Sin hogar al cual regresar.

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(Un mes antes)

Se escuchaba el resonar de múltiples patinetas y patines contra el asfalto de lo que ahora era la zona de rampas. El olor a cigarrillos y perfumes de imitación inundaban las fosas nasales de las chicas que se encontraban montadas cada quien en su patineta, dispuestas a lanzarse por la rampa.
La más grande de las dos, con dieciséis años, mantenía el equilibrio encima de su tabla mientras meneaba sus trenzas enérgicamente; en el asfalto, se encontraban varios tubos acostados sujetos al suelo con tornillos para aquellos que preferían hacer trucos desde un poco más abajo y ahí se encontraba la otra chica, que mostraba sus habilidades mientras se movía de un lado a otro en sus patines claramente desgastados de un color turquesa lleno de manchones y rayones, la ráfaga de viento que acababa de pasar, le había echado el cabello a la cara y ella sin inmutarse había continuado con su deporte.
Después de un rato, las chicas seguían disfrutando de la diversión, sin saber que era observadas desde lo lejos, donde se encontraban los contenedores de basura, sin siquiera tomar en cuenta el poder y la descendencia que ellas poseían... Y que por más terrible que sonara... California era el segundo lugar más habitado por monstruos.
Las chicas, al sentir la mirada invisible en sus nucas, las dos se miraron alertas mandándose mensajes con la mirada; "cubre mi espalda" le decía la una a la otra y viceversa con los ojos y lentamente voltearon hacia los contenedores, donde observaron a una masa peluda que mostraba los caninos más sucios y desagradables del tamaño de un cuchillo de cocina japonesa y como si de un impulso se tratase, echaron a correr en cuanto la criatura comenzó a dirigirse hacia ellas.
Corrieron y corrieron esquivando gente y tomando atajos por los callejones que se abrían  paso entre las calles y después de correr unos minutos decidieron detenerse. Una vez, suponiendo que era lo suficientemente remota la posibilidad de que haya ido a la par de ellas, tomaron aire y dejaron que sus pulmones se enfriasen un poco. No fue la mejor idea entrar en aquel callejón pues era largo y angosto y apenas, del otro lado, podía verse la fina luz de salida. Los muros de los edificios eran altos pero no era nada del otro mundo y al estar observando la estructura, detrás de ellas un rugido severo se hizo sonar.
-Kana... ¿Recuerdas las clases de Parkour ilegales que tomamos hace dos años?- preguntó Jade tomando la mano de su amiga y mirando a la criatura que a su vez las miraba con odio y repulsión.
-S...sí... Las recuerdo.- Kana miró a su amiga y reparó en su mirada desenfadada y divertida.- No. Ni lo pienses. No lo haré. No mientras esa cosa nos mire de esa forma.- miró de nuevo a Jade.
Jade sonrió y Kana se dio cuenta de que no podría contra la decisión ya tomada de su compañera y como una indicación empezó a saltar edificio arriba, deteniéndose en una escalerilla.
La criatura se acercó amenazante a Jade y ésta se impulsó hacia un bote de basura de fierro y lo pateó contra la criatura, salpicándola de comida en estado de putrefacción y cuando el monstruo se colocó debajo de la escalerilla, Kana la dejó caer  haciendo que aplastara a la criatura mientras que Jade se cubría el rostro con las manos cuando ésta explotó y la llenó de babas viscosas y cafés.
Jade miró para abajo y maldijo cuando se encontró con sus botas llenas de baba y se dispuso a subir hasta el descansillo de la escalera del edificio donde ayudó a Kana a subir lo poco que faltaba hacia el tejado.
Una vez arriba, Kana se recargó contra la puerta de la azotea y miró las playas de California mientras recordaba la tarde del día anterior cuando en tan solo tres horas, Jade y ella habían logrado batir el récord de montar olas en sus tablas de surf.
Jade trató de hacer caso omiso a la baba que cubría sus botas y poco tiempo después  comenzó a maldecir de nuevo y con las manos empezó a quitar la viscosidad de sus suelas, que no tenía un olor muy agradable. Miró a su compañera de reojo y se dio cuenta de que miraba al mar con una añoranza inigualable y caminó hasta ella.
-¿La tarde de ayer?-preguntó limpiándose las manos en los vaqueros.
-Jade... ¿Qué mierda era esa cosa?- preguntó Kana , ignorando la pregunta de su compañera.
Alguien detrás de ellas carraspeó mucho antes de que Jade pudiera decir algo y sobresaltadas se giraron hacia el leve ruidillo.
Era un grupo de chicos y chicas, que las miraban atónitos. Todos ellos iban con playeras idénticas, de un color anaranjado y un caballo alado en medio de esta y alrededor del pequeño dibujo unas letras "Camp Half-Blood" y unos cuantos iban armados.
Eran cinco en total.
Una chica de cabello rubio las miró con la boca abierta y cuando se dio cuenta la cerró de sopetón.
-Jade, no sé que acaba de pasar, pero en mil años jamás hubiera logrando hacer lo que hice hace tan solo unos minutos.- dijo Kana tomando a su amiga por los hombros y viéndola directamente a los ojos, haciendo caso omiso a los jóvenes. Jade apenas iba a contestar cuando una voz la interrumpe.
-Lo hiciste porque no eres humana-dijo uno de los chicos.- bueno, no del todo...- se sobó el cuello.- eres mitad humana, mitad diosa... Una semidiosa. -dijo el chico y Kana se puso pálida.
-Soy Leo, Leo Valdés...- se presentó el mismo chico y estiró la mano en modo de saludo.
Jade al notar que su amiga no respondía fue ella misma quien apretó la mano del muchacho y se presentó por ellas. -Yo soy Jade, y mi amiga se llama Kana, no habla mucho.
Kana miró de nuevo el mar y pensó  en  su segundo lugar favorito para quitarse la vergüenza que sentía en ese momento, su segundo lugar favorito era un cementerio con grandes lápidas y Ángeles fabricados con cerámicas y arcillas caras demostrando cuan viejos eran; y al regresar a la realidad recordó a la criatura y a los chicos y tomó con rudeza el brazo de Jade y empezó a caminar a toda prisa.
-Ha sido un placer, tenemos que irnos.- dijo a la defensiva y comenzó a caminar hacia él callejón por el cual habían llegado tan lejos.
La chica del grupo  habló y las dejo heladas al escuchar sus palabras.
-Hay más de esas cosas por aquí, de echo no fue tan grave como otras veces pero será mejor que no se arriesguen. Deberían  venir al campamento con nosotros.- contestó la rubia.
Jade miró sobre su hombro y tuvo el impulso de preguntar.
-¿Dónde es el campamento y qué  hay ahí?- se detuvo dejando a Kana con su brazo en alto y estirándolo con fuerza.
-Está en Long Island, en Nueva York.- contestó la rubia.

