en día no sea más que una simple mujer sin sentimientos, por eso y antes de que alguien de descubriera me dirigí hacia la maquinita con el odioso sonidito de pip – pip – pip – pip y la desconecte, una vez dejo de sonar me acerque a su cara pálida, le desconecte el oxígeno pensando que se iba a morir pero para mi sorpresa siguió respirando tranquilamente, algo que no me entusiasmo demasiado, sin poder esperar más le desconecte todos los cables y me lo lleve en una silla de rueda hasta que una enfermera me detuvo al ver la silla de rueda.

NO ERA LO MÍODonde viven las historias. Descúbrelo ahora