Capítulo I

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Katniss's POV

Me desperté por el estruendo de sus pisadas:
-Más bajo chicos, no queremos despertar a mamá.- Dijo Peeta con su habitual tono cariñoso.
Siempre había estado cuidando de mi, incluso cuando no me daba cuenta, tenía demasiado que agradecerle, al fin y al cabo, sin él, Willow y Rye no estarían aquí.
Me levanté cuidadosamente y avancé hacia la puerta. Al abrirla, un chirrido recorrió el eco del pasillo, rompiendo en sí, el silencio y, tapando cualquier otro sonido que pudiera haber. Mis ojos se encontraron con los suyos, tan puros y tan nobles que dudo que nadie creyera por lo que había pasado:
-Lo siento, no quería despertarte.- Dijo disculpandose con una sonrisa en la comisura de sus labios.
-Da igual, ve a descansar, yo me ocupo.
Dudó por unos instantes, no quería dejarme sola mientras hacía el trabajo y él descansaba. No le gustaba hacerlo. Al final accedió, me conocía demasiado como para ni siquiera pensar que cambiaría de opinión. Nunca lo hacía. Se acercó a la puerta y, antes de entrar, me dio un cálido y dulce beso:
-¿Algún día me dejarás ganar?
La puerta se cerró. Una pequeña risa se abrió paso a través de mi garganta, hasta estallar en mi boca. No lo creo.
Me encaminé a la planta de abajo y me dirigí hacia la cocina.
-Llegareis tarde si no os dais prisa.- exclamé en alto para que me escucharan.
-Tranquila mamá, esta todo controlado.
Willow se encontraba en la cocina, sentada al borde de uno de los taburetes, untando una tostada con mermelada. No veía a Rye por ninguna parte. De repente, escuché un estruendo conocido, como si de cientos de cuchillos golpeando metal se tratara. No creí que lo tuvieran todo controlado, más bien nada.
Subí de nuevo a la segunda planta, buscando la causa de aquel sonido. Y ahí se encontraba él, frente a la lámpara de su cuarto tendida en el suelo.
-Lo siento, mamá.- Dijo con cara de arrepentimiento, esperando una reprimenda.
-No pasa nada, compraremos otra.
Rye, agradecido, me dio un pequeño beso en la mejilla y corrió escaleras abajo.
Escuché la puerta cerrarse, si no se entretenían llegarían a tiempo.
Empecé a recoger los restos de lo que antes era la lámpara de noche de Rye, y a cada barrida que daba mis recuerdos se volvían más borrosos, sabía que era hora de enfrentarme a la realidad. Así que, de nuevo, me dirigí a la primera planta y entré a la sala de estar, mi siguiente movimiento fue sentarme en el sofá. Me quedé mirando la pared, pensando en todos y cada uno de los recuerdos ocurridos hasta el momento.

Seguiré con la historia..

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