Jade agradeció la información y después bajó junto a su amiga por la misma tubería por la cual habían subido y se detuvieron en uno de los descansillos de los apartamentos, donde Kana la miró con cara de pocos amigos.
-¿Podemos ir a casa? Necesito una ducha...
Jade asintió y caminó de nuevo por las calles seguida de su compañera, mientras su piel irradiaba un aroma a Edad Media en la que se mezclaba sudor, jabón de rosas y comida en estado de putrefacción, notaron que las calles ya no parecían las mismas y las dos advirtieron que miraban en todas direcciones asegurándose de que nada las siguiera.
-Hemos dejado el transporte en las rampas...- dijo Kana preocupada por sus patines.
-De seguro alguien los guardará. Todo el mundo nos conoce por ahí.-contestó Jade mirando el suelo.
Llegaron a la calle de su departamento y caminaron un poco más aprisa. Vivían encima de un restaurante de comida china, en un departamento abandonado... La realidad era que no tenían a un hogar al cual volver. La casa hogar en la que se habían alojado toda su niñez se había quemado hace años atrás gracias a un fusible mal conectado y desde entonces tuvieron que seguir solas adelante.
Una vez que las dos estuvieron limpias y cambiadas se sentaron en la mesilla improvisada a comer un plato de ramen que les habían dado cortésmente los dueños del restaurante.
-¿Sabes?- dijo Jade. - Creo que deberíamos de ir a ese Campamento.
Kana se atragantó y miró a Jade como si ésta se hubiera vuelto loca.
-La chica, Annabeth, dijo que había más cosas como la que intentó masticarnos.- explicó la chica mayor.
Kana no sabía  cómo contestar a aquello por lo que solo asintió desganadamente indicándole que siguiera hablando.
-Sería una nueva oportunidad. Hace poco llegó uno de los directores de la casa hogar y me dijeron que nos llevarían a Nueva Jersey a otro Orfanatorio... No quise decírtelo porque no quería preocuparte. -dijo Jade cuando Kana se levantó de la mesa.- Literalmente ya no tenemos un lugar al cual volver, sabes que si nos lleva, nos separarán.
Kana guardó silencio un momento y empezó a  asentir con la cabeza lentamente.
-Está bien, vayamos...- contestó y abrazó a su compañera que ahora estaba a un lado de ella.

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Esperamos que les haya gustado. 👌🏻
Atte:
-BlueSassy y DarkLight

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