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Era una rutina; entraba al Instituto, caminaba ralajadamente hacia mi casillero, ponía la combinación, y el pequeño papel azul caía al suelo —o nó, si estaba lo suficientemente despierto y lo tomaba en el aire.
Claramente, adoraba las notas de color cielo, que permanecían en mi cabeza todo el día, recordándome su receptor: Sky.
Todas las bellas palabras que usualmente escribía me encantaban, exceptuando las ocaciones que hablaba sobre Ansley. Pero, me daba igual la rubia, adorando a mi admiradora secreta.
❝Sky❞
Cómo la persona curiosa que soy, me pasaba la mayoría de mi tiempo pensando en quién era la tan misteriosa receptora. Alguien lo suficientemente discreta, quizás.
❝Kaylee, por supuesto que no. Ansley con Luke. Sasha, muy grande. Phoebe, demasiado pequeña. Rebecca, nunca mostró interés. June, ¿acaso escribe?❞
Y así, me había vuelto mucho más observador en los últimos meses, tomando cualquier posibilidad como una pista, sintiéndome Sherlock Holmes en uno de sus casos, éste problablemente llamado: "la misteriosa chica que vuelve loco a Shawn". Sí, seguramente.
Más tarde y aburrido de mis juegos en el móvil, mis amigos se dignaron en aparecer, y hablando de costumbres, nos quedamos a hablar de estupideces como siempre hacíamos, hasta que la campana sonara, claro está. Por último, Belle y Kaylee se acercaron, llegando entre risas a sumarse a la conversación. Ambas eran hermosas, pero Kaylee era la muy felíz pareja de Matt, con quien llevaban unos buenos tres años.
Como era normal, la paranoia sobre Sky se hacía más que presente, analizando disimuladamente a las nuevas acompañantes, evitando quedarme mucho tiempo mirándolas y acontando palabras al azar entre tema y tema.
Belle era, como su nombre decía, una belleza. Su cabello castaño caía hasta un par de centímetros debajo de sus hombros, y su sonrisa podía iluminar centenares de ciudades. Tenía, además, unos grandes ojos de color verde, que denotaban curiosidad y si los mirabas atentamente, podías apreciar pequeñas vetas azules y grises mezclándose en ellos; todo complementaba su tan dulce y humilde personalidad. Y por sobre todo, era una consertista de piano alucinante; ella era, increíble.
Si debía ser honesto, claramente me parecía atractiva, pero, vamos, yo acababa de terminar una —muy desgastante— relación con Ansley, quien era molesta, pero no me malinterpreten, era una buena persona también. Por supuesto una gran parte de mi inconsciente deseaba que Belle encajara con Skyler, pero sería algo patético, ¿no?
Gracias a un acto milagroso, casi proviniente de un ser poderoso, me integré en una conversación, justo a tiempo, antes de ser descubierto. Y antes de perderme en mi muchos divagues, la campana retumbó por toda la escuela secundaria, haciendo que todos los alumnos se dispersaran y caminaran hacia sus respectivas clases.
Acomodé un par de libros debajo de mi brazo, y acompañado de Matt, Carter y los Jack's, nos encaminamos en conjunto hacia el salón de física.
[•••]
El timbre final sonó en la última hora del día, Literatura, indicando la salida. Cuando mis compañeros salieron cual estampida, caminé relajadamente hacia mi casillero, dejando los libros que llevaba encima, que hasta mañana, serían inservibles.
Cerré la pequeña puerta de metal y miré mi mano, en dónde un post-it verde —que era el único que tenía—, reposaba sobre mi palma. Una cadena de suspiros cortos acompaño mi indecisión, tomando el coraje suficiente para colocar mi nota sobre el casillero.
Dejé de una vez el pequeño post-it en el lugar donde ella siempre dejaba el suyo, haciendo parecer al mío un insulso papel, sin sentido alguno.
Respiré profundo y caminé hacia la salida, sujetando mi mochila por sobre mi hombro, dirigiéndome luego, hacia mi casa.
